Tribuna Económica

Carmen Pérez

¡Préstale a una empresa!

Los nuevos tiempos traen siempre nuevas maneras de hacer las cosas; entre ellas, nuevas formas de invertir los ahorros. Así, internet y las nuevas tecnologías on line han posibilitado el desarrollo de numerosas plataformas donde se presentan pequeñas y medianas empresas (pymes) que buscan inversores para que financien sus proyectos.

A este sistema alternativo a la financiación bancaria empresarial se le denomina crowdlending. En el Reino Unido, pionero en Europa, el elevado número de inversores registrados en plataformas de este tipo refleja el potencial del mercado español para los próximos años. De hecho, según estadísticas recientes sobre el sector, el volumen prestado a través de ellas ha crecido un 350% en el último año, con una rentabilidad en torno al 7%. Pero, como todo instrumento financiero, el crowdlending tiene riesgos para el inversor y le conviene conocerlos antes de operar con él.

Con estos créditos peer-to-business se persigue un objetivo doble. Por una parte, que los inversores, particulares y profesionales obtengan una rentabilidad mayor a la de otras alternativas financieras. Cada inversor decide en qué empresa quiere invertir y en qué cantidad, en función de sus posibilidades monetarias o de su expectativa de ganancia sobre el capital prestado. Y un segundo objetivo: que las pymes obtengan una financiación con mejores condiciones que la bancaria, ahorrando costes y tiempo, y sin tener que contratar productos adicionales, como seguros o tarjetas de crédito.

Pero es el inversor, como prestamista, el que asume riesgos, y eso aun contando con que la plataforma utilizada esté autorizada por la CNMV, que cumpla con la normativa establecida para la protección del inversor, y que por su propio bien se encargue de establecer condiciones adicionales para los proyectos presentados que eliminen al máximo la probabilidad de fraude. Ni la CNMV ni el Banco de España supervisan la información proporcionada por los promotores sobre los proyectos. Es la plataforma la que filtra y analiza las operaciones pero en ningún modo las garantiza.

Los riesgos que asume el inversor son dos, de crédito y de liquidez. El primero deriva del posible impago o quiebra de la empresa a la que se le ha prestado los fondos. Para tomar la decisión sólo contará con la calificación crediticia de la empresa, y lo más probable es que no reciba ningún tipo de garantía, aunque puede contratar un seguro de impago. Respecto al segundo riesgo, ha de tener presente que la liquidez es nula; el dinero se recupera poco a poco, por las cuotas mensuales de amortización e intereses que se van recibiendo, a diferencia de otras alternativas que disponen de mercados secundarios en los que resulta fácil deshacer la posición de golpe.

Por último, el inversor ha de observar dos principios financieros básicos, de puro sentido común. Primero: mientras mayor sea el riesgo y menor la liquidez, las perspectivas de rentabilidad han de ser mayores. Y segundo: es conveniente diversificar, sólo dedicar a esta figura cierta parte de los ahorros, y además tampoco concentrarla en una única empresa: no hay que poner todos los huevos en la misma cesta.

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