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Lo que el viento se lleva

  • Traspié El campeón suma una derrota sin consecuencia alguna ante una Balona muy motivada pese a jugar sabiéndose descendida Poca lectura El levante y la expulsión de Dani Fragoso, claves del partido

Con un diccionario de sinónimos minimizado en el ordenador: infumable, intragable, inaceptable, inaguantable... El Cádiz no pudo pasear con dignidad su vitola de campeón en el Ramón de Carranza ante su gente y sólo mostró su condición en el pasillo inicial que le brindó deportivamente la Balona antes del encuentro.

Poca lectura pudo sacarse de lo visto ayer desde las seis de la tarde en una hora y media provocadora de bostezos. Con los amarillos campeones de grupo, de forma matemática, y los albinegros descendidos a Tercera División antes del pitido inicial, tras la victoria del Lucena por la mañana al Racing Portuense, hallar motivación sobre el verde del césped era una tarea similar a la de encontrar una aguja en un pajar. Y al final, Baby, orgulloso de los suyos en la rueda de prensa, mostraba públicamente, y de forma simbólica, esa aguja encontrada.

La Balona persiguió cada balón como si la salvación estuviera en juego todavía. Y, al contrario que el Cádiz, se sobrepuso al fuerte viento de levante que ayer azotó a jugadores, técnicos, aficionados e incluso a guardias de seguridad. Lo que el viento se lleva es un espectáculo entre comillas que para el campeón de grupo IV supone sumar la séptima derrota de la temporada: una derrota sin consecuencia alguna y que dejó como lectura positiva las amarillas vistas por Fleurquin y Cristian, que les sirven para quedar limpios de pecado para la inminente fase de ascenso de los días 17 y 24.

Lo negativo, aunque tampoco es para hacer sangre, fue la imagen del conjunto: más allá de titulares y suplentes. El Cádiz en ningún momento tiró del librillo del míster que ha llevado a ser campeones de grupo a falta de dos jornadas y, pese al fuerte viento y el hecho de jugar con la única misión de pasar el paño a los jugadores apercibidos, aburrió a los poco más de seis mil aficionados que se dieron cita en el coliseo en construcción gaditano.

Con los deberes hechos en la fase regular, Javi Gracia sorprendió con su once titular: plagado precisamente de teóricos titulares. Dani sustituía al sancionado Casilla, Juanma Delgado regresaba al equipo para dar descanso a Roberto Mansilla, ni convocado, y Cifuentes relevaba a una de las piezas importantes del equipo: Raúl López. El resto de menos habituales empezaron el partido en el banquillo. Y Fleurquin y Cristian salían de inicio con la única consigna de quedar limpios de amonestaciones. Misión cumplida. El uruguayo la provocó al cuarto de hora y el catalán a falta de un cuarto de hora.

Sin motivación y con viento, algo más iba a marcar el partido. Enrique reclamaba un penalti en el área de David Pérez y, en una contra, era la Balona quien se veía con una pena máxima a su favor. Dani Fragoso hacía falta a Copi dentro del área, una falta más que dudosa, y el propio delantero de la escuadra albinegra adelantaba a los suyos. El penalti traía consigo la expulsión del central cadista y obligaba a Fleurquin a no posponer más su amarilla para que pudiera ser sustituido por David García, que desde su entrada al campo no daría una a derechas. Ni a derechas ni a izquierdas, vaya. Aunque no es plan de hacer sangre.

Antes del gol de Copi, sólo López Silva había provocado aplausos tras una buena acción individual que Toedtli, falto de minutos, fue incapaz de finiquitar con éxito. Ya camino del descanso, el equipo de Javi Gracia disfrutó de un par de ocasiones claras para empatar, ambas originadas en sendas faltas lanzadas por Carlos Caballero. Pero ni Enrique ni Ormazábal, éste visiblemente empujado por el viento, lograron atinar ante David Pérez.

En la reanudación, el Cádiz jugaba con el viento a favor, pero sólo de forma literal. Joseph sustituía a Coco, muy activo por su banda hasta ser sustituido, y nada más entrar anotaba el segundo gol balono. La jugada nació en las botas de Copi, que por la banda izquierda realizó una internada facilitada por David García para dar un buen pase de la muerte a Joseph, que sí atinó.

El campeón no era el campeón y al margen de los titulares obligados se echaban de menos caras nuevas. Cifuentes, primero en la izquierda y luego en la derecha, salvaba los muebles bajo el palo y dejaba claro que para lo que haga falta ahí está el tío. Buen partido el del tercer lateral de la plantilla cadista. Álvaro relevaba a Enrique y Erice a Cristian, ya desahogado. El primero aportó poco, un buen centro que pudo acabar en gol de Ormazábal, y el segundo volvía a dejar un buen sabor de boca en los pocos minutos en los que estuvo sobre el césped.

Arias Madrid pitaba otra pena máxima con interrogantes. En esta ocasión sobre Carlos, que aprovechaba para acortar distancias.

De ahí al final, pudo marcar cualquiera. Y lo que el viento no se lleva es el perdón de la afición a su equipo por una imagen que sería imperdonable los días 17 y 24.

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