Economía

En recuerdo de una persona de la Industria

  • El sector industrial andaluz está de luto tras el fallecimiento en accidente de tráfico del presidente de la AIQB, Gerardo Rojas, que dedicó todo su empeño a lograr una relación más armoniosa entre empresas y sociedad

EL pasado domingo fue un día de luto para la industria andaluza. Falleció atropellado Gerardo Rojas, presidente de la Asociación de Industrias Químicas y Básicas de Huelva (AIQB) y durante años consejero delegado de Tioxide España, como se denominaba en sus tiempos.

Quienes tuvimos la fortuna de tratarlo personal y profesionalmente, y quienes tenemos alguna pasión por la industria, hemos sentido la injusta pérdida de una persona culta, emprendedora, competente, honesta y amigable, que ahora aportaba sus capacidades al servicio de un colectivo industrial que ha sido determinante en el desarrollo económico onubense desde hace cuatro décadas.

La composición de las actividades de las industrias de AIQB -metalurgia, energía eléctrica, química y refino de petróleo- es bastante similar a las de la otra gran localización industrial de la región, el Campo de Gibraltar, por eso puede ser conveniente considerar de forma agregada estas dos localizaciones tan influyentes en la industria andaluza y en la posición de ésta en España. El valor de la producción regional en 2009 ha sido de 37.300 miles de millones de euros según el INE y se puede estimar que al menos unos 12.000 millones han sido aportados por las grandes empresas industriales y energéticas de ambas localizaciones. Aún en un año tan difícil como el pasado, se habrá generado un valor añadido bruto habrá cercano a 1.500 millones de euros y las plantillas habrán estado próximas a unas 8.500 personas, aunque si se considera también el empleo relacionado con la ejecución de inversiones, mantenimiento y servicios auxiliares se habrá alcanzado una cifra superior a 17.000 personas. Ese valor de la producción no es sólo relevante en el ámbito andaluz y supera al de su industria agroalimentaria, sino que contribuye decisivamente a que Andalucía haya ocupado en 2009 la segunda posición entre las regiones españolas, en cuanto a producción industrial se refiere.

Sin embargo, es cierto que las cifras de producción, valor añadido o empleo directo e indirecto van perdiendo significación ante la opinión pública, y ni siquiera tienen el mismo impacto que en el pasado unas inversiones tan cuantiosas como la ampliación de la Refinería La Rábida o, en menor medida, el nuevo ciclo combinado Bahía de Algeciras por mencionar las dos más recientes. No es una casualidad que durante la presidencia de Gerardo la información producida por AIQB haya ido incorporando los actuales objetos de interés de la sociedad, los aspectos sociales y ambientales, dando lugar a un documento modernizado y articulado como un Informe de Sostenibilidad. También la Asociación de Grandes Industrias del Campo de Gibraltar (AGI), por su parte, amplía progresivamente la información que ofrece anualmente.

Estas actividades industriales se enfrentan actualmente a una apreciación social limitada, muy distante del ánimo con el que hace años se acogieron las inversiones que fueron configurando las dos principales localizaciones industriales de Andalucía; al contrario los inconvenientes percibidos por la población parecen superar los efectos visibles en términos de empleo y de animación de la actividad económica. Este cambio de apreciación, común a otros lugares españoles y europeos, tiene varias explicaciones. El peso de su empleo directo e indirecto sobre el total de cada zona se ha ido reduciendo, lo cual para muchas personas se traduce en la sensación de que sus ingresos son totalmente independientes de estas actividades industriales y que su bienestar no se va a resentir -antes al contrario- si las industrias desaparecen o se alejan. Esta sensación ha sido creciente, al menos hasta ahora, debido al desarrollo de otras actividades privadas y, particularmente, de las actividades públicas.

Se ha producido también un cambio en los valores paisajísticos, tendentes a apreciar "lo natural" como lo más valioso, cuando en el pasado el signo de prosperidad era precisamente el paisaje industrial. Y entre estos cambios, el más destacable es la sana apreciación por el paisaje litoral, pero que resulta precisamente el lugar más adecuado para ubicar industrias muy dependientes del transporte marítimo, al margen de singularidades interiores en Europa apoyadas en el transporte fluvial.

Es también un factor determinante una percepción de peligro para la salud, ante la cual la razón científica y los controles exhaustivos poco pueden hacer. Un activista recogiendo muestras disfrazado de astronauta siempre tendrá mucho más valor mediático que cualquier informe riguroso de una institución científica. Los ambiciosos planes de Calidad Ambiental desplegados por la Administración andaluza y por las empresas logran sus objetivos materiales, pero no sirven para satisfacer a aquellos ciudadanos que opinan que estas industrias son inadecuadas e incluso, equivocadamente, obsoletas.

En los próximos años la industria básica, ya sea metalúrgica, química o refinadora de petróleo, irá encontrando problemas crecientes de aceptación social. Ello significa que las empresas han de cambiar su forma de relación con el entorno social, porque ya no es suficiente el empleo, la actividad, la seguridad y la filantropía. La Administración, por su parte, debe adoptar posiciones claras en su política y en sus reglas discrecionales respecto a las industrias que tienen la mayor capacidad de inversión privada en Andalucía.

Gerardo Rojas comprendía todo esto mejor que nadie, por eso dedicaba todo su empeño a construir una relación más armoniosa entre esas industrias y la sociedad en la que viven. Quienes fuimos sus amigos trataremos de continuar la tarea allá donde podamos aplicarnos.

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