Comparsa de Martínez Ares

'Los carnívales', somos lo que comemos

  • Hambrienta de coplas y escenario la comparsa de Martínez Ares se transforma de la mano de Odriozola, Achicarte y Camerino 56 en una colorista horda de caníbales

La comparsa 'Los carnívales', de Martínez Ares, momentos antes de salir para el teatro.

La comparsa 'Los carnívales', de Martínez Ares, momentos antes de salir para el teatro. / Julio González

Hambre, hambre. Colores, vendas. Hambre, hambre. Un rasgueo de guitarras, un bocinazo (“¡señores, aquí hace mucha calor!”). Hambre, hambre. Cadenas, pinceles. Hambre, hambre. Sube la temperatura, bajan los decibelios. Hambre, mucha hambre entre sonrisas torcidas, entre ojeras negras como alma de pecador, entre camisas de fuerza, gorro de Napoleón. Un manicomio lleno de cuerdos y cuerdas. Hay hambre de coplas y de escenario en la Asociación Provincial del Pensionista de la calle Rosa. Hay hambre de Carnaval en los estómagos de estos devoradores de coplas. “Vámonos que nos vamos, Carnívales”. 'Los carnívales' bajan las escaleras que no llevan al infierno sino al paraíso que les brinda la afición entre flashes. Carnívales reventones de Carnaval porque somos lo que comemos.

“Deseando parir, como siempre. Este es el mejor día para mí, el más bonito, el resto son días de batalla”. Entre toda la aparente locura que conlleva el proceso de caracterización, una cabeza controla todo, hasta el más ínfimo detalle (“cuidado con eso que está en el suelo”), Antonio Martínez Ares.

El creador se mantiene “tranquilo” pocas horas antes del estreno de su cuarta comparsa desde el aplaudido regreso con ‘Los cobardes’. Esta vez, sacándose de la manga una especie de horda de caníbales carnavaleros. “Carnaval come carnaval, querida, esto es lo que comemos, esto es lo que somos”, describe mirando a su alrededor y mostrándonos “este abanico”, este “espectro carnavalero”, que ha querido retratar. “Si te fijas, son disfraces que te podrías encontrar un sábado de Carnaval por la calle pero, bueno, digamos que deconstruidos”.

Porque, quizás, esa es la filosofía que cimenta todo el proceso creativo que tiene detrás ‘Los carnívales’: contrucción/deconstrucción. Construcción del tipo de Manuel Odriozola (bajo idea original de Martínez Ares), deconstrucción (gracias a los complementos, detalles y atrezzo) de Achicarte. Ambos conceptos que, además, se refuerzan con el maquillaje y peluquería de Camerino 56. Y es que Sara Romero y su equipo hace para deshacer, pinta para después emborronar, perfila para después difuminar.

Treinta personas moviliza Romero (“para atender a los comparsistas y a los figurantes”, precisa”), mientras que los ojos y las manos de Odriozola no paran de fijar, asegurar y rematar. Los dos profesionales, además, se han enfrentado a los mismos problemas: “mantener una línea de coherencia (en tipos y maquillajes) diferentes entre sí”.

“Al principio fue complicado encontrar esa coherencia, hemos estado mucho tiempo, también con los compañeros de Achicarte, trabajando en los bocetos pero después en un mes se han elaborado los trajes”, explica Odriozola. “17 maquillajes diferentes, ha sido una locura, Antonio decía, “Sara este año va a ser más fácil porque no llevamos prótesis”, mentira”, ríe la maquilladora que ha trabajo mucho “en el efecto de un maquillaje desquebrajado”.

Bajan los figurantes, disfrazados como para disfrutar de un sábado de Carnaval, baja la comparsa, baja Antonio. “¡Los figurantes, palante!”, ordena en el centro de ese otro manicomio que es la calle de la Rosa, expectante entera, hambrienta también, por saber “¿cómo viene Antonio?, ¿de qué van?”. El grupo se coloca. Las presas delante, los cazadores detrás. Suena el bombo y la caja ¡Qué hambre diosito Momo, qué hambre, qué hambre de coplas!

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