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Tribuna Económica

Carmen pérez

'Match points'

En la Eurozona no ganamos para sustos. A cada poco tiempo se nos presenta un punto de partido.

En la Eurozona no ganamos para sustos. A cada poco tiempo se nos presenta un match point, y son ya muchos los años que llevamos enfrentando un punto de partido tras otro sin apenas descanso. Con todos ellos, aguantamos la respiración y observamos con miedo la cotización de nuestra divisa y la reacción de los mercados, temiendo desintegrarnos. De momento, tras las turbulencias iniciales que provocan, siempre la calma ha regresado. Tiene razón Mario Draghi cuando afirma que "la zona euro está demostrando una resistencia alentadora". Como con las malas rachas que suceden en la vida de cada uno de nosotros, en las que tenemos que ir encajando los match points que nos llegan sin poder evitarlos, el éxito depende de saber jugarlos.

El pelotazo que nos llegó hace unos meses desde el Reino Unido ha sido importante, y sorprendente. Pero lo dañados que quedemos en la Eurozona con este revés del Brexit dependerá de cuándo se active la salida, de la duración de las negociaciones y del acuerdo final que se alcance. Y hace unas semanas, del otro lado del Atlántico, nos ha venido otro no menos impactante: la victoria de Donald Trump. En principio es un peligro potencial para Europa, especialmente para Alemania, por el gran superávit comercial que mantiene con EEUU, aunque todavía está por ver las decisiones que, con el nuevo presidente en el poder, realmente se acaben tomando.

Y no sólo vienen desde fuera; el más reciente proviene de Italia, la tercera economía de la Eurozona, porque la incertidumbre que provoca la derrota de Matteo Renzi, entre otros conflictos, precipita su importantísimo problema bancario. O de los euroescépticos austriacos, pues, aunque no han conseguido su objetivo, los votos que han obtenido (el 46%) no son para obviarlos. Y se aproximan unos cuantos puntos internos que jugar en los próximos meses: en Francia, con el partido antieuro de Marine Le Pen; o en Alemania, con Alternativas por Alemania... Pero también es verdad que las consecuencias de otros match points del pasado en contra de la Eurozona se han ido al menos paliando: Grecia, Portugal, Irlanda. Y España. El Banco Central Europeo (BCE) salvó in extremis el euro dos veces: en 2012, con un billón de liquidez para la banca y aquella influyente frase del "haré todo lo que sea necesario y, créanme, será suficiente"; y después con el QE, el programa de compra de activos, unos años más tarde.

Ayer, 8 de diciembre, en la última reunión del año del BCE, Draghi mantuvo la mano firme: conserva los tipos de interés actuales y alarga las compras -modificando también los parámetros para hacerlas factibles- hasta diciembre de 2017, aunque a partir de abril se reducirán de 80.000 a 60.000 millones mensuales. Así, los match points abiertos y los que están por venir se desarrollarán bajo condiciones financieras muy favorables. Pero Draghi de nuevo advirtió que son los gobiernos los que tienen que jugarlos. De ellos dependerá que las adversas pelotas que nos están llegando sirvan -como en la película de Woody Allen, en la que el anillo no cayó al río y esto no sirvió, como parecía, para condenar al asesino sino para salvarlo- para que finalmente la Eurozona termine ganando.

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