Si fuera un ciclista de tantos como hay en su pueblo, Medina Sidonia, posiblemente Juan Cornejo jamás portaría ni el maillot de líder, ni el de rey de la montaña. Pero el de la regularidad, el que suma los puntos dependiendo del puesto en el que uno llega a la meta día tras día, seguramente que no hay valiente que se lo quitara. Y es que este veterano socialista que suma 28 años consecutivos ocupando un cargo público ha demostrado con creces no sólo que es un experto yendo al rebufo de otros líderes, sino también que cada vez que se produce un abanico por el cambio del viento (varguismo, peralismo, cabañismo, blanquismo, griñanismo o susanismo) ahí está él evitando el corte y manteniéndose en el pelotón principal.

Sólo en su primera etapa en política optó por liderar algo y fue la candidatura del PSOE a las elecciones municipales en Medina Sidonia. Lo hizo en 1987 y luego repitió en 1991. Y se acabó. A partir de ahí, mejor ir detrás de otros, que así a uno se le ve menos. Y la estrategia, visto lo visto, no le ha ido nada mal. Porque es ahora cuando ha alcanzado la cima de su carrera política como secretario de Organización del PSOE de Andalucía o, lo que es lo mismo, el número dos de este partido en esta comunidad autónoma. Casi nada.

Fue Ramón Vargas-Machuca quien hace casi 30 años fichó para el PSOE a este maestro de Primaria que desde entonces no ha vuelto a impartir clases. Tras apenas cinco meses en la oposición, Cornejo fue investido alcalde de Medina en noviembre de 1987 y desde ahí tuvo que gestionar la segregación de Benalup. No pudo frenar el proceso, es verdad, pero sí supo gestionar la partición de ambos términos. Y Medina se quedó con Los Badalejos, y con San José de Malcocinado, y con el Monasterio del Ciervo, y al final la extensión de su municipio terminó siendo ocho veces más grande que el de Benalup.

Fueron ocho años en los que Cornejo compartió la Alcaldía con la Diputación, donde asumió la cartera de Asesoramiento a Municipios durante los mandatos de Alfonso Perales y de Jesús Ruiz. Y a partir de ahí, en 1995, llegó el salto a la Junta, primero como delegado provincial de Medio Ambiente, luego con un cargo de esta misma Consejería en Sevilla (José Luis Blanco se lo llevó allí) y luego con otro en Gobernación (ahí lo fichó Alfonso Perales en su etapa de consejero).

En paralelo, González Cabaña, curiosamente el alcalde secesionista de Benalup, se lo llevó a la ejecutiva provincial socialista, donde asumió desde el primer momento un área de tanta importancia en cualquier partido como Organización. Y ahí estuvo una década, poniendo orden en no pocas agrupaciones socialistas de la provincia hasta que Griñán se lo llevó a Sevilla. Y todo esto compaginado con varios mandatos en el Parlamento andaluz y en el Senado, responsabilidades que aún mantiene hoy por duplicado.

Susana Díaz no ha hecho sino reafirmar su confianza en él y, como tal, ahí está ahora en Sevilla en todas las reuniones intentando cerrar la investidura de su nueva jefa. Está en la cima, sin duda. Porque él seguro que no quiere aspirar a más. ¿Para qué?