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Economía

La situación de los bancos

  • La oleada de optimismo que inunda al conjunto de la economía real no ha alcanzado al sector financiero, donde la morosidad aún está creciendo y el crédito sigue siendo esquivo.

EN 2012 tuvo lugar una profunda transformación en el panorama financiero español y comunitario cuyas consecuencias sobre la economía real están siendo, al menos en apariencia, importantes a lo largo de 2013. En agosto del año pasado, el Banco Central Europeo anunció su disposición a comprar en el mercado secundario tanta deuda pública como hiciera falta para acabar con la incertidumbre sobre el euro y la posible salida de Grecia del sistema. Gracias a ello y a la barra libre de liquidez en todo el mundo, la perspectiva de estrechez en los mercados financieros europeos comenzó a difuminarse y, en el caso español, hasta casi desaparecer por completo con el cambio de año.

La prima de riesgo española, que había llegado a superar la barrera de los 600 puntos básicos en julio de 2012, comenzó a descender en picado y, con ello, a mejorar el entorno general de financiación de la economía española. A lo largo del pasado mes de agosto, la prima de riesgo española ha llegado a situarse en el entorno de los 250 puntos, que era el nivel de mediados de 2011, justo antes de la fuerte escalada que sembró la desconfianza sobre la capacidad de la economía española para superar su problemas financieros sin la intervención comunitaria.

Las pruebas de estrés realizadas a lo largo de 2012, impuestas por Europa tras el fracaso del proyecto de reforma financiera del nuevo Gobierno, en buena medida como consecuencia de su empeño en el rescate de Bankia, y la clarificación de las necesidades de capital de las entidades, han aclarado algunas incógnitas sobre su capacidad de resistencia y han permitido establecer un mecanismo adecuado para garantizar su solvencia financiera.

La intervención europea se limitó finalmente al sistema bancario, pero sus consecuencias se están percibiendo en el conjunto de la economía debido a que ha facilitado considerablemente la política financiera del Estado y a que ha permitido al Gobierno concentrar esfuerzos en su programa de reformas.

Tras la colocación de 4.000 millones de euros en la primera subasta del mes de septiembre, el Tesoro ha podido cerrar seis emisiones consecutivas de deuda con costes a la baja y satisfacer el 80% de las necesidad de financiación de tesorería previstas para el conjunto del año. En el capítulo de reformas estructurales, sin embargo los resultados siguen siendo decepcionantes y excesivamente polémicos en áreas tan relevantes como la educación, la sanidad, las administraciones públicas o la energía, aunque gana crédito la reforma laboral tras los últimos datos de empleo y paro y tras la aceptación y disposición a rectificar por parte del Ministerio de que fallos en el diseño están contribuyendo a una excesiva precarización del empleo que se está creando.

No puede afirmarse, sin embargo, que la oleada de optimismo que inunda el conjunto de la economía real haya alcanzado también al financiero. Incluso admitiendo que la creación de Sareb y las exigencias del Banco de España en materia de provisiones, con su correspondiente impacto negativo sobre los beneficios, han permitido superar la fase crítica del saneamiento, lo cierto es que la pasada primavera se rebasó el umbral del 11% de morosidad y que las perspectivas indican que podría situarse en el entorno del 14% a comienzos del próximo año. Por otra parte, el crédito sigue siendo esquivo con el sector privado.

El informe de la Central de Información de Riesgos, correspondiente a 2011, el último publicado por el Banco de España, indica que la caída en picado del riesgo inmobiliario está siendo redirigida al propio sector de banca y seguros. El crédito financiero representa aproximadamente el 80% del total del riesgo crediticio en nuestro país, pero los ajustes más significativos se están en el crédito comercial, que se habría reducido en un 42% desde 2006, y en la adquisición de deuda por parte de las entidades, que se habría incrementado en un 128% en el mismo periodo. Los bancos habrían decidido imprimir un giro radical a su negocio, aprovechando los reducidos precios de la abundante liquidez que proporciona el Banco Central Europeo, y reducir el tamaño de su negocio de crédito tradicional a hogares y empresas no financieras y redirigir estos recursos a títulos de deuda de baja rentabilidad, pero también de reducido nivel de riesgo.

En los últimos tiempos se suceden las denuncias de carry-trade (conseguir dinero a coste reducido y colocarlo en inversiones moderadamente rentables, pero seguras) y de ciertas perversidades derivadas del espíritu Basilea III. En concreto una justificada desconfianza en que en que el mayor requisito de capital consiga funcionar como un incentivo eficaz a la reducción del riesgo por parte de las entidades, dado que podrían intentar elevar el riesgo conjunto de la cartera, una vez satisfechas las exigencias de regulación.

Por otro lado, también se desconocen las consecuencias del estrechamiento del margen financiero derivado de la nueva regulación sobre el cambio de negocio en la banca, aunque en el caso de España sí que puede afirmarse que la caída del crédito a hogares y empresas se ha acentuado a lo largo del primer semestre del año.

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