Sexualidades no convencionales

Fetichismos: manual de estilo

  • Entendemos por fetichismo la atracción sexual por objetos inanimados que incluimos en nuestra parafernalia sexual porque nos excitan. Constituyen un acicate para la puesta en escena de la sexualidad y, en algunos casos, salvan matrimonios. 

Sexo no convencional

Sexo no convencional / Artem Labunsky

Imaginen que su sexualidad dependiera de un objeto inanimado que nada tuviera que ver con el la sexualidad. Algo que, a priori, se utilice para cualquier otro menester pero que tuvieran la necesidad de que lo acompañaran a la cama para disfrutar tanto como gustan. Ese objeto sería su fetiche. Y, para muchos, son indispensables. 

J. Tiene cincuenta y tres años y no le gusta tener sexo si la mujer con la que lo tiene no lleva tacones. Es capaz de hacerse doscientos kilómetros para ir a buscar un ejemplar de zapatos que provoquen su erección. Sin esos tacones le cuesta. J. Es fetichista y más le vale encontrar pareja para sus gustos sexuales. Puede que un día dé con una que le diga que se deje de ridiculeces. O puede que consiga que todas sus mujeres tengan una colección de tacones que no pisan asfalto. Pero rasgan sábanas. Se llama altocalcifilia y está catalogada como filia sexual por la enciclopedia de la psiquiatría, el famoso DSM-5, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.

Aunque en el tema del calzado con fetiche los hay variopintos, que en Cádiz hubo un adicto al sexo que gustaba de manoletinas.

Los fetiches son muy variados. Se trata de una sexualidad no convencional desde el momento en el que da categoría sexual a un objeto inanimado. Al tratarse de algo personal, cualquier objeto puede convertirse en fetiche si consigue excitar a una persona que lo utiliza o necesita para sus relaciones sexuales. Aún así, existen ciertos fetiches más o menos representativos, que, unidos al de tacones hacen que la vida sexual de muchas parejas sea mucho más variada que la de la mayoría. De ahí que lo convencional no sea siempre lo mejor. Aburrirse en el sexo es el verdadero drama. 

Fetichismos varios

Fetichismo de pies

Para muchas personas los pies son un punto erógeno muy importante. Se excitan al verlos, al sentirlos, al olerlos, al lamerlos. E intentan hacer todo eso y más porque los pies constituyen un elemento sexual. Arola Poch es sexóloga experta en fetichismos de pies y una de las personas que más sabe de este tema, organizadora del Spanish Foot Fetish, la cita española para los amantes de los pies. 

Masoquismo y sadismo

El masoquismo y el sadismo tienen mucho de fetichismo por la cantidad de parafernalia que tienen. Se convierten en fetiches las palmas de madera con las que se fan los azotes en las sesiones de spanking. Pero todo lo que está alrededor de estas dos prácticas se convierten en fetiche desde los trajes de látex con los que se visten los llamados gomosos, que consiguen que la piel entera se convierta en un órgano de placer, hasta la cruz de San Andrés en las que se ata a una persona a la que se excitará posteriormente para que no pueda moverse. 

Trajes de látex para el sexo Trajes de látex para el sexo

Trajes de látex para el sexo / Viktor Forgacs

Peluches

Con el nombre tan raro de ursusagalamatofilia se conoce la excitación sexual hacia la piel de peluche, ya sea hacia los muñecos en sí o hacia personas que se disfracen como tal. Charles Marshall es un estadounidense de treinta años que fue detenido por mantener relaciones sexuales con muñecos de peluche en público. En realidad, de lo que se le acusó fue de exhibicionismo (penado en Estados Unidos), pero el hecho de que usara osos de peluche lo sitúo en las cabeceras de los periódicos de todo el planeta. La rareza estaba servida. Es uno de los fetichismos menos frecuentes, pero sí de los más escandalosos. 

Saliva 

Una de las imágenes más buscadas en Japón es la de mujeres que lamen cristales restregando su lengua y sus babas. La sarilofilia es la excitación por la saliva. G. Es un hombre de cuarenta y siente años que reconoce que necesita grandes cantidades de saliva en sus encuentros sexuales: “Me excita verla, me excita tocarla y me excita escuchar ese sonido que hace la boca cuando la produce”. Suficiente para que intente que esté presente en casi todos sus encuentros sexuales. 

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