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Mesa revuelta

Los siete pies de Doña Cuaresma

  • Francisco orgambides

DOÑA Cuaresma es hoy ya un personaje de Diario de Carnaval, una personificación de gran tradición en nuestra cultura y que ya aparecía en el Libro del Buen Amor, del Arcipreste de Hita, en combate con Don Carnal.

Pero tiene su propia tradición en Cádiz, además de la moderna versión de ese Diario de Cádiz disfrazado que sale un mes al año con ocasión de las carnestolendas.

Nos lo cuenta en sus "Recuerdos ochocentistas (Autobiografía)" el que fuera cronista de la ciudad de Cádiz, Serafín Pro.

Hoy es Doña Cuaresma, pero cuando en Cádiz se desconocía el concepto de lo políticamente correcto, se la denominaba "La vieja Cuaresma".

El mismo Miércoles de Ceniza, después de la simbólica unción, en las casas se confeccionaba la silueta de una vieja de pueblo, con su velo, toquilla, enaguas oscuras y falda hasta los pies.

Y el plural de "pies" sí que era el correcto, ya que al muñeco de cartón de la respetable y pía dama, se le ponían siete pies, uno por cada una de las siete semanas en la que reinaba el ayuno y el bacalao, con la atenuante de la Bula de la Santa Cruzada, que en el católico Reino de España, dispensaba de no pocas obligaciones de ayuno.

Por cierto que la Bula de la Santa Cruzada, así llamada porque ese privilegio fue concedido a los españoles por el papado por su intervención en la conquista de Tierra Santa, se proclamaba todos los años con una procesión que partía de la Catedral, con la bula vaticana enmarcada y mostrada a los fieles en una procesión que recorría a la inversa la carrera del Corpus. El católico español que compraba un ejemplar de la bula, podía comer carne los viernes que no fueran de Cuaresma.

Volviendo a nuestra "Vieja Cuaresma", cada semana, al atardecer de cada miércoles de ese periodo de cuarenta días, se quitaba uno de los siete pies de la respetable señora, en una especie de calendario, tradición no solamente perdida hoy, sino olvidada, si no llega a ser por nuestro cronista oficial, que la recogió.

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