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Narcokupas Las plantaciones de marihuana en casas ajenas se multiplican

  • La Guardia Civil y la Policía Nacional han llegado a descubrir huertos incluso con sistemas de control biológico para las plagas, y sistemas de alarma

El propietario de una vivienda de un pequeño municipio de la provincia, que llevaba tiempo sin pasarse por ella, se la encontró hace unos días convertida en un auténtico invernadero de marihuana. Un okupa había decidido aprovechar que la veía deshabitada y asilada del núcleo urbano para instalar allí su particular huerto. No la utilizaba para vivir, solo para cultivar marihuana y así pasar desapercibido ante las autoridades. El caso es que no solo lo hizo ocupando ilegalmente el inmueble sino también pirateando la red eléctrica. Hizo un puente entre la vivienda y el alumbrado público de la localidad para coger la electricidad sin que pasara por el contador y, por tanto, sin pagar por el consumo extremo que puede conllevar el tener durante las 24 horas del día las luces encendidas y la ventilación activada. Esta ha sido la clave por la que el propietario, que vive fuera de la localidad y tiene la casa como segunda residencia, no se haya percatado antes de la okupación de su propiedad.

Como esta historia hay muchas más similares que en los últimos meses se han encargado de vigilar tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional en la provincia de Almería. Algunas de ellas muy sorprendentes, sobre todo por la especialización con la que los denominados narcokupas realizan el montaje de las plantaciones. Ventilación, iluminación artificial durante las 24 horas del día, calefacción, riego por goteo e incluso mecanismos de control biológico de plagas para evitar que la cosecha se vaya al traste por insectos tan dañinos como puede ser la mosca blanca, entre otros. Estas son algunas de las estrategias y herramientas que usan estos okupas del negocio de la droga, que se multiplican cobijados por la "seguridad" que les da el acceder a una propiedad que no es suya para llevar a cabo la plantación y, si la Guardia Civil o la Policía la descubren, difícilmente puede vincularla con ellos a no ser que sean cazados in fraganti o que hayan sido objeto de vigilancia durante un tiempo determinado.

Precisamente por motivos de seguridad, los inmuebles más atractivos para los narcokupas que se dedican a este negocio son cortijos con apariencia de estar abandonados, casas viejas con aspecto de estar deshabitadas o incluso viviendas nuevas ubicadas en edificios de las afueras de las localidades, que tienen controladas y saben perfectamente que nadie vive en ellas, muchas incluso propiedad de las entidades bancarias o incluso de las promotoras.

En la mayoría de las ocasiones han sido los propios vecinos los que han alertado de la situación a las autoridades, por el olor que desprenden las plantaciones, por el trasiego a horas sospechosas, o incluso por el ruido que puede llegar a hacer la ventilación y extracción que la mayoría instala en es tos huertos de marihuana. Aunque también se ha dado el caso, como ocurrió hace escasas semanas en la capital almeriense, de que un incendio en una vivienda, concretamente en la calle Roquetas de Mar, fue el detonante por el que la Policía Local y los Bomberos descubrieron que había una plantación de marihuana, con exclusivas medidas de seguridad para garantizar el crecimiento de la cosecha.

Los invernaderos también son terrenos atractivos para realizar grandes cultivos de marihuana. En la provincia de Almería la Guardia Civil ya ha desmantelado en los últimos meses varias fincas que habían sido utilizadas para grandes plantaciones de cannabis, entre sandías, melones, tomates o cualquier otro producto, incluso entre las flores.

Ficus, crisantemos, margaritas, jazmines... y marihuana, maría para los amigos. El paisaje de los patios, jardines y terrazas de la provincia tienen también desde hace pocos años una nueva planta, denominada cannabis, cuyo cultivo, pese a ser ilegal, se extiende a un ritmo de vértigo. Es una realidad que ha sido constatada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que operan en la provincia de Almería, que afirman que este tipo de plantaciones se ha llegado a multiplicar, lo que ha incrementado también el volumen de las incautaciones en plantaciones caseras, así como las acciones de vigilancia, principalmente en las zonas más rurales.

La crisis y el refuerzo de las medidas de control sobre el conjunto de importaciones desde el norte de África han impulsado el cultivo doméstico, a pequeña escala, para consumo propio y también de personas sin antecedentes, con el objetivo de tener una fuente de ingresos extras.

Asesoradas por tiendas y revistas especializadas, crece el número de personas dispuestas a balancearse sobre el filo hilo que separa la ilegalidad de la legalidad. Las semillas están permitidas, pero las plantas no. Es más, a las personas que se les incautan se juzga por un delito contra la salud pública. Se ha llegado a dar un caso en el que un vecino de La Cañada, en la capital, denunció el robo de unas plantas que cultivaba en su casa y tras comprobar la sustracción denunció y fue detenido.

La cifra de operaciones policiales crece en los meses de otoño hasta la primavera, en plena época de recolección, y también la actividad de vigilancia. Las plantas de cannabis presentan en este tiempo un aspecto más frondoso y despiden más olor que en otra temporada. Y en función del tipo de variedad (la más común es la denominada sativa) pueden superar el metro y medio de altura. Este es un factor que las hace muy visibles a las patrullas y en un buen número de las actuaciones que se han desarrollado durante los últimos meses del año 2014 y los primeros del 2015, la localización ha venido precedida de una simple inspección ocular, del olor o incluso de sospechas por los movimientos de una o varias personas a horas extrañas. También la colaboración ciudadana ha sido clave en muchas operaciones.

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