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Análisis

José Ignacio García

Catedrático de Análisis Económico de la Universidad Pablo de Olavide

¿Cambio de tendencia en el mercado de trabajo andaluz?

No hay datos suficientes para afirmar que medidas como la subida del SMI impulsan el paro, pero sí se ve ya que hay menor contratación de algunos colectivos y mayor precarización

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ANDALUCÍA terminó el año 2018 con 3.090.249 empleados, casi 120.000 más que en diciembre del año 2017. La tasa de paro bajó al 21.1% y el porcentaje de parados que llevan más de un año buscando ininterrumpidamente empleo también ha bajado este año al 46.5% del total de parados, desde niveles superiores al 50% en el año 2017. Hasta aquí la lista de registros positivos. En el lado de los negativos tenemos la tasa de temporalidad que, tras unos años de bajada, vuelve a experimentar un crecimiento sostenido hasta alcanzar niveles superiores al 35%: dado que no se han implementado reformas de calado en el diseño institucional de nuestro mercado de trabajo en los últimos años, la economía española y en particular la andaluza sigue, como en el pasado, manteniendo en la más extrema precariedad a uno de cada tres trabajadores por cuenta ajena. Ésta es la radiografía a finales de 2018 que nos permite realizar uno de los mejores instrumentos con los que contamos los analistas económicos que estudiamos el mercado de trabajo en España: la Encuesta de Población Activa. Sin embargo, hay otras estadísticas que, con una mayor periodicidad temporal, también nos ayudan a analizar la coyuntura laboral. Los datos de paro registrado y de afiliación a la Seguridad Social se publican el segundo día laborable de cada mes y nos permiten identificar o anticipar cambios de tendencia, así como estudiar algunos elementos en las series de contratación a nivel sectorial o provincial. Y resulta que estos datos en los últimos dos meses no llaman demasiado al optimismo. El número de parados registrados en las oficinas del Servicio Andaluz de Empleo aumentó en el mes de enero de este año en 19.996 personas y volvió a aumentar en el mes de febrero en 4.596 personas más. La afiliación a la Seguridad Social, a su vez, acumuló caídas de 22.633 personas en el mes de enero y de 3.979 afiliados en el de febrero.

¿Quiere decir esto que estamos ante un cambio de tendencia? Es muy pronto para decirlo. Necesitamos una serie más larga y, sobre todo, necesitamos más información para identificar si las posibles causas de estos cambios apuntadas por algunos (subida del salario mínimo, incertidumbre política, etcétera) se confirman en los próximos meses. Pero lo que parece claro, en cualquier caso, es que existen algunos colectivos donde se está empezando a entrever con mayor virulencia que estos elementos pueden estar manifestándose en una menor contratación y en una mayor precarización de ésta que deriva en una caída de la contratación indefinida o en una subida de la contratación a tiempo parcial. Así, por ejemplo, la caída en la afiliación de jóvenes menores de 30 años ha sido de más de 6.900 efectivos en el mes de febrero en Andalucía. Los trabajadores con niveles de cualificación bajos también están viendo cómo se les contrata con mayor intensidad bajo modalidades de obra y servicio y a tiempo parcial y esto tiene, como es natural, importantes consecuencias negativas para la productividad de sus empleos. Las empresas que contratan temporal y a tiempo parcial para intentar ahorrar en costes laborales deben calibrar bien las consecuencias en términos de productividad de estas decisiones empresariales.

Deberíamos olvidar el coste dual del despido según el contrato y proteger al trabajador

Pero el Gobierno debe calibrar también las consecuencias de no avanzar en la regulación laboral y, al contrario, proponer vueltas al pasado en términos regulación laboral o de negociación colectiva. El día de la marmota en el que, sin solución de continuidad, estamos inmersos en este país con temas como los costes de despido nos hace perder la perspectiva de los cambios tan importantes que la nueva revolución tecnológica está introduciendo en las relaciones laborales. Cada vez se hace más necesario proteger al trabajador y no el puesto de trabajo y para ello debemos olvidarnos cuanto antes de costes de despido duales para contratos temporales e indefinidos y avanzar en sistemas de protección que acumulen derechos a lo largo de la vida laboral, independientemente del contrato que se tenga, el régimen al que se cotice o la empresa para la que se trabaje.

Por otra parte, las políticas activas que se deberían empezar a diseñar deberían olvidar las estructuras estanco del pasado para pensar en un diseño más global. La orientación laboral que deben ofrecer los Servicios Públicos de Empleo se debe gestionar de manera conjunta a la Formación Profesional para el Empleo y las famosas subvenciones a la contratación a la que tan adictos han sido todos los gobiernos hasta ahora se deben repensar de manera completa. Hay una dependencia casi enfermiza de estas subvenciones y tarifas planas por parte de algunas empresas que viven de las mismas, creando empleos o empresas “ficticias” que se destruyen en cuanto desaparece la subvención para crear otra nueva y volverla a cobrar. Por ello, estas bonificaciones y subvenciones se deben reestructurar de manera completa incorporando, para empezar, un componente de premio o incentivo para el empresario que menos despida (y que más contrate). Estas bonificaciones sólo deberían ir dirigidas, además, a la contratación de trabajadores con especiales dificultades de inserción poniendo por tanto un límite máximo al salario que debe ser bonificado. Las Iniciativas de Cooperación Local de creación de empleo temporal por parte de ayuntamientos también deberían ser repensadas en este sentido. Por último, una idea a valorar por el nuevo Gobierno en Andalucía en su estrategia de apoyo a la iniciativa emprendedora y a la PYME es la transformación de estas subvenciones a tanto alzado en bonificaciones periódicas condicionadas al crecimiento del tamaño empresarial. Estas bonificaciones deberían centrarse en sectores estratégicos para la economía andaluza, donde se quiera incentivar el crecimiento empresarial y la generación de valor, actividades ambas cruciales para el crecimiento económico en nuestra región.

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