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A por la segunda estrella

  • Ocho años después del título mundialista en Túnez, España aspira a repetir éxito en su estreno como organizadora Sterbik, Aginagalde y Alberto Entrerríos, figuras españolas

La selección española de balonmano tratará de ceñirse, ocho años después de conquistar en 2005 en Túnez su único título mundial, su segunda corona universal en el Campeonato del Mundo que arranca hoy en España, que acoge por primera vez la máxima cita mundial.

Un Mundial y una selección a la que se aferra el balonmano español para tratar de encontrar una salida a la grave crisis económica que ha propiciado el éxodo de algunas de sus principales figuras, como demuestra la presencia de hasta seis jugadores que militan en el extranjero entre los 16 convocados por Valero Rivera.

Responsabilidad que, sin embargo, no atenaza a los componentes del equipo español, que confía en dar, con el apoyo de su público, el paso definitivo para alcanzar la gran final de la que se ha quedado a las puertas en las últimas citas internacionales, tras caer ante Dinamarca en las semifinales del Mundial de Suecia 2011 y el Europeo de Serbia 2012.

Para ello, el seleccionador Valero Rivera confiará, salvo por lesión, en el mismo grupo que ha devuelto en los dos últimos años a la selección española a la lucha por las medallas, de la que se había caído tras el bronce conquistado en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.

Un equipo que cuenta en su solidez defensiva y, sobre todo, en su extraordinaria portería, donde el hispano-serbio Arpad Sterbik y José Manuel Sierra, sustituto del lesionado José Javier Hombrados, conforman una de las parejas más sólidas del mundo.

Seguridad defensiva que deberá servir de punto de partida de otra de las tradicionales armas del conjunto español, su veloz y eficaz juego de contragolpe, donde España cuenta en el extremo Víctor Tomás un auténtico estilete.

Velocidad que también caracteriza el juego ofensivo de la selección, que confía en la mayor capacidad de lanzamiento que le otorga la presencia del lateral Ángel Montoro, el techo del balonmano español con sus 212 centímetros, para generar espacios a la segunda línea.

Extremos y pivotes entre los que destaca la presencia del pivote Julen Aginagalde, nominado por la Federación Internacional al título de mejor jugador del Mundo del año 2012, y principal referencia ofensiva del equipo español.

Un Aginagalde, que volverá a beneficiarse de la visión de juego de la polivalente primera línea de la selección, que gana en talento y experiencia con el regreso de Alberto Entrerríos, tras quedarse fuera de los Juegos Olímpicos de Londres por decisión técnica. Presencia que, sin embargo, no servirá para paliar la importante baja del central Raúl Entrerríos, su hermano menor, que se perderá el Campeonato del Mundo, tras sufrir una fractura en un dedo de la mano derecha durante la preparación.

Al igual que el extremo Cristian Ugalde, ausente de la cita mundialista por una rotura de fibras sufrida, lo que propiciará el estreno internacional del joven Aitor Ariño, uno de los exponentes del ilusionante equipo nacional júnior, que se proclamó campeón de Europa.

Mimbres más que suficientes para pelear por la primera plaza del grupo D, en el que tan sólo Hungría y Croacia parecen en condiciones de pelear con los de Valero Rivera. Y es que ni Argelia, ni Egipto, ni Australia, los tres primeros rivales de España en la Caja Mágica de Madrid, sede definitiva de los partidos de la selección en la capital, se encuentran en condiciones de pelear con el equipo español.

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