Defendiendo el tipo

Los límites del libreto

Van dos por la calle y se cae el de en medio". ¿Por qué 'él'? Bueno, vale: "Van dos por la calle y se cae la de en medio". ¿Cómo? ¿Que nosotras somos más torpes? Vaya, "Van dos por la calle y se cae alguien que va en medio". Eso es reírse de la gente que va en medio en uso de sus derechos…

Lo cuenta David Broncano a propósito de los límites del humor y añade que la corrección política matará al humor. Una corrección política que también se lo está poniendo difícil a los autores carnavalescos.

Se nos está poniendo la piel cada día más fina, estamos demasiado vigilados por nosotros mismos, nos ofendemos por otros que ni siquiera se dan por ofendidos. Pero que estés ofendido no significa que lleves razón.

Ofendidos del mundo, gente dispuesta a indignarse. Y los autores tendrán que empezar a lijar sus repertorios, no sea que suegras, cortetes, primas llamadas Carmeluchi, jorobetas, pías instituciones, ninfas despechadas, acólitos anónimos o, qué se yo, la Asociación Andaluza de Bizcos los pongan en un aprieto. Ello tiene un efecto perverso: que el Carnaval tome la dirección de la corrección política y se quede en lloriqueo social y floridos piropos pemanianos. La tumba del humor.

Pero el Carnaval debe ser políticamente incorrecto, es su ADN, y con esos códigos juega. Y el Carnaval es humor, y el humor debe ser ácido, nunca benevolente, y mostrar el absurdo y las contradicciones de la condición humana.

Además, resulta chocante que nadie pone límites al drama y sí al humor, a la comedia. Me lo expliquen.Otra cosa es saber administrar la ironía. Si una copla es una opinión contada con ironía, esa opinión no debe ser una injuria. Reírse del débil, del que no puede defenderse, de un defecto físico ¿qué gracia tiene? Entonces la broma pierde el humor y el que la usa, su dignidad.

La risa debe tener un efecto conciliador.

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