Miguel Ángel García Cossío: "Cuando llegué a ‘Entre rejas’ yo estaba como al que le ponen a jugar con el Madrid”
Retrocarnaval
Con seis primeros premios y siendo un referente en el punteado de las comparsas, puede presumir de haber salido en agrupaciones míticas de las mejores épocas de Antonio Martín y Martínez Ares
Catalino: "En mi época los componentes eran más fieles y los grupos más reconocibles”
MacGregor: "Yo le daba color al tenor, sin más, porque sin tenor no se escucha la melodía del pasodoble"
Seis primeros premios lucen en el palmarés de este carnavalero (tres con cada uno de los dos Antonio, Martín y Martínez Ares) que ha sido uno de los referentes en el punteado de las comparsas. Retirado del Carnaval desde 2008, se dedica a su gran pasión, la música, como compositor para muchos artistas andaluces y como arreglista, trabajando incluso para El barrio.
Su hermano, El Selu, célebre autor de chirigotas, tiró de él para que se uniera a la familia carnavalesca. “Él había salido ya dos o tres años, en los primeros años de los 80. Y era el único con afición de mi casa”, explica. Todo ello en un entorno muy carnavalero como eran los barrios del Avecrem y la zona de García de Sola, donde Miguel Ángel recuerda comprar en el puesto de chucherías de Paco Alba.
“Yo llevaba un tiempo tocando la guitarra y lo primero que toqué fueron otras músicas que me gustaban. Ya después me puse a imitar los punteados de Pepito Martínez, mi ídolo, los de El Puerto de Pedrito García o El Chino, o los de Pedro Pablo Hidalgo o Nicolás el Cuchilleta, el de Chiclana, de ‘Hombres del campo’. Eso es lo poco que había entonces”, evoca. Y fue Paco Vergara, el hermano de Paquichi, quien le invitó a salir por primera vez, con una comparsa en 1983, ‘Los artesanos’, de Paco Eslava y Emilín Álvarez. “Ensayábamos en la calle San Vicente. Ahí salía de bombo Selu Monzón, estaban el Pito, Andrés Monzón… buen grupo. No era mala comparsa. Yo hacía el punteado y algún contralto, pues siempre me ha gustado mucho cantar”.
Dice que para 1984 fue a salir con una comparsa juvenil llamada ‘Juerga’, de un joven Juan Carlos Aragón, que ensayaba en Salesianos. “No había mucha seriedad, con muchos chiquillos, y me retiré a tiempo”. Fue Manolito Castillo quien le propuso salir ese año en la comparsa ‘Figurines de escaparate’, de Manolo Pérez Moreno. “Este hombre era compañero en Astilleros de Pepe el Caja. Y Pepe, con José Luis Mejías, venían a los ensayos a afinar la comparsa. Ellos salían ese año en ‘Barriletes’ e íbamos todos los sábados a sus ensayos”.
Pepe el Caja se fijó en Miguel Ángel, pero antes de llevárselo con él al grupo de Antonio Martín, García Cossío estuvo a punto de entrar en otro para 1985. “Empecé a parar con gente del Carnaval como José Luis Naranjo y se sumó Martínez Ares. Me propuso irme con ellos a ‘Zombies’ y empecé a ensayar. En mayo, muy temprano. La introducción del pasodoble es mía. En septiembre vino a buscarme Mejías, porque Pedro Pablo no iba a salir con ellos, se iba fuera a estudiar, si no me equivoco. Era la comparsa de Antonio Martín y había que pensárselo. Se lo comenté a Martínez Ares y me dijo que no fuera tonto, que saliera. Que era una oportunidad única. El director, Manolo el Gitano, también me dijo que aprovechara”, apunta.
El caso es que con solo 16 años, a puto de cumplir 17, llegó al ensayo de ‘Entre rejas’, “en calzonas y con la guitarra en una funda de skay”, y rodeado de gente consagrada, con Pepe el Caja y Antonio Martín a la cabeza. “Yo estaba como al que le ponen a jugar con el Madrid. Me quedé con una cosa muy bonita que me dijo Caracol: ‘Pibe, tú aquí eres uno más. Si estás en este grupo con los mejores, es que tu también eres el mejor’. Empezaron a cantar el pasodoble, porque yo me incorporé un poco más tarde, y aquello no era normal. Todavía lo recuerdo y me emociono”.
Enseguida empezó a ensayar, a la vez, con la antología de Los Pabellones, dirigida por Pepe el Caja, para el concurso de pasodobles de la peña Paco Alba, aunque en ese grupo no iban todos los de ‘Entre rejas’ y sí carnavaleros como MacGregor (que aún no había llegado a la comparsa), Paquito el Corneta, el Lele. “Por ejemplo, Caracol cantaba con el grupo que tenía el Ichi, del bar El Parlamento del Carnaval de la calle Desamparados, con La Moniata, Manolo Ávila...”, expone.
‘Entre rejas’ pasó a la historia. “Y hay una anécdota que muchos no saben. Íbamos a cantar con la reja a todos los sitios. Se desmontaba, en tubos de PVC. Sin la reja la comparsa perdía. Una vez cantamos sin ella en un pueblo de la provincia y no veas la bronca que nos dieron. Hasta en el Pemán hemos cantado con la reja”.
"Era la comparsa de Antonio Martín y había que pensárselo. Se lo comenté a Martínez Ares y me dijo que no fuera tonto, que saliera"
Ya en los ensayos generales “no se podía escuchar a la comparsa de gente que había, también por el morbo de haber cogido Antonio el grupo de ‘Robots’. Y por cómo sonaba el grupo. Yo creo que directores como Pepe el Caja en la historia del Carnaval no ha habido. Te pongo un ejemplo claro: con Martín dirigió ocho años. Uno fue con la antología en el 88 y en el resto se llevaron cinco primeros premios y dos segundos. Eso no lo ha hecho nadie”.
Como nadie había grabado entonces, según Miguel Ángel, la cinta de cassette por “medio millón de pesetas”. “En el estudio de grabación de Carlos Ordóñez, en la calle Arbolí. También era el grupo que más cobraba en los contratos, por toda Andalucía”.
La gran rival de esta comparsa fue ‘Braceros de pueblo’, de Enrique Villegas. En ese grupo salía alguien a quien Miguel Ángel conocía muy bien. Vamos, que compartían habitación. Era El Selu, su hermano. “En mi comparsa me decían que no le cantara nada a mi hermano. Y en mi casa, de 70 metros, como para no escucharnos. Él preparando sus punteados y yo los míos. Y nos ayudábamos unos a otros. Como para no saber qué llevábamos unos y otros”.
"Yo hice la música de ‘Los ordeñadores personales’. Desde el gallinero nos gritaron ‘¡no valen ustedes ni pa la cabalgata!"
El grupo iba a convertirse en leyenda. Al primer premio de ‘Entre rejas’ le siguieron otros dos triunfos: ‘Soplos de vida’ (1986) y ‘A fuego vivo’ (1987), “donde yo empecé a soltarme ya con el punteado, haciendo ya cosas con tres y cuatro cuerdas, que no se había visto hasta entonces. “Era un grupo imbatible y Antonio traía unas letras increíbles”, añade. “En el 86, además, saco una chirigota junto al Yuyu, que éramos compañeros de clase en el instituto San Severiano y amigos de pandilla. Yo hice la música y se llamó ‘Los ordeñadores personales’. Desde el gallinero nos gritaron ‘¡no valen ustedes ni pa la cabalgata!’, fíjate cómo era la cosa”, dice entre risas.
El Pepón, que había cambiado globos por botellas en su juventud, fue quien enseñó a ‘Soplos de vida’ a llenar los globos. “Una tarde que íbamos para el Falla con nuestro mazo de globos tiraron desde unos balcones cristales y reventaron un montón. Era domingo por la tarde y estaba todo cerrado. Tuvimos que poner globos de Hiper Cádiz”, señala.
Vino el parón en 1988, hastiado Martín de cantar en el Teatro Andalucía y que no estuviera el Falla aún reformado. “Hicimos la antología y nos hartamos de cantar junto a ‘España la nueva’. Mejías se encargó de montar la presentación de presentaciones y el popurrí de popurrís, que quedó de maravilla”, afirma.
Para ese mismo año, su vecino, Erasmo Ubera, le pidió la música para la chirigota ‘Los gnomos metíos en manteca’ y al año siguiente, “a pesar de haber formado yo medio grupo con gente de ‘los ordeñadores’, decidí no hacer la música. Y la hizo mi hermano para ‘Los sanmolontropos verdes’”.
Cantó con 'La mar de coplas', pero no en el Concurso
El grupo regresó con ‘Tras la máscara’, segundo premio, y en 1990 Miguel Ángel no pudo salir debido a su trabajo en la Junta de Andalucía, aunque se incorporó al conjunto dos semanas antes de cantar en el Falla para reforzar la cuerda de guitarras. Así que hizo todo el Carnaval y el verano con ‘La mar de coplas’. “Fue un primer premio postizo”, apostilla. Sus horarios de trabajo también le impidieron salir en ‘Encaje bolillos’ en 1991. “Metieron a Pacoli, al que yo recomendé”.
Tras un año fuera de la fiesta fue reclamado por los hermanos Alcántara para salir en ‘La fragata’ en 1992. “Tenía los mismos problemas de trabajo, pero se adaptaron a mis horarios. No me arrepentí porque fue uno de los mejores años que pasé en Carnaval. El grupo era buenísimo y quedábamos todos para salir con nuestras parejas”, asegura.
Volvió con Antonio Martín en ‘El titiritero’, después de una ruptura del grupo, saliendo del mismo Pepe el Caja y algunos componentes más. Fueron dos terceros premios seguidos, este y el de ‘Las verdades del barquero’ en 1994. “Ahí notaba yo que se estaba acabando un ciclo. Ya estaba pegando muy fuerte Martínez Ares. Me fui en verano”.
No salió en 1994, aunque por esa época empieza a verse con Martínez Ares para asuntos musicales no carnavalescos. “Yo tenía un pequeño equipo de grabación y quedábamos para hacer canciones y arreglos. Hicimos el intento de hacer un grupo, que se iba a llamar ‘Los brujos’, precisamente”.
Tampoco estuvo en el Concurso de 1995, pero en verano entró en la comparsa ‘El brujo’, que se había roto “creo que un día que cantaron en Chiclana, en la noche de Perico Alcántara. Vino a buscarme Antonio Martínez Ares y me tuve que aprender a la carrera todo el repertorio y la antología para cantar pocos días después. Fuimos al principio con dos guitarras, Antonio y yo, a los contratos. Y no sé si once tíos solamente”.
El renovado grupo preparó para 1996 ‘La trinchera’. “Antonio confió en mí para afinar la comparsa. Nos llevamos el primer premio. Hubo desajustes en la interpretación, menos mal que llevábamos muy buenas letras. Pero en ese verano el grupo se consolidó”, relata.
"Buena parte del grupo nos mantuvimos firmes para no cambiar el popurrí de 'Los piratas'. Y al final el popurrí hizo historia”
Le siguieron ‘El vapor’, segundo premio’, y ‘Los piratas’, uno de los históricos pelotazos del Carnaval. “La idea de ‘Los piratas’ es de Pedro Espinosa. Desde el principio al pasodoble le veíamos color, pero con el popurrí hubo dudas. Vinieron a escucharnos un día gente veterana del Carnaval y nos dijeron que la comparsa estaba muy bien, pero el popurrí era muy raro. Lo había hecho Antonio todo original y nos gustaba más que las cuartetas que trajo antes con música de otros autores. Después de esa noche llegaron las dudas, pero buena parte del grupo nos mantuvimos firmes para no cambiarlo. Y al final el popurrí hizo historia”.
Fue un año “increíble”. “Teníamos que ir en coche a Fonoruz (Montilla) a recoger los discos porque no podíamos esperar a Seur, se nos agotaban. No sé si fueron más de 50.000 los discos vendidos, una barbaridad”, apunta.
En medio de todos esos años de vertiginoso ritmo, Miguel Ángel se embarcó con el grupo en un grupo de tanguillos con El Alemania como vocalista, en obras de teatro o en un disco de villancicos. “Hicimos muchas cosas distintas, gracias a que Antonio y yo teníamos muchas cosas en común y la misma sintonía de creación y de experimentación. Fue una paliza, compartiendo esto con las comparsas para el Falla”, admite.
Dice que con tanto trajín, quizás no debieron hacer ‘Los templarios’ para el 99, que hubiera sido mejor alargar el éxito de ‘Los piratas’ un año más y descansar del Concurso. Pero el Falla tira y mucho. A ‘Los templarios’, que “la hicimos a trompicones”, y a ‘La milagrosa’, cajonazo en 2000, “les pesó que Antonio estuviera en Autores batallando contra el Ayuntamiento y contra la radio en bambalinas”.
Tanto roce trajo el desgaste. De cara a 2001 se produjo otro cisma, saliendo del grupo el director, Ángel Subiela, con buena parte de los componentes. García Cossío se mantuvo junto al autor para salir en ‘La niña de mis ojos’, que fue primer premio, y competir con sus ex compañeros, que hicieron ‘Los condenaos’ con Juan Carlos Aragón. Al año siguiente se cambiaron los premios, y ganó Aragón con ‘Los ángeles caídos’ y quedó en segunda lugar Ares con ‘La revolución’. “Este tipo lo íbamos a sacar en un coro con la chirigota de Juan Carlos, que iba siempre con nosotros en el autobús”, reconoce.
"Íbamos a sacar 'La revolución' como coro con la chirigota de Juan Carlos, que iba siempre con nosotros en el autobús”
‘Calle de la mar’ fue, en 2003, el cierre de Martínez Ares a un ciclo ininterrumpido desde 1984. “Esa comparsa no debió salir, ahí Antonio estaba en un mal momento y la sacamos adelante a trancas y barrancas. Hicimos cuplés unos cuantos componentes”.
Miguel Ángel se unió en 2004, en verano, a la comparsa de Juan Carlos Aragón, ‘Los inmortales’, que había sufrido varias bajas. Se quedó en el grupo para salir en 2005 con ‘El golfo de Cádiz’ y afinar al conjunto. “En diciembre no sabíamos ni como nos íbamos a vestir, pues Juan Carlos decía que no se gastaba un duro. Fue a una tienda de efectos navales y compró para todos ropa de faena de pescadores y marineros. Había muchas voces por arriba y era complicado repartir las partes altas. Eso hizo que algunos se marcharan. Yo me marché el Viernes de Dolores”, evoca.
Volvió en 2008. “Me llamó Ángel Subiela para salir con Tino Tovar en ‘Los perfumistas’. Se ha quedado como recuerdo la peluca, pero era una gran comparsa”. Ahí se despidió del Carnaval.
Siguió dedicándose a la música, produciendo, entre otros proyectos, los discos ‘Coplas por Cai’ para Musical JM y tres cedés de pasodobles en forma de boleros para el Grupo Joly, además de realizar sintonías para Canal Sur.
Está alejado del Carnaval, pero no vive ajeno a la fiesta, a la que sigue y a la que no le importaría regresar si le surgiera un proyecto interesante.
Trabajador de la Junta de Andalucía desde 1990
Miguel Ángel García Cossío nació el 17 de octubre de 1967 en el hospital Fernando Zamacola, ahora Puerta del Mar. Estudió en el colegio Carola Ribed e hizo FP de Automoción en el instituto San Severiano. Poco después se convirtió en opositor y consiguió entrar en 1990 en la Junta a través de una bolsa de trabajo. Estuvo empleado en el Centro de Actividades Náuticas, en la Delegación de Justicia, luego en Igualdad y ahora lleva cuatro años en la Delegación de Gobierno. Allí es conductor de Consejo de Gobierno. Está casado con Toñi Bernal Romero. Tienen dos hijos: Pablo y Adán.
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