Uno de cada cinco contribuyentes tuvo en el año 2010 una base imponible igual o inferior a 6.000 euros, lo que supone que esas fueron sus ganancias anuales ya que para la mayor parte de los contribuyentes las rentas obtenidas en el ejercicio equivalen a su base imponible. Según consta en la Memoria de la Administración Tributaria de 2011, que recoge datos de 2010, 3.797.071 contribuyentes -el 19,7% del total- tuvo una base imponible igual o inferior a 6.000 euros, lo que sumó un total de 9.675,9 millones de euros -el 2,5% del total.

El total de la base imponible sujeta a IRPF en 2010 fue de 389.941,8 millones, de los que la mayor parte (el 51,8%) fue aportado por los contribuyentes con rentas iguales o inferiores a 30.000 euros, que son el 81,5% del total. Los contribuyentes con bases imponibles comprendidas entre 30.000 y 60.000 euros representaron el 14,9 % del total y aportaron el 29,1 % de la base total. Aquellos en la franja entre 60.000 y 120.000 euros representaron el 3% de los declarantes y aportaron el 11,5 % de la base imponible, en tanto que esos porcentajes bajan al 0,6% y al 7,6%, respectivamente, en el caso los contribuyentes con bases imponibles superiores a 120.000 euros.

En 2010 la principal fuente de renta continuó siendo el trabajo, de tal forma que el importe de los rendimientos netos del trabajo ascendió a 321.436,3 millones, el 82,4% de la base imponible, lo que supone un descenso del 0,9% respecto al año anterior. El tipo medio de gravamen pagado por IRPF fue del 19,4%, en tanto que el tipo efectivo bajó al 17,3%. Para las bases imponibles menores o iguales a 6.000 euros el tipo efectivo fue negativo (-2,1%), en tanto que para aquellas entre 6.000 y 12.000 euros fue del 2,2% y para las comprendidas entre 12.000 y 36.000 euros osciló entre el 8,8 y el 18,4%. A partir de esa cantidad fue subiendo progresivamente hasta el 33,7% de las bases entre 240.000 y 600.000 euros, pero volvió a bajar al 32% para las bases superiores a 600.000 euros.