Sexoafectividad

Devotos que creen, profundamente, en Dios

  • Ser profundamente devoto no está reñido con la diversidad sexual. En toda la extensión de la palabra. Muchas personas que no son heterosexuales ni se identifican con el sexo asignado al nacer (personas trans) y son, profundamente, religiosas. En la religión han encontrado el consuelo, la fe y hasta la paz que no encuentran en la vida real. 

Devotos que creen, profundamente, en Dios

Devotos que creen, profundamente, en Dios / Patrick Fore

“Era en la iglesia donde encontraba esa sensación de paz que me era negada en cuanto ponía un pie en la calle. Empecé a ir por esconderme de la vida real y allí conocí a una maravillosa que me quiso como era. No estaba acostumbrada a tanto”. Lucila es una mujer trans que vive en un pueblo andaluz de no más de 1.500 habitantes. Tiene fe a la Virgen del Rosario. Y a ella le dedica casi todas las horas libres que tiene. 

Alrededor de la devoción, Lucila ha tejido su red protectora y, también, salvadora. Protectora porque los hombres y mujeres que la acompañan en su devoción a la Vírgen del Rosario la aceptan como es sin pasarle factura por haber sido, de niña, un chaval de los que jugaban en la plaza. En el resto del pueblo no ocurría lo mismo. Fuera de las paredes de la iglesia en la que se refugiaba, las cosas no eran tan dóciles. “Hice mi transición a través de la seguridad social. Me vieron ponerme el pecho, dejarme crecer el pelo, afeitarme la barba y convertirme en la mujer que siempre he sido. Pero no todos encajaron que dejara de ser Manolito. Las cosas que decían de mí en la plaza no se escuchan jamás dentro De la Iglesia”. Y red salvadora porque Lucila, a raíz de sus visitas a la iglesia, ha dejado de tomar ansiolíticos, duerme mucho mejor y se quiere mucho más a sí misma. Ya no se siente san sola. Lucila sabe bien el verdadero significado del cristianismo. 

Para Lucila ha sido importante saber de la existencia de Revuelta de mujeres en la iglesia, el grupo activista católico y diverso que lucha por la presencia de la mujer en la iglesia integrado por personas sexualmente diversas: con todas las orientaciones e identidades sexuales posibles. Defienden que la comunidad LGTBI no pase sufra ni sea discriminada y pueda ejercer, también dentro de la propia iglesia su labor constructiva. Pero, a día de hoy, el Vaticano se cierra en banda de contemplar cualquiera de estas posibilidades: ni permite la entrada de mujeres en las altas jerarquías, ni siquiera pueden ordenarse sacerdotisas, ni acepta, explícitamente, la diversidad sexual. Pero la realidad es otra. Porque en las propios lugares de culto, en las sacristías, en las cofradías la revuelta ya ha germinado

Asociaciones cristianas y teólogos aperturistas critican la postura eclesiástica. 

Movimientos en la Iglesia

La base de la iglesia sí está evolucionando. Esas mujeres que acuden cada día a la iglesia, que mantienen los mantos de las vírgenes impolutos, que ayudan en la sacristía; esas mismas mujeres son las que obligarán a la iglesia a cambiar. Tere Casillas, doctora en neuroquímica y profesora de Formación Profesional, cree que por mucho que no quieran los altos cargos eclesiásticos, si los cambios vienen de abajo, serán imparables. “Nos hemos reunido con obispados, no solo con el de Madrid y, sobre todo, con muchas diócesis. Las bases de la propia iglesia no son como las altas jerarquías. Por mucho que estas no se muevan no les va a quedar otra que ir haciéndolo. Porque se sostienen sobre nosotras”. 

Devotos diversos Devotos diversos

Devotos diversos / James Coleman

Pepa Moleón es otra de las mujeres activistas profundamente religiosas. Pedagoga jubilada, compagina su activismo católico con colaboraciones en la revista Alandarsostiene que por mucho que sean inamovibles las posturas ofrecidas por los obispados, en las iglesias de los pueblos ocurren otras cosas: “En la Iglesia estamos todas las personas. No solo las que siempre se cree. En los barrios, en la calle, en el trabajo de parroquia da lo mismo tu condición sexual y tu orientación. Trabajas en comunidad. Puede que la Iglesia no reconozca eclesiásticamente los matrimonios homosexuales, pero cada vez hay más sacerdotes que bendicen estas uniones. Los cambios ya están aquí. Es imparable”. 

El Papa Francisco parece una pieza fundamental en toda esta evolución. De darse, sería con su consentimiento. Y este, a veces, a aparece y otras, se diluye. Dicen que es muy fácil conectar con él y sus últimos comentarios sobre homosexuales, admitiendo que pueden tener derechos civiles pero no considera ‘matrimonio’ su unión hace que todo vaya más lento. “Luego lo escuchamos decir que quien no quiere a los homosexuales no tiene corazón y entendemos que los respeta y aboga por que todos lo hagamos”, mantiene Lucila cuando le mencionan al Papa Francisco y sociólogos como Marco Marzano admite que la iglesia repudia a los homosexuales en público, pero los protege en privado”. 

¿Será el siglo XXI el que cambiará los principios eclesiásticos aceptando a las personas LGTBI en su seno? 

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