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Tormenta perfecta

Inflación, falta de suministros o incluso desabastecimiento amenazan con truncar la recuperación económica

El último fin de semana tuve que ir a un centro comercial. No soy asiduo, porque para un habitante del centro de Sevilla, ir de compras va normalmente unido a hacerlo donde vivo y trabajo. Pero los deberes paternales me llevaron allí y me sorprendió que en los últimos días de octubre vi compras propias de la Navidad. No es sólo cuestión de previsión. Hay también algo de pánico a que los problemas de suministro que atenazan a la economía se torne en desabastecimiento cuando todos gastamos más.

Es una consecuencia más de haber vivido la primera pandemia de la era global. Igual que los contagios se propagaron a gran velocidad por el mundo, porque el virus también se subía a aviones o trenes, la paralización de las cadenas de producción durante algunos meses ha provocado que la demanda de la reactivación no pueda ser atendida.

Estamos ante un problema real que si los consumidores finales lo están viendo venir, imagínense en la actividad productiva de otros sectores. Sin ir más lejos, en la construcción. El presidente de los empresarios sevillanos, Miguel Rus, explicaba esta misma semana que la promotora y la constructora del grupo que también preside han "metido en el congelador" algunos proyectos de vivienda asequible, un nicho de mercado que pocos abordan porque tiene estrecho margen. Precisamente por ello, una subida de costes de los materiales o, aun peor, no tenerlos disponibles, se hace inabordable. O qué decir de una industria tan potente en España, aunque ya inexistente en Andalucía, como la de automoción, que paraliza la fabricación por la falta de componentes.

La escasez de suministros o el desabastecimiento es uno de los factores de que vivamos una inflación sin parangón en los últimos decenios. El principal es el elevado coste de la energía, desbocado tanto en la electricidad como en los combustibles fósiles.

Y como los precios suben y suben, el consumo irá resintiéndose. Una tormenta perfecta que amenaza con truncar la recuperación, además de ralentizarla, como ya está ocurriendo.

En ese peligroso contexto, en España vivimos un momento en el que el crecimiento es mucho menor que el previsto por el Gobierno, lo que inserta en el género de la ficción el Presupuesto que el Congreso permitió ayer que se tramite, tras rechazar las enmiendas de devolución.

La coyuntura que vivimos exige el máximo rigor, responsabilidad y no tocar lo que está acreditado que funciona. En cambio, el Gobierno se empeña en políticas cargadas de ideología y ayunas de pragmatismo y responsabilidad.

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