Análisis

El PSOE preparó su propio funeral

  • La mala gestión y la obsesión con los fantasmas del pasado llevaron a Sánchez a olvidarse de lo importante: solucionar los problemas de los jerezanos · El PP no puede traicionar ahora la confianza de los ciudadanos

“Ya estoy harto de ser el que siempre lleva la razón en el funeral”.   La frase la pronunció Francisco González Cabaña en plena batalla por la lista del PSOE de Jerez, cuando peleaba por su “caballo ganador”, convencido de que con Pilar Sánchez el batacazo electoral estaba cantado. Y no se equivocó: ayer los jerezanos hablaron alto y claro, convirtieron a María José García-Pelayo (PP) en alcaldesa con mayoría absoluta con unos resultados históricos: 15 concejales, por los 5 que obtuvo el PSOE, los peores que se recuerdan.

Cuando el PP aún no daba crédito, el funeral del PSOE se celebraba en la intimidad, entre caras desencajadas. La debacle sin precedentes,  el hundimiento de Pilar Sánchez y su equipo,  ha estado precedido de una serie de errores en cadena, fruto de la mala gestión, la prepotencia, la desconfianza, los excesos, la falta de liderezgo y mano izquierda, y la bronca interna. Con decir que anoche se escapó alguna risa floja alrededor de Sánchez sobra el resto. Los propios socialistas han protagonizado su suicidio colectivo.

Está bien culpar a la crisis de todos los males, como hizo la alcaldable socialista anoche, en la comparecencia en la que puso su cargo a disposición del partido, todavía noqueada. De hecho, la recesión económica no tiene parangón. Pero tampoco la caída socialista, que perdió 10 concejales y sólo sumó 600 votos más que el Foro Ciudadano, de PedroPacheco (4 concejales).

En el discurso de Sánchez faltó autocrítica, porque ni habló de posibles errores, ni de sus defectos, que los tiene, igual que tiene virtudes. Por encima del resto, su capacidad de aguante, por ejemplo, frente a los desaires de su propio partido, que se han consumado en la campaña, con apoyos contados. Si hace 4 años ella sumó al PSOE, en los últimos tiempos, en cambio, restó a una marca ya de por sí desgastada.

Visiblemente contrariada, Sánchez, cuando se dirigió anoche a los pocos que le acompañaban, tras felicitar con elegancia a los populares manteniendo el tipo a duras penas, también dejó entrever que los jerezanos no han estado certeros. Fue cuando dijo  que acepta la derrota —poco más podía decir— para subrayar que el tremendo varapalo “no se corresponde con el trabajo realizado”. Aún no lo asimilaba y se refería sin duda al nuevo PGOU, al mayor parque comercial de Andalucía y, entre otras, a la inversión pública capitalizada en obras en muchas barriadas y equipamientos públicos.

 De nada sirvió el esfuerzo porque también los ciudadanos le dijeron en las urnas que cuando una ciudad te apoya de esta manera no se merece tan nefasta gestión. Es difícil ahora analizar las causas del hundimiento, pero para empezar se podría hablar de que simplemente no entendió el mensaje que le lanzaron los jerezanos cuando la auparon a la Alcaldía. En lugar de poner orden en el Ayuntamiento y gobernar para todos, lo instaló en el caos. Y si bien es cierto que la crisis no ayudó en absoluto, no lo es menos que no aplicó el ajuste necesario al comienzo de la legislatura. En lugar de ello, se enfrentó a toda la plantilla al cuestionar la legitimidad de los empleados municipales, para extender su mala relación a las concesionarias. Obsesionada con los fantasmas del pasado y con Pedro Pacheco en primera persona, enzarzada en juicios estériles y en persecuciones sectarias, Sánchez olvidó lo primordial, que gobernaba para solucionar los problemas de los ciudadanos.

Y muy pronto llegaron las fisuras con su propio equipo. Primero, cuando nombró a Casto Sánchez, en el que no creía, delegado de Presidencia y ‘número 2’ del gobierno local, en detrimento del que hasta ahora había sido su primer espada, Juan Manuel García Bermúdez.  Leales como Dolores Barroso e Irene Canca bajaron los brazos cuando observaron que entregaba el poder a su núcleo duro, capitaneado por el ex jefe de gabinete, Juan Carlos Jiménez, con el que contrajo matrimonio en mitad de legislatura. El desgaste a estas alturas ya era brutal. “A partir de ahora, con la bronca interna y la que está cayendo, esto solo puede empeorar”, vaticinó una alta dirigente del partido.  Así fue.

A pesar de llegar a contar con muchos asesores, se equivocó al decidir en demasiadas ocasiones, quizá por escuchar a quien no debía. Sánchez casi nunca entendió el tiempo que le tocó vivir. Y para acabar de ponerla de los nervios, Pacheco, al que ella misma ‘resucitó’, se presentó con el Foro. Sin embargo, la garantía que éste prometía estaba caducada, como demostró anoche dando una imagen impresentable al cargar las tintas contra Sánchez sin necesidad.

A la postre, la ciudad ha dado un vuelco espectacular al Ayuntamiento y será María José García-Pelayo, al frente del PP, la alcaldesa que gobierne con absoluta los próximos cuatro años. Ni ella misma se lo habría creído en 2007, cuando ya pensaba en dedicarse al Parlamento, tras la derrota que sufrió en 2007. Su partido, en cambio, sí apostó por su continuidad al observar su potencial y la trayectoria de Sánchez, que dilapidaba su crédito por días. El respaldo fue más que de palabra, ya que le prestaron el apoyo que otras veces no tuvo.

Finalmente y con un equipo renovado, los populares han recogido sus frutos sin apenas hacer ruido, sin entrar en la refriega cuando tuvieron momentos para ello. El PP esta vez optó por dejar a los socialistas que se hicieran oposición entre ellos para acercarse al máximo a los vecinos con un sinfín de reuniones con colectivos de toda índole.

Confiemos en que no repita los errores pasados y en que García-Pelayo sepa aprovechar la gran ocasión que le han brindado las urnas para gobernar la ciudad, esta vez sin necesidad de pactos. Ahora se podrá sacar la espina. Pero ojo: los jerezanos han demostrado cómo responden en caso de que les falle

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