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San Telmo Business School

Al filo de la recesión

Christine Lagarde, durante la rueda de prensa en la que anunció una subida de los tipos de interés

Christine Lagarde, durante la rueda de prensa en la que anunció una subida de los tipos de interés

En su último informe del 26 de julio de 2022 por primera vez el FMI reconoce que estamos “al filo de una recesión global “. Algunos analistas sosteníamos esta posibilidad desde hace meses. Hoy son mayoría los que hablan de una próxima recesión. El debate ahora se centra en sí será un aterrizaje suave o brusco, corto o largo. El principal reto es la inesperada y más virulenta inflación de los últimos 40 años. Tras dos años de expansión monetaria y bajos tipos de interés el enemigo a batir ya no es la deflación, es su antítesis, una voraz inflación . Inflación que, si no se hace nada, puede enquistarse en una espiral precios-salarios que acabe destruyendo la capacidad adquisitiva de los ciudadanos y los márgenes de las empresas, provocando una gran recesión . Por el contrario si se le hace frente con políticas monetarias restrictivas de subidas de tipos de interés y retiradas de liquidez puede erradicar la inflación , eso sí, con el costo de oportunidad de una d recesión. No hay alternativa, cuanto más se tarde en endurecer las condiciones financieras con subidas de tipos de interés y retirada de liquidez más costoso será dominar la inflación. Es la lección que el mundo aprendió de la estanflación de los años 70, en la que el retraso en la subida de los tipos de interés permitió la convivencia de inflación creciente y estancamiento durante varios años, hasta que Paul Wolker, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos(FED) ,acabó con la inflación subiendo los tipos de interés hasta el 20% en 1981, provocando una gran recesión. El retraso en la actuación tuvo un altísimo precio.

La tormenta perfecta

En 2021 los bancos centrales y los gobiernos afirmaron que la inflación era transitoria. Falso diagnóstico que ha retrasado la inevitable subida de los tipos de interés y que ha permitido que la inflación alcance los dos dígitos por primera vez en 40 años. En estos momentos todos los bancos centrales de los países desarrollados, en una actuación sincronizada, están procediendo a fuertes y aceleradas subidas de los tipos de interés. La previsión de la Fed, cuya última subida ha sido del  0,75% es que el tipo de interés de alcance el 3,5% a final de año. Con mayor retraso y gradualidad el BCE ha subido los tipos de interés hasta el 0,5% .

En el mes de septiembre con alta probabilidad volverá a subir otro 0,5%. Continuará con subidas hasta final de año y probablemente durante 2023. La previsión de los analistas es que se alcance el 2,5% , habiendo partido de valores negativos. Los bancos centrales no han puesto límites a las subidas, las que sean necesarias hasta alcanzar el 2% de inflación. Pero los bancos centrales se enfrentan a una inflación compleja, difícil de dominar, ya que tiene sus orígenes tanto en un exceso de demanda como en una restricción de la oferta. Las subidas de tipos de interés son eficaces para reducir la demanda de consumo y de inversión, pero poco pueden hacer por eliminar los factores que operan desde el lado de la oferta. Factores como la disrupción de las cadenas de suministro globales, los cuellos de botella, los precios y restricciones de la energía, los fallos logísticos y de transporte y las disfunciones en los mercados laborales difícilmente se pueden corregir con la política monetaria. El problema es que estos componentes del lado de la oferta tienen un gran impacto en la actual inflación, obedecen a factores globales fuera del alcance de las políticas nacionales, son persistentes en el tiempo y necesitan la cooperación internacional para su plena resolución. Cooperación que no atraviesa sus mejores momentos tras la guerra con Rusia y las tensiones con China. El mundo se enfrenta a un escenario sumamente complejo que se ha ido agravando en 2022 con nuevas amenazas como la guerra de Ucrania, las crecientes restricciones de suministro de gas y petróleo de Rusia a Europa, el endurecimiento de las condiciones financieras, la persistencia de las subidas de precios de las materias primas y de los alimentos, los nuevos confinamientos en China y la drástica desaceleración de su crecimiento. Como telón de fondo el riesgo, cada vez más probable, de un corte total del suministro de gas de Rusia a Europa que definitivamente llevaría a Alemania y los países bálticos a la recesión, arrastrando al resto de Europa.

Riesgo de crisis financiera

Un factor de riesgo a añadir es que a partir de la crisis de deuda de 2008, el endeudamiento público y privado global lejos de reducirse ha seguido aumentando hasta alcanzar el 350% del PIB mundial. La subida de los tipos de interés a escala global y el endurecimiento de las condiciones financieras podrían poner en cuestión la sostenibilidad de esta deuda y comprometer la estabilidad financiera mundial. Los países emergentes y en desarrollo son especialmente vulnerables y también aquellos países desarrollados ,como España o Italia ,con fuertes endeudamientos públicos. La inflación persistente obligará a fuertes subidas de tipos de interés durante un período prolongado que podría derivar en una crisis financiera de deuda e inestabilidad en los mercados financieros y de divisas. Algunos analistas auguran que de haber recesión será corta y poco profunda, y en ningún caso comparable con la de los años 70 y la del 2008. Es posible. No obstante habría que añadir que en la crisis de los 70 hubo estancamiento pero no excesivo endeudamiento como ahora. Por otra parte la crisis financiera del 2008 fue por excesivo endeudamiento ,pero no había inflación de oferta desbordada como actualmente. La actual crisis a la que nos enfrentamos es más compleja, en la que al excesivo endeudamiento se suma el estancamiento y una inflación desbocada y persistente.

En cuanto a las políticas adecuadas para limitar los efectos negativos de esta crisis las recomendaciones son: continuar con la política monetaria restrictiva con gradualidad y transparencia hasta que la inflación esté dominada, practicar políticas fiscales enfocadas exclusivamente a las familias y hogares vulnerables sin poner en peligro la estabilidad presupuestaria, financiar las ayudas con reducción del gasto publico improductivo y reducción y simplificación de la administración y la burocracia públicas, lograr un pacto de rentas entre empresarios y sindicatos, intensificar y acelerar las inversiones en la transición energética hacia las renovables y acometer todas aquellas reformas estructurales orientadas a la reducción de costes y aumento de la productividad. España está creciendo por encima de la media de la Eurozona y de los países avanzados, pero también fue la economía que más cayó (10,8%) y qué todavía está un 2,5% por debajo de los niveles de 2019. Como puntos fuertes cabe señalar el buen comportamiento que está teniendo el mercado laboral, aunque en el mes de julio parece haberse detenido, y los 140.000 millones de fondos europeos del Next Generation, qué bien invertidos en proyectos rentables y transformadores, apoyarán el crecimiento en 2022 y 2023. Como puntos débiles cabe señalar el excesivo endeudamiento público, que continúa creciendo y el déficit público estructural que continúa desbordándose. España puede ser de los países más vulnerables a una subida de los tipos de interés y de las primas de riesgo una vez que tenga que volver a financiarse en los mercados. Y quizás lo más preocupante es la falta de definición, transparencia y orientación de una política económica improvisada, errática e impredecible que crea inseguridad jurídica, en un momento en el que vamos a necesitar la confianza de los inversores internacionales para financiar nuestra deuda, transformación y crecimiento.

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