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Economía

La mejor generación de empresarios de la historia

En esta década apareció la primera generación de empresarios de la historia de Andalucía. Hubo otros antes, pero nunca como en los últimos años, en todos los sectores y provincias. Nunca se habían relacionado tanto y habían colaborado de forma tan intensa.

La pluralidad de empresas empieza por su naturaleza jurídica. Algunas cooperativas han alcanzado notable implantación en el mercado nacional e internacional. Covirán, empresa de distribución con sede en Granada ha logrado una fuerte implantación en España y se aproxima a los 500 millones de euros de facturación. Su éxito se suma al de otras grandes del sector agroalimentario, como la cordobesa Covap, la almeriense Casi o la malagueña-cordobesa-sevillana Hojiblanca. Son gigantes en un universo de minifundios: hay hasta 600 cooperativas agroalimentarias en la región. Demasiadas; no debería haber más de 10 y la líder tendría que facturar 3.000 millones, siete veces más que ahora.

En esta década han desaparecido dos de los grandes empresarios de la historia de Andalucía: Javier Benjumea Puigcerver, fundador de Abengoa, muerto en 2001. Su compañía es hoy una multinacional que cotiza en el Íbex, desarrolla su actividad en más de 70 países y tiene oficinas y proyectos en más de 35. El otro patriarca empresarial, fallecido en 2005, es Eugenio Sánchez Ramade, creador de un imperio desde Córdoba: la octava compañía en volumen de negocio en Andalucía, tras Cepsa, Sevillana, Telefónica, El Corte Inglés, Abengoa, Carrefour y Mercadona. Tras la crisis, el grupo ha suspendido pagos, con la firme vocación de continuar su actividad. Dos expresidentes de la CEA nos dejaron también: Manuel Otero Luna en 2002 y Manuel Álvarez Colunga en 2008.

En 2002 el Grupo Azvi, liderado por Manuel Contreras Ramos, decidió apostar por la internacionalización, por eso es la constructora andaluza con mejor posición en este momento. Está radicada en Brasil, Perú, Colombia, México, Rumanía y Qatar. Y trabaja en Serbia, República Dominicana y Costa Rica.

En 2004 Gonzalo Madariaga decide que además de fabricar sus ascensores MP los instalará y dará servicio de mantenimiento, con lo que da un salto de gigante a su compañía. En octubre de ese año, la revista norteamericana Time dedicó un reportaje muy elogioso al fabricante almeriense de piedra artificial Francisco Martínez Cosentino. Decía que Silestone mejoraría la calidad de vida de los americanos en el siglo XXI. En febrero de 2005, Cosentino gastó cuatro millones de dólares (600 millones de pesetas) en un anuncio en la cadena FOX que vieron 260 millones de espectadores en todo el mundo, que seguían la final del campeonato de fútbol americano, la Super Bowl, entre Detroit y Dallas.

Otros empresarios industriales fueron noticia en 2004: los fondos de capital riesgo salieron de Persan y dejaron a José Moya y Concha Yoldi  como propietarios de la casi totalidad del capital del primer fabricante de detergentes en España. En 2009, al comprar el 16,66% que tenía Cajasol se hicieron con la totalidad de la compañía. Ha habido otras compañías industriales pujantes en la década. Por ejemplo, Confecciones Mayoral, de los Domínguez de Gor, y el constructor de placas solares Isofotón, en Málaga. O la compañía Iturri, de suministros industriales, en Sevilla.

La construcción ha seguido una senda imparable, hasta que llegó la crisis. 2007 fue el año de Luis Portillo, presidente de Colonial, que apareció el número 237 entre los más ricos del mundo con 3.700 millones de dólares de patrimonio. Su empresa entró en el Íbex en marzo, pero se hundió en Bolsa en diciembre, tras la dimisión de Portillo. José Luis Sánchez Domínguez vio cómo Sando facturaba ese año más de 1.000 millones de euros. Ese año se inauguró la ampliación del Museo del Prado, de Rafael Moneo, cuya fachada está acabada con un ladrillo visto fabricado por el mejor especialista español: cerámica Malpesa de Bailén. En 2007 la Detea liderada por Rodrigo Charlo se convirtió en Bogaris, prescindió de la división de construcción y se concentró en ingenierías, energía y agricultura.

Están también los sectores tradicionales: fabricantes de aceituna de mesa o aceite de oliva como Ángel Camacho, Migasa, Ybarra o Aceites del Sur. Exportadores de fruta como José Gandía. Bodegas del Marco de Jerez como Osborne o Luis Caballero. Industrias de la pesca como Amasua, de Amador Suárez. Carpinterías como la de Juan Polanco. Y sectores modernos, en los que operan AT4 Wireless, referente mundial en certificaciones inalámbricas; Novasoft, para software sanitario, o el grupo Tecnológica de Fernando Franco que supervisa circuitos utilizados en la navegación espacial.

Hay algunos grandes, en volumen o en historia, como Nicolás Osuna o Ramón Mora-Figueroa  Domecq. Y otros a los que este año que termina les ha quedado redondo: como Antonio Hernández, presidente de Ebro, una de las joyas del Íbex, que ahora está desembarcando en SOS. Todos ellos y muchos otros son un bastión que está resistiendo al vendaval de la crisis. 

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