Almería

Al son de Ciudadanos

  • Populares y socialistas aceptan las condiciones de la formación de Miguel Cazorla y comienzan a acoplar los programas en comisiones de trabajo tratando de ganarse su apoyo en la investidura.

EL último en llegar, con menos de un año de vida en Almería, marca el son al que todos los partidos bailan en la capital después de las elecciones municipales del 24 de mayo. Con sólo tres concejales de los 27 que tiene la corporación, el candidato de Ciudadanos, Miguel Cazorla, ejerce de anfitrión de un proceso de negociación a cuatro bandas, aunque por separado, al que han sido invitadas el resto de formaciones con representación municipal. Es el protagonista del viacrucis de reuniones de las que saldrán los futuros acuerdos que garanticen la gobernabilidad de la ciudad, incluso en las que están realizando otros partidos, porque aún careciendo de la legitimidad de la lista más votada cuenta con la ventaja de ser partido bisagra y llave de la futura Alcaldía. Nada más concluir el recuento de votos, el líder almeriense del partido de Albert Rivera dejó bien claro que buscaría todo tipo de consensos y así lo viene haciendo supeditando la agenda de los demás actores a un escenario electoral marcado por la incertidumbre y el suspense probablemente hasta el tiempo de descuento.

Después de una primera toma de contacto en la que impuso sus condiciones -documento marco de Ciudadanos- a los interesados en ganarse su apoyo de cara al pleno de investidura del próximo 13 de junio, Miguel Cazorla sigue saboreando el rol determinante, deshojando la margarita, sin dar el más mínimo síntoma de haber tomado una decisión. Alejado de los pactos exprés precocinados meses antes de las elecciones, el que fuera concejal de GIAL no ha despejado ni una sola incógnita y da pie en cada comparecencia a todas las casuísticas posibles en una indefinición estratégica en la que no falta coba y fanfarria para seguir creciendo auspiciado por la desesperación de los que quieren el bastón de mando y de la reputada marca de Ciudadanos. Hecho un pincel, con un gesto serio de equidistancia con los aspirantes y un discurso empedrado de buenas intenciones, ha conseguido todo lo que se ha propuesto en sólo un par de días. Amparado en una creciente pulsión del cambio y en la debilidad del bipartidismo, ha forzado a PSOE y PP a aceptar las reglas del juego impuestas por la dirección de la formación naranja. Populares y socialistas han pasado el primer corte asumiendo el documento marco fabricado por Ciudadanos y ayer mismo dieron comienzo comisiones de trabajo temáticas en las que acoplarán programas y propósitos, sin entrar aún en ese mercadeo de dietas, liberados y escaños del que han renegado los nuevos inquilinos del consistorio hasta la fecha. "Somos la primera capital de España en la que PP y PSOE firman el compromiso de regeneración política de Ciudadanos", exhibió Miguel Cazorla, sin tener en cuenta que el actual alcalde y candidato, Luis Rogelio Rodríguez, no tendría competencia alguna para implementar las primarias, entre otras medidas, sin recibir la aprobación de la calle Génova. Obviando esas limitaciones reales, el jefe de Ciudadanos prosiguió con su pirotecnia calificando de hito en la democracia almeriense que por primera vez se "hable de ciudad y no de cargos", después de precipitarse al abismo cegado por el poder pidiendo ser alcalde fruto de un peculiar sentido del pragmatismo. Tuvo que mediar la dirección nacional de la formación para frenar sus anhelos y desde entonces enfoca su refinado instinto matador con mensajes contradictorios en los que insinúa maneras de formar parte de los gobiernos sin ocupar la presidencia. De hecho, ayer mismo se habló de tripartito en el encuentro que mantuvo con Izquierda Unida, formación que no quiere caer en la irrelevancia política pero tampoco entrará en el juego del "ratón y el gato" de los consensos forzados y trágalas. La tercera de las citas de Ciudadanos se produjo ya por la tarde con los socialistas, con los que también ha iniciado los grupos trabajo con interlocutores tras ser aceptadas sus reglas. A partir de ahora, serán jornadas maratonianas de análisis programático en las que se casarán las propuestas de unos y otros sobre la ciudad con la psicosis de no saber si acabarán en papel mojado. El exasperante concierto de los teléfonos de los interlocutores y dirigentes de los partidos en liza sonará de forma casi ininterrumpida hasta que a lo largo de la próxima semana los del naranjito determinen si hay posibilidades de sellar acuerdos de gobierno. Mientras tanto, PP, PSOE e IU están condenados a entenderse con Miguel Cazorla y su equipo, quienes han puesto a prueba su capacidad de consenso en un mapa de más pluralidad democrática que nunca. El propio alcalde afirmó que "ninguna fuerza política ha logrado la mayoría absoluta y debemos cumplir el mandato que nos hacen de ponernos de acuerdo". Pero a la hora de plantear ese futuro gobierno que pueda dotar al Ayuntamiento de la capital de estabilidad institucional, se abren múltiples opciones que van en función de sintonía de los partidos, de posiciones ideológicas y del contraste de programas sobre las que tendrá una voz determinante el papel que quiera adoptar Ciudadanos. Su "cambio sensato", el que vistió sus pancartas y titulares durante la campaña, puede diferir del que tienen en mente los socialistas. El hecho de conseguir que firmen el documento marco los principales partidos de la ciudad en base a su debilitamiento ya implica, según Miguel Cazorla, un cambio en la política almeriense. Y es que vive de los mensajes ambivalentes con los que fuerza la blandenguería de los que interpretan en función de sus intereses. Todos bailarán al son de Ciudadanos, al menos durante los próximos diez días.

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