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Elecciones Andalucía

Chaves salva el debate ante una oposición que reclama en bloque un cambio

  • El candidato socialista apela a la participación el 9 de marzo · Arenas subraya los malos datos de desempleo y renta de Andalucía · Valderas plantea que IU es la única alternativa de la izquierda · Álvarez no logra que cale su mensaje

El cronómetro se impuso en el debate a cuatro bandas que anoche enfrentó en Canal Sur a los cabezas de lista de PSOE, PP, IU y CA a la Presidencia de la Junta de Andalucía. Manuel Chaves salvó sin excesivas dificultades una cita en la que Javier Arenas, Diego Valderas y Julián Álvarez lograron sólo por momentos poner en una situación incómoda a quien el próximo 9 de marzo intentará optar por sexta vez consecutiva a la Presidencia de la Junta. Las limitaciones de los tiempos de intervención de cada uno -dos minutos y medio como máximo en cada turno, pactados previamente por los partidos- y la dispersión lógica de argumentos que se produce entre cuatro interlocutores hicieron que Chaves saliese prácticamente indemne. Desde flancos opuestos, sólo en algunos momentos supieron ponerle algo nervioso Arenas y Valderas. Álvarez pagó la bisoñez del estreno.

Chaves llegó tenso a la cita y fue el único de los candidatos que, a su llegada, se mostró remiso a hacer declaraciones previas a los periodistas. "La corbata la ha elegido mi mujer", dijo rompiendo el hielo. Roja, como la de Rajoy el día anterior; azul con topos la de Arenas, como la de Zapatero.

El arranque del candidato a la reelección, con una peregrina alusión a las investigaciones con células madre, fue disperso en fondo y forma, y dejó a sus adversarios despejado el campo para las críticas.

La mirada se le perdió en el vacío a las primeras de cambio cuando el moderador, Carlos María Ruiz, le avisó de que su turno incial había concluido. Había transcurrido tan sólo minuto y medio y Chaves martilleaba sus dedos sobre la mesa. No obstante, el presidente de la Junta contrarrestó el "catastrofismo" de Arenas echando mano de cuadros y estadísticas de colores que mostró a la cámara en los momentos oportunos. Curiosamente, y pese a la efectividad de esta treta, los otros candidatos no hicieron uso de ella.

Arenas intentó poner el listón del debate alto y recordó al presidente de la Junta que sus 18 años en el poder ofrecen como balance una comunidad líder en desempleo y a la cola en renta que nada o poco tiene que ver con la "Andalucía al máximo" que pregona la propaganda de la Junta.

Es el más hábil cuando hay focos y, aunque en sus intervenciones fue de menos a más, dio la sensación de que reservó para el próximo domingo, en el cara a cara con Chaves en Canal Sur, cierta dosis de agresividad dialéctica. Haciendo cuentas, a estas alturas sigue siendo el candidato de la oposición y ningún sondeo le ofrece posibilidad de vencer en los comicios. Sólo le queda apretar el acelarador y vencer la próxima vez al cronómetro, contra el que ayer protestó en varias ocasiones como el jugador que ve cómo se le escapa el partido mientras el empate se mantiene en el marcador. Jugó mejor, pero las victorias por puntos apenas si contabilizan.

Salvo en algunos momentos, no hubo apenas asperezas y la confrontación de programas y críticas se desarrolló con buen tono. Y hasta con sonrisas. Al igual que hace cuatro años -aunque los votos no le acompañaron después al no ser elegido diputado- ,Valderas estuvo especialmente atinado a la hora de colocar sus mensajes desde una óptica de izquierdas. No buscó únicamente el cuerpo a cuerpo con el líder socialista, sino también con Arenas. En varios momentos tuteó a uno y otro, aunque el candidato popular rehuyó sus envites.

El punto de partida para los aspirantes de IU y CA como fuerzas minoritarias podía haberles llevado a una disyuntiva peligrosa: presentarse como una muleta presta a dar sus votos a otro partido para conformar una mayoría absoluta en el nuevo Parlamento -como hizo torpemente la federación de izquierdas en el año 2000- o apostar por una alianza a la griega para desalojar al PSOE del poder, lo que en la práctica hubiese supuesto echarse en brazos del PP. Ni Valderas ni Álvarez cayeron en la trampa, aunque el primero demostró mucha más veteranía.

Valderas había empezado el debate con un gol en propia meta al lucir en su corbata violeta -el color su campaña, en un guiño al electorado feminista- un reguero de manchas imposible de disimular, aunque en el intermedio publicitario intentó ocultarlas cruzándose la chaqueta. En su discurso hubo mensajes destinados a las mujeres, a los ecologistas y a los trabajadores, y críticas a los gobiernos de Chaves y Aznar por su modelo "capitalista y especulativo".

Álvarez naufragó en su primer enfrentamiento ante tres rivales de peso. El primer error del candidato andalucista fue presentarse a los espectadores nada más darle paso el moderador, lo que subrayó su condición de novato. En contraste con Chaves, Arenas y Valderas, las propuestas del autodenonimado Obama andaluz no pasaron de un enunciado de inicitivas bienintencionadas y sin concreción. Sólo Arenas se prestó a echarle un cable al aceptar su propuesta de acuerdo para hacer realidad el trasvase del Ebro hasta Almería, que había sido defendido previamente por el candidato popular. Sus otros dos rivales ofrecieron por respuesta su indiferencia para no concederle mayor trascendencia.

En el turno final, los tres adversarios de Chaves reclamaron al unísono el voto para posibilitar un "cambio" en el Gobierno andaluz, pero sin especificar mediante qué fórmula; el aspirante a la reelección apeló una vez más a la participación, el camino para corto para conseguir su propósito.

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