Respons(H)abilidades

Bienestar laboral como estrategia de éxito, un reto de las empresas del siglo XXI

  • La flexibilidad empresarial se consolida como un claro indicador de éxito de las empresas y es una competencia que emana directamente de sus personas

Bienestar laboral como estrategia de éxito, un reto de las empresas del siglo XXI

Bienestar laboral como estrategia de éxito, un reto de las empresas del siglo XXI

El mundo en el que vivimos es VICA: Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo, que de ahí viene el acrónimo. Este término se emplea en múltiples ámbitos como la educación, la política, la ecología, la economía… Viene a definir el contexto en el que se deberían desarrollar las estrategias a futuro –cualquier tipo de estrategia-, por aquello de prevenir antes que curar. Y si se paran a pensarlo, todos los adjetivos se refieren a lo mismo: a una altísima necesidad de estar preparados para adaptarse al cambio constante, o lo que es lo mismo, ser muy flexibles.

VICA es un término que seguramente encontrarán más veces en su versión anglosajona: VUCA. Se refiere a lo mismo, a un mundo caracterizado por la volatilidad (volatility) con la que cambian las cosas, por la incertidumbre (uncertainty) que reina en la evolución de los acontecimientos, y por la complejidad (complexity) y la ambigüedad (ambiguity) con la que se relaciona todo con todo.

Ahora pensemos en las empresas y sus mercados sea cual sea su tamaño: ¿de qué depende que sean más o menos flexibles para adaptarse a este mundo VICA y a los cambios cada vez más rápidos? La pregunta correcta no es de qué, sino de quiénes.

Si han pensado en la plantilla desde el primer ejecutivo al último becario, estamos de acuerdo. Si no, quizás deberían revisar su concepto de empresa. Porque por muy robotizada que esté una actividad, al final son personas las que toman las decisiones estratégicas e implementan las acciones planificadas. Así que cuanto más flexibles y, por tanto, más abiertas al cambio sean esas muchas o pocas personas, mejor.

Adaptarse o morir

Realmente la esencia de los negocios no ha cambiado, lo que ha cambiado es el mundo. Se ha convertido en VICA introduciendo un factor demoledor si no estamos preparados para afrontarlo: el factor tiempo. Simplemente porque ya no hay tiempo que perder.

Llevada esta conclusión al mercado de consumo, no hay que ser un visionario para comprobarlo. La imparable evolución tecnológica ha marcado sin duda la velocidad con la que siguen cambiando nuestras costumbres y gustos como consumidores. Nos hacemos cada vez más exigentes y más cómodos, y además tenemos muchísima más información y recursos.

Y esto ha ocurrido en nada de tiempo. Se lo cuenta una que empezó sus prácticas de periodista en radio redactando las noticias en máquina de escribir con papel carbón para generar una copia al editor. Poquísimo después me conectaba con mi flamante ordenador al novedoso y alucinante Internet por la línea telefónica, generando facturas con las que la todopoderosa compañía de entonces hacía palmas con las orejas. La conexión iba a pedales y me encantaba, eso que ahora me desespero y busco otro enlace en los primeros tres segundos de consulta online. Eran tiempos en los que la innovación iba haciendo más pequeños los teléfonos móviles analógicos, y ni se olían los smartphone, al menos no los ciudadanos de a pie. Tengo 47 años. No es prehistoria. Estoy hablando de hace 20 años.

Esta misma visionaria que escribe montó por aquel tiempo una tienda de revelado de fotografía a la vez que se compraba el último grito en móviles de Nokia -parecía una barra de labios y tenía espejo-. Así que sufrí de cerca como mi proveedor de revelado, Kodak, la llegada de la foto digital y los smartphone con iOS, Android y cámara. Yo cerré, y Nokia y Kodak perdieron su hegemonía en sus respectivos mercados de referencia.

Son tres ejemplos - uno personal e irrelevante- en los que el factor tiempo y la capacidad de reacción determinaron la evolución de los negocios. Y es algo que, lejos de aminorar, se acelera progresivamente.

La flexibilidad empresarial: el santo grial

Así que en este veloz cambio en el que vivimos, la capacidad de adaptarse y estudiar de forma muy certera las tendencias es una cuestión de supervivencia. Pero también lo son la innovación y la creatividad para ofrecer soluciones alternativas una vez que se identifica la necesidad de cambio. Son competencias que me resultan interdependientes.

¿Y cómo se logran empresas flexibles, creativas e innovadoras? Pues por supuesto que los medios técnicos y las posibilidades que brindan las nuevas tecnologías son importantes, pero el valor diferencial está, al menos así lo creo, en la personas. Así que la pregunta siguiente que me sugiero yo misma es: ¿y cómo se logra tener trabajadores flexibles, innovadores y creativos? Pues a lo mejor me estoy volviendo loca, pero me parece que ambientes laborales hostiles, procesos de trabajo rígidos, poca información de la empresa y sus estrategias o usar el miedo como motivador laboral no ayudan mucho.

Nadie cuestiona ya que el bienestar laboral es un motor del éxito empresarial, porque entre otras cosas, facilita la flexibilidad al cambio y genera la valiosa creatividad que emana de las personas. Por eso vigilar y trabajar el clima laboral es una oportunidad para las empresas y, de paso, Responsabilidad Social Corporativa en estado puro.

Ha dicho el Foro Económico mundial que “la crisis de salud mental podría costarle al mundo 16 billones de dólares para 2030”. Aquí intervienen, y mucho, los datos de enfermedades laborales asociadas a entornos de trabajo donde el clima laboral no es precisamente bueno y que tampoco colaboran en dar a la empresa la flexibilidad, la innovación y la creatividad que necesita para seguir en este mundo. Así que aunque sólo sea por motivos de rentabilidad, podríamos hacerle caso al FMI y reconocer que “el desarrollo de habilidades como la empatía, la escucha activa y la inteligencia emocional son fundamentales para el éxito en el siglo XXI”. Y no lo he dicho yo, que conste.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios