Elecciones

La campaña más previsible

  • El reto de renovar los equipos de Gobierno de 102 pueblos y dos entidades locales convierte a estas elecciones en algo más que unos comicios previos a unas generales y autonómicas en España y Andalucía

A pesar de que llevamos meses de lo que el Manual del eufemismo en política califica como precampaña que en definitiva es algo así como la campaña pero sin pedir el voto de una manera directa, desde la medianoche de ayer estamos en campaña electoral. Quince días de actos, mítines, discursos, fotografías, promesas, ataques y defensas, que concluirán con la jornada de reflexión, o de descanso según se mire. A pesar que desde Madrid y Sevilla se apunte hacia claves que tienen poco que ver con el calificativo (municipal) de la consulta, unos en clave sucesoria y otros anhelando un relevo, lo cierto es que tanto en la capital almeriense como en los restantes 101 pueblos y 2 entidades locales de la provincia hay en juego son la manera de satisfacer las necesidades de los vecinos y quién va a ser la primera persona a la que estos acudan si algo no funciona.

Las próximas dos semanas cabalgan a lomos de unas encuestas que en pocas oportunidades han tenido un color más definido y de cumplirse sus vaticinios (lo cual es mucho decir) concederán a la provincia un panorama político de color azul oscuro y rosa pálido. No obstante, la ciencia demoscópica sí tiene en este caso algo que decir en el reparto de responsabilidades a partir del próximo 23 de Mayo: la Diputación. Según los resultados de las pasadas elecciones y siempre dando por buenos los augurios que se le conceden en cuanto al análisis de intención de voto, el PP recuperará el Gobierno de la institución provincial. Apenas con una mínima ganancia de votos en la circunscripción de Vera y en la de El Ejido, los populares arrebatarán los dos integrantes que le hacen falta para conseguir el sueño del presidente provincial que ha considerado que se la arrebataron de mala manera.

Por lo que se refiere a la capital almeriense, quien asuma el gobierno del Ayuntamiento durante los próximos cuatro años deberá afrontar el principal reto urbanístico y la más importante transformación a la que se debe enfrentar la ciudad en los próximos años. Tarde, pero Almería dejará de estar cercenada por culpa de las vías del tren y se podrá asumir el reto que supone dejar de estar aislada en materia de comunicaciones. El soterramiento y la llegada del AVE determinarán el devenir político de la próxima corporación, previsiblemente la que inaugurará las obras. El panorama en la capital se ha clarificado con el abandono de la aventura del GIAL de Juan Megino, lo que augura un regreso al bipartidismo con IU de árbitro.

La provincia también tiene asuntos aún por esclarecer, en algunos casos literalmente. El segundo municipio más importante, El Ejido, se enfrenta a un candidato imputado y recién salido de prisión. Su mayoría absoluta está más en entredicho que nunca y los últimos escándalos en el municipio con denuncias de agresiones de por medio, podrán decidir si sus habitantes desean que se hable cada vez más del futuro y menos del pasado. ¿Y un pacto a la vasca entre PP y PSOE? Todos lo descartan, pero nadie pone la mano en el fuego por que no se hará. De Roquetas poco que decir, salvo augurar una mayoría aplastante de un Gabriel Amat devorador de adversarios durante años.

El Poniente seguriá en manos de los populares que confirmarán el vuelco dado en los pasados comicios locales donde alcanzaron cotas nunca vistos. El Levante es más complejo con multitud de formaciones que harán de la política de pactos el pan suyo de cada día y el Almanzora y el norte de la provincia son los únicos graneros de votos de un PSOE en retirada de sus tradicionales feudos y con peticiones de renovación si los malos vaticinios llegan a cumplirse en su totalidad.

El 23-M todos habrán ganado. Los pueblos de Almería seguirán esperando soluciones. Y así hasta las generales del año que viene; terminará una campaña y volveremos a estar en precampaña en un círculo vicioso que corre el serio peligro de no terminar nunca.

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