Atorrante. No es un vocablo que se use mucho actualmente entre nosotros, pero sí es conocido por el hablante gaditano. Hace referencia al vagabundo que anda de una parte a otra sin oficio y limosneando. Su origen es incierto, aunque el Diccionario Lunfardo, del argentino José Gobello, dice que el sobre el verbo atorrar, el escritor Eduardo Gutiérrez creo el término atorrante para designar a la persona que, apartada de las convivencia, se entregaba a la mendicidad y pernoctaba preferentemente en los caños de las obras de salubridad, antes de que ellos fueran emplazados definitivamente. Hemos sabido, y nos parece posible explicación, que la empresa constructora que colocaba estas tuberías pertenecía a un tal A. Torras. El periodista M. Martín Ferrand decía en este Diario el 9 de julio de 1985 que "Por Andalucía, y especialmente en Cádiz, suelen utilizar un argentinismo hermoso y definido que le cuadra muy especialmente a muchos de los protagonistas del momento en que vivimos. La voz "atorrante", a la que me refiero, retrata a quienes, siendo tremendamente vagos, viven de pordiosear". Este mismo Diario reseñaba el 4 de junio de 1992 lo siguiente: "El desalojo se produjo rápidamente y varios de los atorrantes fueron puestos a disposición del juzgado de guardia".
Con sabor
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Pedro Payán Sotomayor
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