Ocurrió en marzo de 1936, cuando la situación política española era muy convulsa y se dirigía sin remedio hacia la guerra civil.

Las elecciones generales celebradas el mes anterior habían dado el triunfo al Frente Popular y el Congreso de los Diputados iniciaba un nuevo período de sesiones.

El primer acto del Parlamento fue constituir la llamada mesa de edad, formada por los diputados de mayor y menor edad.

Ramón de Carranza, como diputado de mayor edad, ocupó la presidencia. Terminados los trámites reglamentarios declaró levantada la sesión. Un diputado de Izquierda Republicana se levantó de su escaño para decir a Carranza: "Eso no basta. Hay que terminar la sesión dando un viva a la República".

El antiguo alcalde de Cádiz, de fuertes convicciones monárquicas, contestó rotundamente: "No me da la gana".

El escándalo fue de los que hacen época. Los diputados del Frente Popular increparon duramente a Carranza, lanzándole toda clase de insultos. Un diputado comunista, Uribe, comenzó a entonar 'La Internacional' puño en alto, siendo seguido por numerosos diputados socialistas . Carranza, mientras tanto, permaneció impasible en su asiento y cuando finalizaron los incidentes marchó a su hotel de Madrid acompañado por otros diputados monárquicos, entre los que se encontraba José Calvo Sotelo.

En el hotel volvió a recibir felicitaciones, pero Carranza aparecía apesadumbrado.

"¿Qué le pasa don Ramón?", le preguntaron los que le rodeaban. "Pues que he perdido la ocasión de mi vida", contestó el convencido monárquico. Y añadió, "No debí decir no me da la gana. Debí decir, no me da la real gana".