Tribuna Económica

Gumersindo Ruiz

Legislatura corta pero intensa

Tenía la idea de que el gobierno había sacado adelante temas económicos importantes pendientes, como la transposición de las normas europeas sobre protección al inversor en mercados financieros, que era urgente; otras contables, y sobre todo la de protección de datos y seguridad informática. Me había también llamado la atención la diligencia con la que en un par de días se desbloquearon las dudas legales sobre el pago de los costes de las hipotecas, que había paralizado el mercado en un momento de auge de compraventas. Pero como he leído comentarios sobre que esta legislatura había sido tiempo perdido -aunque no sé perdido para qué- he ido a la fuente objetiva que muestra la actividad de gobierno, que es el Boletín Oficial del Estado (BOE).

Cogiendo días al azar, he llegado a dos conclusiones. Primera, la principal fuente de actividad legislativa en nuestro país es la que mana de las comunidades autónomas, y se comprueba en la cantidad de normativa que casi cada día se publica en el BOE; entre temas muy dispares sobresale el desbloqueo de oposiciones y nombramiento a cuerpos de la Administración. Así pues, pase lo que pase, no hay quien pare la producción de normas que ocupan páginas y páginas del BOE. Segunda, hay abundante normativa diaria que va desde temas técnicos de funcionamiento del país, medio ambiente, autoconsumo de energía, salarios de empleados públicos, seguridad social, como de más calado en relación a algunas de las mejoras sociales que el gobierno quería llevar a cabo.

Dejando el BOE, entre lo más interesante que he visto está la intensísima actividad de Exteriores para reforzar la imagen de nuestras instituciones. No recuerdo una campaña como This is the real Spain, con personajes tan influyentes como Isabel Coixet, Sara Baras, Daniel Barenboim, José Ángel Guría, Gabilondo o Richard Gere, que se une a un despliegue diplomático sin precedentes, para contrarrestar lo que había sido un deterioro continuado. Y, junto a ello, la paciente voluntad de diálogo con el independentismo catalán, que no ha sido inútil, pues ha puesto de relieve una intransigencia conocida pero que era necesario seguir haciendo visible, frente a tanto radicalismo por todas partes.

Pero lo que más me llama la atención de la breve legislatura es la resistencia interna a los cambios muy moderados que se pretendían hacer para compensar el deterioro social de los últimos años. Temas como los Presupuestos o el salario mínimo, han tenido una feroz oposición en los medios económicos, dentro, no fuera, donde la calificación crediticia de la economía española se ratifica como estable, y por la deuda pública a diez años se paga ahora cuatro décimas menos que antes de junio de 2018. En el lado negativo, quizás el gobierno no ha visto que la "fatiga de austeridad que nos sigue aturdiendo" -la frase es de Jason Williamson-, produce alergia a los impuestos; además, la combinación de flexibilidad para crear el mayor empleo posible, elevar los salarios, todavía por debajo de hace once años, y pegar los trozos rotos de la convivencia, es una tarea que habría necesitado tiempo, y sobre todo acuerdo entre partidos frente a la visceralidad de cargarse al adversario.

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