Economía

Cómo financiar la crisis

  • Los países con un saldo por cuenta corriente positivo con el resto del mundo podrán financiar sus políticas de ayudas con recursos internos; el resto tendrá que apelar a los mercados internacionales de capitales

LAS noticias que diariamente leemos en la prensa acerca de la crisis económica hablan de ayudas de los gobiernos al sector privado, de mayor gasto público materializado en infraestructuras y de reestructuración de la deuda de grandes empresas, entre otras medidas. Todas ellas conllevan la captación de recursos públicos y privados en los mercados. ¿De dónde va a venir el dinero, cómo vamos a financiarlo? En una primera aproximación, los países que presenten un saldo por cuenta corriente positivo con el resto del mundo, podrán financiar todas las políticas de ayuda públicas o privadas con recursos internos; los que presenten un saldo negativo tendrán que apelar a los mercados internacionales de capitales para financiarlo.

La deuda pública que emitan los gobiernos alemán y japonés para ayudar a sus sistemas bancarios, financiar programas de obras públicas o a sectores industriales en dificultades puede ser financiada con el propio ahorro interno de sendos países, porque ambos presentan elevados superávit por cuenta corriente.

Sin embargo, aquellos otros que exhiban un déficit por cuenta corriente, lo van a tener más complicado. La financiación de ese déficit significa importar ahorro del resto del mundo. España se encuentra entre los países de este grupo. El déficit por cuenta corriente de nuestra economía alcanza el 10% del PIB. El próximo año recortará en dos puntos ese déficit, repartiéndose a partes iguales entre el sector público y el privado. Esto significa que una parte de la deuda pública que emitan el Gobierno central y las CCAA tendrá que ser financiada por inversores internacionales. Igualmente le ocurrirá a los bancos cuando tengan que emitir títulos y a las empresas que recurran a ampliaciones de capital o a emisión de obligaciones.

Los años pasados, el Gobierno apenas necesitó acudir a los mercados, porque las cuentas públicas presentaban superávit; por su parte, las empresas privadas aprovecharon el robusto crecimiento económico interno y los bajos tipos de interés para acudir masivamente a los mercados exteriores para financiar sus planes de expansión. Igualmente sucedió con los bancos, que financiaron buena parte de la expansión hipotecaria con recursos procedentes del exterior.

Todo esto ha desaparecido y las dificultades para obtener financiación han aumentado considerablemente. Es cierto que la prudente política fiscal de los dos anteriores gobiernos ha permitido reducir la deuda pública a sólo el 38% respecto del PIB (la más reducida de la OCDE, después de Finlandia), pero vamos a tener problemas de financiación y a un coste mayor.

Por un lado, el diferencial de tipos de la deuda española en relación al bono alemán ha aumentado cien puntos básicos (un 1%), cuando a principios de este año el diferencial era 0. Además, el coste del aseguramiento de la misma ha crecido también respecto del bono alemán en un 1,5%

Es poco probable, pero no imposible, que el próximo año nos veamos obligados a reducir el déficit por cuenta corriente a un ritmo mucho más rápido que el deseable. Esto significaría que el ahorro interno no bastaría y que no encontraríamos recursos internacionales suficientes para financiar nuestros proyectos de consumo y de inversión.

En la medida en que este escenario fuera abriéndose paso, la recesión económica en España se agudizaría y el Gobierno central se vería obligado a emitir más deuda de la prevista -unos 60.000 millones- para financiar lo que el sector privado no podría costear por sí mismo, aumentando el déficit público. Pero el propio Gobierno puede también encontrar dificultades para colocar deuda pública en los mercados, porque tendrá que competir con emisores públicos y privados que intentarán colocar 1,6 billones de euros.

Las posibilidades de este escenario dependerán de la profundidad y extensión temporal de la crisis en ambas orillas del Atlántico, de la posición de endeudamiento inicial del país, de la credibilidad fiscal del Gobierno, de la capacidad para mejorar la competitividad de la economía y de la ausencia o presencia de alguna crisis fiscal grave en algunos de los países con los que todavía nos comparan (Italia, Portugal, Grecia,…), porque la experiencia nos muestra que las crisis financieras son contagiosas y algún problema grave en alguno de esos países tendría efectos muy negativos sobre España.

En consecuencia, la estrategia que los países anglosajones y España van a seguir para combatir la recesión (el resto de Europa, especialmente Francia e Italia, habla mucho pero no está haciendo nada; Alemania ni siquiera habla) sólo podrá tener éxito, si los mercados de capitales están dispuestos a financiar nuestros planes de gasto, tanto públicos como privados.

Sólo una recuperación robusta y continuada, eliminaría los riesgos de financiar nuestros planes. Pero una recuperación no se iniciará hasta tanto que las familias no recompongan sus deudas con relación a la renta y la solvencia de los bancos se recupere. Mientras ese proceso tiene lugar, es imposible la recuperación. Y no parece que vaya a venir de la UE sino del otro lado del Atlántico.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios