Análisis

Fernando Faces. Instituto Internacional San Telmo

¿Por qué la banca no acaba de despegar?

Compensar la bajada de la rentabilidad no es tarea fácil: sólo un cambio de modelo, orientado más a los servicios y menos al crédito, y que apueste por la digitalización podría ser la solución

QUÉ le pasa a la banca española? A pesar de la reestructuración financiera, de la mejora de su solvencia y de la recuperación de sus resultados en un 50%, la cotización de la banca en el Íbex no solamente se ha desplomado el 13,5%, sino que también ha perdido 42.000 accionistas a lo largo de 2015. Las dudas de los inversores se centran fundamentalmente en las dificultades que está teniendo la banca para generar resultados en un entorno de bajos tipos de interés, escaso volumen de negocio crediticio, gran volumen de activos improductivos en sus balances y alta exposición a países emergentes que se están desacelerando. Las dudas ahora se ciernen sobre la rentabilidad futura de la banca y, como consecuencia, su solvencia y su modelo de negocio.

Si analizamos las cuentas de resultados de la banca española al mes de junio de 2015, comprobamos que su rentabilidad sobre recursos propios ha mejorado hasta alcanzar el 9,2%, teniendo en cuenta tanto negocio en España como en el resto del mundo. No obstante, si analizamos la rentabilidad en España, ésta queda reducida al 5%, inferior al costo de capital, es decir, a la rentabilidad que exigen los inversores. Esta baja rentabilidad es debida a varios factores: la reducción del margen entre los intereses del crédito y de los depósitos, el escaso volumen de negocio crediticio y la persistencia en sus balances de una gran cantidad de activos improductivos (créditos dudosos y activos inmobiliarios adjudicados).

La diferencia entre el interés de los créditos y el costo de los depósitos se limita a un reducido 1%. Esto es debido a dos factores: la política de bajos tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) y el aumento de la competencia bancaria para captar la escasa demanda de crédito solvente. La política del BCE de tipos de interés cero o negativos, sostenida durante varios años, y con perspectivas de que continúe durante mucho tiempo, compromete seriamente la viabilidad tanto del negocio bancario como del de las compañías de seguros y los fondos de pensiones. Los bancos comerciales no son capaces de sacar su cuenta de resultados en un entorno de tipos de interés tan bajos. Esta política inicialmente les favoreció, ya que el dinero que captaban del BCE, a tipos súperreducidos, lo invertían en deuda pública de alta rentabilidad. Pero desde que Mario Draghi anunció que haría todo lo necesario por preservar la fortaleza del euro, esto ha cambiado. La deuda pública a diez años al 1,8% ya no es una alternativa rentable para los bancos. Ahora no les queda más remedio que arriesgarse a dar créditos a las empresas y a las familias, que es lo que pretendía el BCE.

Baja rentabilidad

La fuerte competencia que se ha desatado por captar la escasa demanda de crédito solvente está determinando que los tipos de interés del crédito estén bajando intensamente. Hasta ahora, la banca había compensado esta reducción de la rentabilidad de los créditos con una reducción del tipo de interés que pagaban por los depósitos. El problema es que la recuperación del margen de intereses por esta vía se acaba cuando los tipos de interés de los depósitos se aproximan a cero, como ya está ocurriendo. Por el contrario, el tipo de interés de los créditos continuará bajando por la gran competencia y la escasa demanda de crédito solvente. Cuando el margen de intereses se reduce, la alternativa es aumentar el volumen de negocio crediticio. Pero esto no es posible al ritmo necesario cuando tanto las familias como las empresas continúan en un necesario proceso de desendeudamiento. De hecho, el stock de crédito de los bancos se ha reducido en el 4,5% al mes de junio de 2015, ya que, aunque el nuevo crédito está aumentando, todavía es inferior a la amortización de los créditos. Los bancos están compensando la caída del margen de intereses con mayores comisiones y contención de los costes de explotación. También con menores provisiones ante la reducción paulatina de la morosidad de los créditos que, aunque todavía muy alta, se está reduciendo.

La preocupación del BdE

Esta preocupación ha sido manifestada por el Banco de España (BdE) en su informe de Estabilidad Financiera del mes de noviembre y también por algunos presidentes de bancos españoles. La solidez del negocio minorista de la banca española y su diversificación internacional son puntos fuertes de nuestra banca que compensan estas debilidades. No obstante los riesgos son crecientes. La desaceleración de las economías latinoamericanas, como consecuencia de la caída de las materias primas y del excesivo endeudamiento en dólares, y de otros países emergentes, como Turquía, amenazan la cuenta de resultados de los grandes bancos españoles. La cuenta de resultados del Banco Santander tiene una exposición a Brasil cercana al 20%. No obstante, está siendo hasta ahora compensada por la mejora en los resultados de los países anglosajones y en España. BBVA ha visto reducidos sus resultados como consecuencia de su exposición a Turquía a través del banco Garanti, aunque su exposición a Latinoamérica es menor, al estar centrada en México, cuya economía se desacelera en menor medida por su mayor vinculación comercial y financiera con Estados Unidos.

Mayores exigencias de capital

Las mayores exigencias de capital de la nueva regulación bancaria de Basilea amenazan la sostenibilidad de la rentabilidad y el modelo de negocio bancario español. Recientemente, Ana Botín ha aludido a la gran velocidad con que está actuando el BCE a través del nuevo Mecanismo de Supervisión Bancaria (MUS) en la implantación de la nueva normativa y las exigencias regulatorias. Reclama un trato simétrico para todas las entidades financieras, en alusión tanto a la banca en la sombra como a las diferencias todavía existentes en el cálculo de los riesgos de la banca europea, lo cual es una amenaza añadida que se suma a la política de bajos tipo interés del BCE.

Compensar a corto plazo la tendencia a la baja de la rentabilidad de la banca española no es tarea fácil. La reducción de costes mediante cierre de oficinas y reducción de plantilla está llegando a su límite. Sólo un cambio del modelo de negocio, más orientado a los servicios y menos dependiente del crédito, y una mayor velocidad y apuesta por la digitalización podría ser la solución. Este proceso de transformación se producirá, pero no a corto plazo. De ahí que la solución que invoca el Banco de España ante la presión de los resultados sea un nuevo proceso de concentración bancaria mediante nuevas fusiones, nacionales y transnacionales. El problema es que gran parte de las entidades financieras están todavía en proceso de digestión de la reciente concentración bancaria. Por otra parte, el recorrido de fusiones dentro del mercado doméstico es más bien escaso y el proceso de concentración a nivel europeo tiene connotaciones políticas que lo harán lento y difícil en su desarrollo. No obstante, la solvencia del sistema bancario español, su diversificación y la capilaridad de su modelo de negocio constituyen una base sólida para superar los retos a los que todavía se enfrenta.

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