Pito de coña

Casi manda otra vez Santander en Cádiz

Poco le ha faltado a Santander para volver a mandar en Cádiz. Su chirigota se ha quedado a unos puntos de ser otra vez la gran regidora del concurso, a unos votos de recuperar el bastón de mando chirigotero que en alguna ocasión sostuvo. Pero han tenido que venir desde la gran puñeta sideral unos enrojecidos perros flauta para impedir a los de Santander recuperar el cetro perdido. Como la vida misma, oiga.

Eso es lo que tiene la democracia, eso es lo que tiene un jurado, que emite su fallo con el que siempre hay gente en desacuerdo, igual que en el resultado final de las urnas. Siempre hay quien protesta pero, en ambos casos, el resultado es siempre legítimo.

En el concurso de este año el nivel final ha sido tan igualado en las distintas modalidades que era de esperar cualquier resultado y, por tanto, cualquier reacción popular. Cada aficionado es un jurado en sí mismo y eso lleva a que en cada certamen haya discrepancias permanentes.

Vera Luque, por ejemplo, gana ahora con la facilidad que antes se le negaba. Él que en sus comienzos chirigoteros era superado por repertorios poco revolucionarios -aún me escuece-, mientras triunfaba en los cuartetos, tuvo después que soportar algunos cajonazos de categoría como el que sufrió con sus añorados francos. Y siempre ha encajado el fallo del jurado con una exquisita deportividad chirigotera, con palabras de respeto y admiración tanto para los que le han superado alguna vez como para los que, como este año, han quedado por debajo.

Un año, repito, en el que cualquiera podía ganar, pero en el que el pelotazo llegó de San José de la Rinconada. Muchos veían en Manué y su velatorio el primer premio, igual que cuando Selu trajo sus enteraos: ambos fueron terceros, lo que demuestra que da igual venir desde Sevilla o hacerlo desde Cádiz.

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