Tribuna Económica

rogelio velasco

AVE, autopistas y aeropuertos

La política de infraestructuras que ha seguido España ha seguido varias guías de orientación, pero ninguna de ellas ha tenido en cuenta los aspectos económicos de las mismas.

¿QUIÉN no quiere tener una autopista que pase cerca de su casa, o un aeropuerto o AVE que estén próximos?

La política de infraestructuras que ha seguido este país ha seguido varias guías de orientación, pero ninguna de ellas ha tenido en cuenta los aspectos económicos de las mismas. Como mucho, se han tenido en cuenta los efectos multiplicadores sobre la actividad. En el caso de algunos aeropuertos, también ha habido sentido económico por lo que respecta a la ampliación de terminales, ante la evidencia de la saturación de las existentes.

Pero poco más. Dos guías han tenido mucha mayor fuerza a la hora del diseño de nuevas infraestructuras. Primero, y sobre todo, una orientación geográfica. Vistas sobre un mapa de España, quedaba claro que regiones o ciudades estaban bien o mal conectadas y sobre esa idea geográfica se diseñaba el trazado de una nueva autovía. Esa misma visión se ha seguido con las nuevas líneas de AVE. Primero con el de Sevilla: una decisión basada en la geografía y en la política. Después se ha continuado con la construcción de la red, que ya es la mayor del mundo, algo que nos hace sentir orgullosos porque no se tiene en cuenta el coste de construcción y explotación de las mismas.

Sin entrar en mayores detalles, la actual conexión en construcción con Galicia no va a cubrir siquiera los costes variables de operación, con lo que cada pasajero que lo utiliza le cuesta dinero al Estado. El coste total superará los 6.000 millones.

Además, de la visión geográfica, las presiones políticas también han jugado su papel. Todas las comunidades y ciudades medianas y grandes, quieren tener su AVE. Un análisis económico elemental muestra la irracionalidad de esa política, que probablemente llegue a su cima con la construcción de la llamada Y vasca, por la que se conectan las tres principales ciudades del País Vasco sin conexión alguna con el resto de España.

Además, de la visión geográfica y las presiones políticas, ha habido una gran orientación hacia los aspectos técnicos de las infraestructuras, con las que se han resuelto grandes problemas en el país más montañoso de la UE.

Por fin, el acompañamiento de la financiación con fondos comunitarios ha jugado también un papel fundamental para explicar la multiplicación de infraestructuras sin sentido económico, porque había dinero ajeno para su construcción.

La construcción de nuevos aeropuertos ha seguido una pauta similar en cuanto a la valoración económica de los mismos. Carecen de sentido aeropuertos como el de Córdoba, Badajoz o La Coruña, entre otros.

El país, con una de las mejores redes de infraestructuras del mundo, ha recibido esta semana una severa crítica de parte de la Comisión Europea, debido al escaso tráfico que soportan muchas de las nuevas obras construidas, así como a los riesgos que el Estado ha asumido en las concesiones de nuevas autopistas de peaje en las que, al final, si no son rentables, es el Estado el que asume los costes.

Estas políticas las han seguido tanto la Administración central, como la autonómica y local. Es hora de parar los programas de infraestructuras aprobados hasta que se lleve a cabo, una a una, un análisis económico que soporte las inversiones a realizar.

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