los bolos de las agrupaciones

El día que canté en...

  • En una obra, en medio del campo, en un pueblo perdido... Carnavaleros rememoran algunos de los lugares más insólitos donde han actuado

Algunos carnavaleros recuerdan los lugares más insólitos en los que han soltado sus repertorios. Aquí algunos de ellos:

A 'Los últimos en enterarse' los llamaron para cantar en la inauguración de una fase de una obra. "Creo que el sitio más raro y surrealista donde he cantado", cuenta el autor de chirigotas José Manuel Sánchez Reyes. "Allá que fuimos, nos cambiamos donde pudimos y cantamos ante los obreros y sus jefes, que estaban comiendo de pie en un improvisado almuerzo", recuerda. "Estaba todo de ladrillos vistos. Sin ventanas. Sería alguna de las primeras fases de la obra. Era la obra de un edificio en Puerta Tierra, pero no recuerdo el barrio". Pero no quedó ahí la cosa, el remate vino después. "Uno de los jefes, ya a gusto con los vasos largos de la sobremesa, nos ofreció más dinero del apalabrado si cantábamos desnudos. Tuvimos que agarrar al componente que se encargaba de cobrar porque peligraba la integridad física del que nos había hecho la propuesta. Un numerito". No hay que ser c....

Antonio Pedro Serrano, El Canijo, rememora especialmente una anécdota en Valladolid, con la chirigota 'Los Juan Palomez', primer premio en 2007. "Fuimos a un sitio con gente mayor que nunca había escuchado Carnaval. Ya en el escenario dijimos: vamos a cantar un pasodoble; y los viejos agarrados a la vieja bailando el pasodoble". "Fue increíble", aseguran. "Ellos nos decía que el ritmo no era el suyo pero bailaban". Además, en otra ocasión, estuvimos en una comida de navidad del Atlético de Madrid "casi nadie nos escuchaba. "El único que nos prestaba atención era Kun Agüero (jugador argentino, ahora en el Manchester City), que le gustaban las murgas".

Algo parecido le pasó a Ángel Gago, con el cuarteto 'Se dan clases de Latín, precios a convenir', en una sala de Madrid, también con jugadores de fútbol. No sabemos si sería el mismo lugar, pero Gago afirma "que era un sitio de postín, de dinero". "Cantamos sólo un cuplé y al terminarlo el organizador nos dijo que no cantáramos más. Que nos diéramos una vueltecita disfrazados por el púbico y ya está. La pregunta del grupo fue :¿Vamos a cobrar igual? "Nos dijeron que sí. El cuplé más caro de la historia", ríe el cuartetero que este año participa con 'Lo mismo nos vemos en Elcano que en clase de piano'.

El comparsista Jose Otero recuerda algunos sitios raros donde también ha tenido que cantar en sus años de carnavalero. "Con Araka la Kana, creo que en la semana de Carnaval, cantamos en una cuadra de caballos, en una pedanía de Jerez. Sólo había una bombilla para alumbrar". También asegura que, con 'Lo siento picha, no todo el mundo puede ser de Cai', cantaron "en una asociación de Carnaval y se cayó el escenario. Con 'Los regaeras' tuvimos un actuación en un garaje, no sé si era un cumpleaños".

Por muchos lugares insólitos también ha pasado la chirigota de José Antonio Vera Luque en toda su trayectoria. "Por lugares y por encargos de lo más raro también", ríe el chirigotero a la par que se amontonan las anécdotas en las bocas de los componentes de su grupo que rodean al autor mientras está siendo entrevistado.

El encargo, por ejemplo, al que se refiere Vera Luque es a que un año tuvieron que hacer una chirigota ex profeso "para una empresa farmaceútica que querían un repertorio concreto y eso, y lo hicimos". En "15 días" presume con sorna el carnavalero que recuerda hasta el nombre que le pusieron a esa "especie de chirigota callejera" que les salió, 'Los atletas de La Caleta'.

"Pero en sitios así diferentes también...", va recordando ayudado del grupo Vera Luque que menciona con mucho cariño una actuación que tuvieron en la Vía Verde "en medio del campo" con 'Los que van por derecho'. "Nosotros nos creíamos que íbamos para Olvera y ya en el autobús la chica que nos contrató nos dijo que era el camino para Coripe . El conductor se descompuso porque esos son unos 16 o 17 kilómetros pero que se hacen en 40 o 45 minutos... Imagínate las curvas de aquello... Pero luego fue toda una experiencia cantar allí en medio de la naturaleza, estuvo muy bien".

Bien aunque "diferente" fue su pase en Alba de Tormes, una localidad de Salamanca en la que "yo diría que no se había escuchado una chirigota en la vida. "Era un día laborable en el resto de España pero allí era festivo. Recuerdo que había procesiones, de esas suyas castellanas serias, y también había cabezudos... El caso es que cantamos y cuando terminamos la gente se acercó a decirnos que éramos estupendos y que se habían reído poco no porque no tuviéramos gracia sino porque en el pueblo eran poco de reírse", explota en carcajadas recordando también la experiencia de cantar por las calles de Oviedo como otro sitio inolvidable.

Entre los sitios más extraños que ha cantado Manolo Santander, autor junto a José Manuel Sánchez Reyes de 'Los brujos titis', confiesa que se encuentra el Casino de El Puerto, y no por el sitio en sí, sino por el público al que se dirigían: "únicamente dos personas que estaban jugando al mus en ese momento". Esta actuación formaba parte de "el contrato que teníamos de 20 actuaciones con el Casino portuense, y ésta fue una de ellas, y cantamos para dos tíos".

Pablo Durio, excomponente del coro de Rafael Pastrana relata que uno de los lugares más singulares fue sin duda en La Habana, Cuba, precisamente el año de 'La conga santiaguera' (2006). "Íbamos por las calles, nos colocábamos en un sitio y cantábamos". Una experiencia sin duda bien distinta a la que viven sobre la batea.

Durante sus múltiples galas, la comparsa 'Los piratas' de Antonio Martínez Ares también vivió experiencias inolvidables. Una de ellas tuvo lugar en Jerez, en una bodega, adonde acudieron para realizar una actuación sorpresa en la celebración de unas entrañables bodas de oro entre dos ancianos adorables. Un centenar de invitados se disponía a cortar la tarta cuando sonó un bombazo y un platillazo y los piratas entonaron el arranque de su presentación. La emoción fue tal que incluso tuvieron que interrumpirla al ver como el esposo se venía abajo de la emoción abrazado por sus hijos, que habían sido quienes habían preparado la sorpresa.

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