Sexoafectividad

“Mi novio es mucho más joven que yo”

  • Cuando son hombres, damos por hecho que es amor. ¡No lo va a ser! Si hasta los directores generales de cualquier empresa se casan con mujeres mucho más jóvenes que ellos. Las suspicacias vienen cuando son las mujeres las que se echan un novio mucho más joven y, encima, lo pasean. Bienvenidos al símbolo más machista de nuestra sociedad en la que las mujeres no podemos tener parejas más jóvenes. 

“Mi novio es mucho más joven que yo”

“Mi novio es mucho más joven que yo” / Christopher Campbell

Nos han llamado ‘cougar’, ‘panteras’ y ‘MILF’. En todas las definiciones hay un componente sexual en el que la mujer aparece como una devoradora de hombres que, en este caso, se merienda a hombres muchos más jóvenes que ella. La carga despectiva del mensaje es clara. Hasta cuando se las sexualiza a ellas con el acrónimo de MILF (Mother I Like Fuck, madre que me follaría) se deja claro que es una devora tiernos. Basta con escribirlo en cualquier buscador para tener todo un repertorio de ellas. Jordi, El Niño polla no deja de triunfar gracias a esa combinación: chico joven más madurara. 

Que los jóvenes gustan es una obviedad. Es lógico que puedan gustarnos hombres con la piel tersa, sin tanta grasa alrededor como los que tienen nuestra edad, que, encima, aguantan en la cama mejor que uno de más de cincuenta, que son, por edad, los que me corresponderían. Sí, amigas, la potencia sexual es una de las razones por las que las maduritas tenemos amantes más jóvenes. Y porque es la fantasía sexual más reconocida. 

Dolores Conquero es una mujer que relata maravillosamente cómo es su relación de pareja con un hombre más joven. “Mi novio es más joven” es una realidad que hay que pasear, normalizar y aceptar. Esto último es lo que más cuesta. Porque a las mujeres no se nos acepta que no queramos cargar con el marido que nos corresponde. Y en eso no entran nunca los más jóvenes. “Siempre nos miran, siempre. Que yo le saque más de veinte años y que sea tan evidente levanta suspicacias, comentarios, burlas y desplantes. Ni siquiera la familia lo acepta siempre”. 

Diferencia de edad, de vida, pero ¿y en la cama? 

A Rosa le pasó pero con su novia. Era mucho mayor que ella. Y eso, también, levantaba resquemor. “Mi madre no lo entendía. Qué hacía yo con una señora veinticuatro años mayor que yo. La gente nos miraba siempre. Y daba por hecho que era mi madre. En un apartamento vacacional me trataron como si fuera su hija”. La relación se distorsionó porque la mujer mayor no dejaba de dejar claro cuánto había vivido y debía aprender Rosa “Era innecesario que me tuviera que sentir tan cría a su lado. A veces me dio verüenza”. Esto es algo que se repite con cierta frecuencia. 

En algunos casos, el problema radica en la frecuencia sexual. Amaya tuvo una relación con una mujer dieciocho años mayor y, recuerda, haber tenido que amoldarse a su frecuencia sexual, que era mínima. “En la cama, en concreto, no conseguimos encajar en momentos y frecuencia, así que uno me ‘supedité’ a vivir en una relación de escaso sexo y pocos momentos de verdadera cercanía física. Aunque la experiencia es un grado: “Cierto es que lo que aprendí con ella, ahora, lo disfruto mucho con mi actual pareja, de mi edad”.  

Gestionar ser la novia vieja tampoco es fácil. A Ada aún le cuesta. “No ha cumplido veintiséis años y tiene una relación conmigo, de cincuenta. Cada vez que me toca las tetas, pequeñas, flojas pienso que estaría mejor con una niña de su edad. Me obsesiona el tema porque sé que me dejará por otra más joven”. El problema es que Ada ni siquiera se permite disfrutar de su éxito: ese amante más joven la quiere a ella. “En realidad, sé que es porque no puedo hablar del tema de que no haya futuro. Que yo quiera envejecer a su lado es lógico. ¿Y el hacerse mayor al mío?”

Novia más joven Novia más joven

Novia más joven / Andrés Hernández

Para Jimmy, veintiséis años, estudiante de ingeniería, que su novia tenga veinticuatro años más es una cuestión evidente: “Me gusta su coco. Me gusta cómo piensa. Me gusta lo que aprendo de ella y, aunque sorprenda me chifla en la cama”. Se conocieron por internet, se vieron la primera vez a los cuatro meses y, desde hace un año, Jimmy frecuenta el apartamento de su novia con la misma frecuencia que cualquiera de sus amigos lo hacen con las suyas. “Me importa tan poco que piensen que es mi madre… Imagino a los vecinos cuando nos escuchan teniendo sexo y me muero de la risa”. El sexo en la cama entre una señora de cincuenta y un chico veinticinco se parece poco al porno pero es muy gratificante, divertido y estimulante. “Me siento inmensa. Me ligué a un chaval veintidós años más joven que yo, que se volvía loco conmigo en la cama. Yo no le enseñé; no íbamos por ahí. Compartimos. Pero su potencia, sus ganas, su ganas de que yo disfrutara muchísimo distaba con lo que yo tenía con hombres de mi edad o mayores que yo”. Para Carmela, su mejor operación estética ha consistido en Mario. “Me gusta hasta que pienses que soy una ‘cougar’; nos hace mucha gracia porque, en realidad, yo soy mucho más sumisa que Mario”. 

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