¿Quién se atreve?

Los escarceos entre PP y PSOE sobre el Presupuesto tienen más que ver con el relato electoral que con las cuentas

Me quiere; no me quiere. El juego del deshoje de la margarita entre el PP y el PSOE en Andalucía es tan inusual como llamativo. Los socialistas, con Juan Espadas ejerciendo el liderazgo desde fuera del hemiciclo, fijaron en el Debate sobre el Estado de la Comunidad el tiempo de descuento para recibir una respuesta al ofrecimiento a pactar el Presupuesto andaluz. El ultimátum, poco aconsejable si lo que se busca es el pacto, quedó en agua de borrajas, porque ayer, de nuevo, escenificaron un clima de entendimiento que abre una rendija a que acuerden que el Gobierno saque adelante su propuesta económica e inversora para 2022. Improbable.

A qué negarlo, cuesta seguirlo. Y no queda claro qué quiere de veras el PSOE, no ya de Espadas, sino de Pedro Sánchez. Se debaten entre la responsabilidad -sin duda, lo sería- de validar unas cuentas que regarán de dinero Andalucía por la coyuntura pospandémica que vivimos, con los fondos europeos como principal vitamina para el músculo financiero, o la negativa a dar oxígeno a un Gobierno que ya va muy por delante en la media de las encuestas.

Tampoco el PP parece totalmente decidido a dar el paso de convocar elecciones pese a los síntomas inequívocos de que la legislatura está agotada. Y lo está porque la mayoría que invistió al Gobierno del cambio ya no existe, con Vox decidido por forzar el adelanto en la llamada a las urnas.

Así que los escarceos entre PP y PSOE sobre los Presupuestos parecen tener más que ver sobre qué relato se hace de la anticipación electoral que con las cuentas para Andalucía en 2022.

La cuestión es: ¿quién se atreve? ¿Quién da el paso que justifique claramente que haya elecciones al final del invierno -¿febrero? ¿marzo?- más que en junio y, por supuesto, en su fecha de final de 2022?

El argumento de lograr tiempo para Espadas, que lo necesita, resulta endeble. Y, sobre todo, apenas compite con otro mucho más solvente: impediría al nuevo candidato levantar el puño y la rosa como alternativa si apoya el principal instrumento que tiene un Gobierno para hacer política. A su izquierda se frotarían las manos. Y el PSOE federal tampoco quiere que Andalucía reedite el contexto de derrota que ya vivieron en Madrid meses atrás por no ser alternativa.

El PP no quiere que el andaluz de la calle rechace el adelanto y se dañen sus expectativas de ganar, esta vez sí, las elecciones para gobernar en solitario, con Cs casi fuera del tablero y Vox sin alternativa a permitir una nueva investidura de Juanma Moreno. O quizás lo quiere todo, el Presupuesto y un adelanto técnico allá por junio. La avaricia suele romper el saco.

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