Tribuna Económica

Carmen pÉrez

Unión Bancaria Europea: ¿el lugar para estar?

El título de este artículo no es original. Es el de un discurso que pronunció en mayo la vicepresidenta del Consejo de Supervisión del BCE, Sabine Lautenschläger, en Dinamarca. En él defendía que hay que completar la Unión Bancaria Europea: "Hay mucho que ganar si se consigue". Llegó incluso a definirla como un lugar cómodo, cálido y seguro, utilizando el término hygge, que tan de moda han puesto los daneses. Desde luego, si ha de aceptarse el sistema bancario tal como está, tiene razón, éste ganaría en solidez y estabilidad con el respaldo público europeo conjunto. Pero "el lugar para estar" sería mucho más hygge si se cambiara el sistema, desligando completamente las finanzas públicas de las privadas.

En todo caso, el primer paso que se dio para la construcción de la Unión Bancaria -la supervisión de los grandes bancos desde Europa- está lleno de ventajas. Lautenschläger las detalló: la supervisión es más homogénea; mejora el conocimiento sobre la banca; los expertos de los diferentes países aprenden unos de otros; y se producen economías de escala. Pero le faltó mencionar la principal razón por la que se acometió este cambio: era necesario superar una supervisión nacional que tiende, como demostró la crisis, a favorecer a sus propios bancos.

Para el segundo pilar, el Mecanismo de Resolución, creado para que se encargue de los bancos con problemas, Lautenschläger defendió que su Fondo esté respaldado con recursos públicos. Esto es, que en el caso de tenerse que rescatar algún banco, además de las aportaciones bancarias, haya dinero público europeo también disponible para ello. Esta propuesta va para adelante, aunque lenta. El pasado fin de semana, la Cumbre del Euro celebrada en París se ha comprometido a proporcionar en el futuro ese apoyo a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad, una vez que éste se reforme.

Por último, también pidió que se avance en el pilar que falta, que supone el establecimiento de un Fondo de Garantía Europeo. Esto no sería, como lo anterior, comprometer una cantidad determinada, sino que sería asumir completamente el riesgo bancario por el sector público europeo. Este tercer pilar es el más problemático, y los tiempos para desarrollarlo se extienden aún más. La Cumbre del Euro sólo ha señalado que se debe comenzar "una hoja de ruta para iniciar negociaciones políticas sobre el Sistema Europeo de Garantía de Depósitos".

Los países de la Eurozona llevan años sin ponerse de acuerdo, y siguen sin hacerlo, porque algunos se plantean hasta qué grado quieren hacer causa común con el riesgo de los bancos. Pero en ningún momento se cuestionan retroceder en ese cóctel molotov de finanzas públicas y privadas en el que estamos inmersos: sólo discuten si mantenerlo a nivel nacional o europeo.

El camino que se ha seguido desde hace décadas con la banca va exigiendo un respaldo público cada vez más fuerte. La Unión Bancaria no es sino otro paso más en este sentido. Puede ser el lugar al que estamos abocados, arrastrados por el pasado, pero la pregunta de Lautenschläger tiene una respuesta segura: para quienes realmente la Unión Bancaria Europea es un lugar hygge es para los bancos.

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