Efemérides

La exquisita humildad de un guiso tradicional

La cocina está llena de cosas sencillas que generalmente han llegado a nuestros días como un legado gastronómico de nuestros antepasados. Así pasa en la provincia con los caracoles, cuyo guiso, humilde y exquisito, se ha ido conservando en los hogares merced a la tradición. Los caracoles pequeños, aquellos que en otras regiones españolas se desechan por su tamaño, se comen en Cádiz en taza y con su caldo desde siempre. Con ingredientes sencillos, fundamentalmente vegetales, el plato tiene mucho de cocina mediterránea y poco, muy poco, de cocina rápida, pues en algunos momentos su elaboración precisa de la misma lentitud con la que se desplaza este gasterópodo.

Un guiso que ahora se ha convertido en una especialidad recurrente en muchos bares de la provincia, que se aprestan a vivir la gran temporada de esta especialidad culinaria. Antes, era incluso tradición en algunas familias realizar una excursión al campo para coger caracoles. En el gráfico adjunto se ofrece una guía de bares de la provincia para comer caracoles. Está tomada de la revista digital Cosas de Comé, que dirige Pepe Monforte, el gran referente gastronómico de Cádiz.

Y para quienes se atrevan a remangarse en casa, aquí va la receta del bar Mari Jose de Cádiz que nos ofrece su responsable, Antonio Camarena. Ingredientes: tomate, pimiento verde, ajo, cebolla, especias de caracoles, cayena, sal, un poco de jenjibre seco en rama y un manojo de poleo e hinojo. Tras lavar concienzudamente los caracoles en varias aguas, se echan en una olla y se cubren con agua. Se ponen a fuego lento, hasta que el caracol queda cocido fuera de su concha. Entonces se sube el fuego y se echan los ingredientes. Cuando rompa a hervir, se desespuma y se añaden durante unos cuatro minutos el hinojo y el poleo. Se retiran las hierbas y se mantiene el guiso cuatro minutos a fuego lento.

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