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Olimpismo

Del rescate a las puertas del triunfo

  • Hace un año la opción de que la troika interviniese España casi acaba con la candidatura de Madrid.

"Si llega el rescate no hay nada que hacer. Será el final". Agosto de 2012, durante los Juegos Olímpicos de Londres la candidatura de Madrid 2020 pasó por un estado de máxima tensión ante la posibilidad de que la troika interviniera la economía del país y acabara con su sueño de ganar. Apenas 13 meses después de aquellas sombrías confesiones de Alejandro Blanco, el jefe de Madrid 2020, las posibilidades de la capital española de convertirse en sede olímpica son mayores que nunca antes en la historia. Acaricia el triunfo en un ajustado mano a mano con Tokio, aunque todos evitan admitirlo públicamente. La prudencia por bandera.

¿Cómo es posible que la capital de un país con un 27% de desempleo y la economía en el quinto subsuelo esté en situación de ganar la sede de los Juegos?

Es la consecuencia de un año trepidante en el que Madrid fue haciendo todos sus deberes con inédita efectividad e inteligencia, al tiempo que sus rivales sufrían inesperados percances. Mientras Estambul desperdiciaba el ser la mejor historia de las tres candidatas, un cruce de culturas, una apertura soft al mundo musulmán, los primeros Juegos en Europa y Asia simultáneamente, Tokio pagaba las consecuencias del tsunami del 11 de marzo de 2011 y su posterior incapacidad para controlar una crisis nuclear en la que no se avizoran noticias tranquilizantes.

Así, tras intentarlo para 1972, 2012 y 2016, Madrid podría seguir el camino de Barcelona, sede de los Juegos de 1992, aunque con una importante diferencia: si aquellos Juegos perfectos sirvieron para transformar profundamente la capital catalana, en Madrid la historia es otra.

El argumento persistente y machacón es que los Juegos serían "baratos", porque requieren sólo 1.500 millones de euros para completar las instalaciones, de las que un 80%están ya finalizadas. Entre las instalaciones a construir aún figura el estadio olímpico. La otra parte de la verdad es que Madrid está ya endeudada de sobra. Tras años de bonanza económica en las que soterró buena parte de la autopista de circunvalación a la ciudad y regeneró áreas del deprimido sur, la capital española debe 6.000 millones de euros.

No sólo el tan temido rescate complicó la campaña de Madrid; también lo hizo la Operación Puerto y las consecuencias judiciales de la compleja trama de dopaje aún sumida en dudas e incógnitas. Conocida durante años como paraíso del dopaje, España tropezó hace cuatro años en la carrera por 2016 precisamente debido al mundo de las pastillas y las jeringas prohibidas. La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) criticó durante la visita de la comisión evaluadora a la sede la ley antidopaje del país. "No es inteligente tener una ley así" si se pretende ganar los Juegos de 2016, dijo entonces David Howman, director general de la AMA.

Tras un tropiezo verbal en 2012 al hilo del caso de dopaje de Alberto Contador, Blanco reordenó sus ideas -o al menos sus mensajes públicos- y ya no encontró matices ni aclaraciones a la hora de hablar del tema. La Operación Puerto y sus enredos judiciales sin fin pasaron a ser "un error y un horror" para el presidente del COE y el país aprobó una ley antidopaje acorde con lo exigido por la AMA. Turquía también ayudó a desplazar el foco de España, porque varias de sus estrellas del atletismo dieron positivo hasta completar 31 casos. Así como la crisis económica española había comenzado a tornarse historia vieja y aburrida en el mundillo del COI -no en la vida real de los españoles-, el vínculo España-dopaje fue desplazado por una nueva historia, la de Turquía.

Con Estambul flaqueando y Tokio sufriendo los efectos de Fukushima, Madrid llega a la tarde del 7 de septiembre en Buenos Aires agotando sus últimos cartuchos de lobby, pero deseosa de que Jacques Rogge abra de una vez el sobre y diga el nombre de la ciudad ganadora. Ya no tiene mucho más que hacer, cumplió con su trabajo. Y sus dos rivales, inesperada e involuntariamente, también aportaron lo suyo.

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