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Sanlúcar

Asalto al palacio ducal

  • El PP envía una réplica de García-Pelayo y Teófila, Ana Mestre, a combatir en un feudo del PSOE y cuna andaluza de Ciudadanos

El centro de trabajo de Belén y Nico es el vestidor de Luisa Fernanda, segunda hija de Fernando VII y hermana de Isabel II, casada con Antonio Orleans, duque de Montpesier, hijo de la princesa de las Dos Sicilias. Figúrense. Es sólo una de las dependencias de este palacio caprichoso, de aires mudéjares con jardines ingleses, que es el edficio que aloja al Ayuntamiento de Sanlúcar. Quien no lo conozca no debe perdérselo. Todo en este palacio es asombroso, un reflejo del esplendor pasado de esta localidad, cuando Sanlúcar, vía directa con Sevilla, lugar de veraneo de la nobleza, era el centro de muchas cosas.  En este vestidor, que es amplio, muy amplio, frío en invierno y caluroso en verano, Nico y Belén comunican, hacen notas de prensa en sus ordenadores. Cada uno tiene un patrón diferente, lo que no impide que se lleven muy bien. Nico trabaja para el grupo municipal socialista y Belén trabaja para Ciudadanos Independientes de Sanlúcar, la coalición que gobierna Sanlúcar de Barrameda.    

 

Difícilmente podían pensar los candidatos de entonces, Irene García y Alberto Marín, cuando suscribieron el acuerdo de gobierno, que en 2015 las cosas iban a cambiar tanto. Ni uno ni otro son candidatos. Irene García porque abandonó la alcaldía para dedicarse a la estructura provincial del partido; Alberto Marín porque iba a protagonizar un fenómeno político que todavía asombra a los analistas: el catalán Albert Rivera se fijó en él para ser el rostro de su partido en Andalucía. Este comerciante y entrenador de voleibol sanluqueño se presentó a las autonómicas y ahora escucha las súplicas de Susana Díaz para que le dé su voto. Sí, esto era impensable en 2011. El comerciante que sacó tres concejales en Sanlúcar ha sido el chupinazo de un movimiento llamado Ciudadanos, que ha eclipsado el estallido Podemos. Y ocurrió en Sanlúcar.

 

Por eso le pregunto a Belén, periodista, experta en comunicación política, que  cómo fue eso de Ciudadanos en Sanlúcar. "Qué original". "Ya". Belén instruye: "En realidad todo es bastante sencillo: vecinos que en vez de hacer política de bar, de quejarse porque las cosas nofuncionan en su pueblo, se juntan para hacer política de verdad. Pero no una política de grandes proyectos, sino de cambiar pequeñas cosas para que la vida del ciudadano sea más fácil. Y había un comerciante, una farmacéutica, una estudiante de Derecho de entonces, que es la candidata de ahora... Gente normal haciendo política, un  proyecto que coincidía en muchos puntos con lo que luego ha sido Ciudadanos". 

 

Este partido independiente, ahora con sede en la calle Ancha y con todo el mundo observando sus movimientos, nació cuando en Sanlúcar gobernaba el PP con mayoría absoluta y tenía muchos proyectos faraónicos. El PP heredaba un ayuntamiento golpeado por lo que todo el mundo llamó el caso Sanlúcar, un intento de soborno para que un concejal no acudiera a una moción de censura. Años después casi puede parecer un asunto menor, casi infantil, tras todo lo que ha caído en España, pero en su día tuvo relevancia nacional.  Juan Rodríguez, que falleció en plena legislatura, fue el alcalde de aquel PP que iba a regenerar el Ayuntamiento. Cuentan en Ciudadanos que para esa regeneración necesitó 57 asesores. Ahora sólo hay diez. "El acuerdo con el PSOE se basa en cumpliientos concretos de programa que tienen un seguimiento periódico", explica Belén. 

 

Los candidatos de los partidos que gobiernan en Sanlúcar son distintos a los de hace cuatro años. El PSOE presenta  a Víctor Mora, actual alcalde, un licenciado en Historia que se afilió al partido en 2001 y en 2003 ya era concejal. Ciudadanos presenta a Elena Sumariva, licenciada en Derecho, concejal de Educación, Juventud y Deportes.

Ambos son jóvenes y han pasado, casi sin solución de continuidad, de la vida académica a la vida política. El PP también muestra una novedad que lleva trabajando meses. Es Ana Mestre, de Jerez, ex concejal de Cádiz, pura cantera popular, un calco de nueva generación de Teófila Martínez en Cádiz y de María José García Pelayo en Jerez.

Un genotipo que siempre ha dado buen resultado. Mestre es una mujer simpatiquísima que se ha hecho muchos kilómetros de un lado a otro. Tenaz, casi todos los fines de semana de los últimos meses se le podía ver en el Balbino, el bar emblemático de Sanlúcar. Allí, aparentemente, no hacía campaña, pero saludaba a los vecinos, apoyada en las vallas que el partido contrató para dar a conocer su imagen mucho antes de que empezara el maratón electoral. Quién dijo miedo, ha venido a decir la jerezana.

 

IU no hace experimentos y sigue teniendo a Rafael Terán, el funcionario que dio nombre a un caso de corrupción por malversación, el caso Terán, porque fue él el que lo denunció en tiempos en que Manuel Vital (PSOE) era el alcalde. El caso fue archivado por prescripción. El pasado jueves por la mañana ahí estaba Rafael, ante el nuevo mercado de abastos, a la espera de que Diputación rehabilite el antiguo, lo que está costando más de dos millones de euros -y lo merece-. Terán es un tipo muy querido en Sanlúcar. "Todos nos quieren mucho, pero luego no nos votan", dice una de las integrantes del equipo que reparte trípticos ante la indiferencia olímpica de los puestos, acostumbrados a los políticos en campaña. Tampoco los andalucistas arriesgan mucho, al presentar a Antonio Prats, histórico entre los históricos, con algunos cargos públicos a sus espaldas. Y Podemos presenta a David Rodríguez Alhambra, un activista en las corralas. 

 

Y es que Sanlúcar es un pueblo grande o una ciudad pequeña donde suceden muchas cosas. El centro está plagado de vendedores ambulantes, parece un zoco, con exposición de Nike que no es Nike, Levis 501 que no es Levis 501 y películas pirateadas al lado de terrazas de bares repletas con un atractivo hostelero casi sin igual. En las afueras, saliendo de Sanlúcar, antes de llegar al gran centro comercial Las Dunas, te puedes encontrar un viejo casco bodeguero transformado en un 'macrochino', viejas casas al borde de la demolición ocupadas por familias sin casa o una barriada donde la Policía entra de vez en cuando a derribar bunkers de droga. Sanlúcar es esplendorosa, única, y es también el municipio en el que vecinos apedrean helicópteros que tratan de alijar la mercancía de contrabandistas de hachís. Sanlúcar, desembocadura del Guadalquivir, es uno de los lugares más extraordinarios de la provincia. Incluso en la política, tan lejos de lo ordinario.

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