Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Joaquín Aurioles

Universidad de Málaga

¿Recesión a la vuelta de vacaciones?

Nadia Calviño y Pedro Sánchez, en una reunión del G-20 en Roma

Nadia Calviño y Pedro Sánchez, en una reunión del G-20 en Roma

Los pronósticos coinciden en que tendremos un otoño caliente en lo político y congelado en lo económico. Crecemos menos de los esperado y la creación de empleo no es tan robusta como se dice, especialmente para los parados de larga duración, para los menos cualificados, para los más jóvenes y para los que ya superan una determinada edad. Tampoco ayudan las cuentas públicas, no solo por su estado paupérrimo, sino también por sus nocivos efectos sobre la confianza en el país a la hora de buscar financiación en el exterior, sobre todo porque la capacidad de financiación neta al exterior de 700 millones de euros con que se finalizó el pasado año se ha convertido en necesidad neta de 2.200 en el primer trimestre del actual. Esto significa que si se quiere mantener el actual nivel de demanda interna (consumo e inversión), habrá que pedir préstamos al resto del mundo y en un contexto de tipos de interés al alza. La previsión es que el Euribor a un año, que todavía se mantenía negativo durante el pasado mes de marzo, lo veamos por encima del 1% durante el verano de 2023.

Añadamos dos piezas fundamentales al cuadro de valoraciones estratégicas. La primera es el contexto exterior, de cuyas influencias no cabe pensar en aislarse y que en Europa tiene una trascendencia particular por la proximidad de la agresión rusa a Ucrania. La lejanía relativa de España debería reducir significativamente la exposición a sus consecuencias, pero la incomprensible torpeza diplomática con Argelia y las rigideces características de nuestra economía, que provocan que las tensiones en los mercados se trasladen a los precios con mayor facilidad que en otras, hacen que el impacto real esté siendo mayor del que cabría esperar. Seremos el país desarrollado con mayor tasa de inflación en 2023 y conviene recordar que no se puede culpar de todo a la invasión de Ucrania porque los problemas en los mercados de materias primas energéticas y no energéticas y en las cadenas de suministro ya habían aparecido con anterioridad y lo lleva reflejando el INE en su Índice de Precios al Consumo desde hace un año.

La otra pieza clave es precisamente la inflación y la decisión de la mayoría de los bancos centrales de reducir los estímulos monetarios y elevar los tipos de interés. Detrás de ello subyace el miedo a una inflación persistente, pero para la mayoría de los expertos también se trata de la principal amenaza de depresión económica. El dilema para Europa es que si una inflación duradera conduce inevitablemente a la recesión (por convención, dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo), una política monetaria excesivamente restrictiva en las circunstancias actuales podría tener un efecto similar. La clave, por tanto, es fijar el sesgo adecuado de la política monetaria, teniendo en cuenta que, pese a las restricciones de los últimos meses, su orientación continúa siendo expansiva.

La situación de España en este contexto es bastante singular porque su caída durante la pandemia fue muy acusada y el recorrido de la recuperación tiene que ser más largo y duradero que en otros países. Esto significa que todavía existen capacidades y recursos infrautilizados y que la previsión del crecimiento ha de conciliar el efecto restrictivo de las circunstancias adversas señaladas anteriormente y los impulsos positivos derivados de la distancia todavía existente hasta el estado de normalidad prepandémica. El resultado del conflicto es que las previsiones de crecimiento, aunque repetidamente sometidas a correcciones a la baja, se mantienen elevadas (ligeramente superior al 4% según la mayoría de los pronósticos y en 4,3% según el gobierno) debido al desfase temporal en la recuperación. Quiero decir que el atraso con respecto a otros países se traduce en que la economía española realizará en 2022 parte del crecimiento que tendría que haber realizado en 2021 y que aplaza a 2023 parte del que otros han realizado en este año. Existe, por tanto, un componente inercial en el crecimiento, reflejo del retraso en la recuperación, que eleva las previsiones y aleja la posibilidad de crecimiento negativo y de aparición del fantasma de la recesión.Para el resto de la Unión Europea, donde la actividad ya consiguió alcanzar el nivel previo a la pandemia en la mayoría de los casos, la perspectiva es más adversa y no se descarta la posibilidad de que Alemania (0,2% de crecimiento esperado en el tercer trimestre de 2022) pudiera aproximarse al crecimiento negativo durante la segunda parte del año por su dependencia del gas ruso. La incógnita de si el resto de las economías serían capaces de resistir el hundimiento de uno de sus principales baluartes la resuelve la propia Comisión adelantando un crecimiento del 2,7% en 2022 y de 1,5 % en 2023, en el que también subyace la confianza en una notable contención de la inflación a partir del otoño y durante el próximo año.

La incertidumbre planea sobre los ejercicios de previsión y se convierte en el principal factor de riesgo en la formación de expectativas empresariales. La solución al conflicto bélico en Ucrania vuelve a destacar sobre cualquier otra circunstancia, pero también la capacidad para encontrar alternativas al gas ruso a partir del otoño y la posibilidad de un comportamiento peor de lo previsto de la economía norteamericana, donde también existe preocupación por el riesgo de recesión. A todo ello hay que añadir, en el caso de España, la inseguridad derivada de la debilidad del gobierno y de sus diferencias internas en materias sensibles para la economía, además del efecto desalentador sobre el consumo y la inversión de las soluciones fiscales propuestas por el gobierno como opción preferida para la resolución de sus estrecheces financieras.

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