Tribuna Económica

gumersindo Ruiz

Futuro del trabajo

Gumersindo Ruiz opina sobre profunda transformación actual del empleo en Europa en estos años de crisis.

El trabajo, de una forma u otra, dice el profesor Stephen Fineman, define quiénes somos y adónde pertenecemos. Pese a la crisis y sus miserias, Europa conserva ciertos valores, y un tribunal europeo ha sentenciado que alguien capacitado para hacer el trabajo de suplente de otro tiene los mismos derechos, por ejemplo, de indemnización en caso de despido cuando la suplencia se haya convertido en habitual.

Pero Europa sufre la profunda transformación actual del trabajo que genera frustración cuando los resultados del crecimiento económico, el nivel de renta y la riqueza acumulada no son, como las teorías económicas convencionales prometían, un motor de inversión, innovación, empleo y distribución relativamente generalizada de la capacidad de consumo y ahorro. En su lugar aparece el paro, desigualmente distribuido en las regiones europeas, y un empleo con mayor precariedad que en el pasado, y la incógnita de cuál es su futuro. Se ha argumentado que en la exportación está la clave del empleo; actualmente, todos los países de la UE, a excepción de Francia, que presenta un ligero déficit, tienen superávit exterior, algunos más que otros, pero todos, lo que supone un 3,2% del producto de la UE en 2016, y un 2,9 previsto para 2017. Los precios al consumo interiores medios son del 0,3 y el 1,3 para esos dos años, por lo que la liquidez resultante de este flujo de dinero exterior no genera inflación, señal de que tampoco se reparte internamente. Este superávit es hoy de casi 400.000 millones de dólares, que es prácticamente el de China y Japón juntos, y luce espectacularmente frente a los más de 500.000 millones de déficit que suman Estados Unidos e Inglaterra, donde el paro no llega al 5%. Así pues, en España ya tenemos exportaciones, crece el turismo, crece el consumo, crece el Producto Interior Bruto (PIB), ¿y qué pasa con el empleo prometido, cuando el paro todavía tontea con el 20%?

Por un lado, estos hechos señalan desequilibrios gravísimos en Europa y, por otro, tenemos que dejar teorías y relaciones causa y efecto que no funcionan, y formularnos cuestiones como las siguientes. La primera y fundamental: ¿de dónde van a venir los trabajos?. En la Unión Europea entre 2008 y 2015 se han perdido cuatro millones de empleos en la industria, otros cuatro en la construcción, y dos en la agricultura; sólo en servicios se gana empleo, en salud, educación, administrativos y profesionales, y muchos de ellos no son de asalariados sino de autónomos. Las otras tres cuestiones son: qué tipo de conocimientos y habilidades son necesarias para trabajar; cómo se ajusta la oferta de trabajo y la demanda, y qué seguridad puede tener un trabajador, no ya sobre un puesto de trabajo, sino de que puede moverse y encontrar empleo en el sistema. Quizás lo que estamos planteando sobrepasa a un gobierno en España, y más a un gobierno regional en Andalucía, pero la respuesta a este enorme problema de globalización tiene que darla cada país, cada región, con políticas dirigidas a crear directamente empleo, equipando a los trabajadores para enfrentar la nueva situación, y contrarrestando el impacto de las nuevas tendencias del empleo sobre la distribución de las rentas.

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