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Sevilla atlético | cádiz · la crónica

No rendirse tiene su premio

  • Sufriendo El equipo amarillo vence gracias a un tanto de Casas en el minuto 92 en un partido donde tiene ocasiones para golear Confirmación Demostración de entereza de los cadistas, que saben sufrir y se ponen a cuatro puntos del ascenso

Este Cádiz tiene, entre otras, una gran virtud: hace que los rivales parezcan peor de lo que son. Hace poco más de una semana le creó muchas ocasiones de gol a un Málaga que no suele sufrir tanto. Ayer, sin la necesidad de firmar un partido memorable, disfrutó de un mínimo de siete oportunidades claras y causó de impresión de que estaba jugando contra un rival muy inferior. Es verdad que el Sevilla estuvo con diez casi toda la segunda mitad, pero aseguran los que conocen bien al filial sevillista que no suele pasarlo tan mal, como refleja su puesto en la clasificación.

El triunfo conseguido ayer por el equipo amarillo confirma que, pese a la derrota contra los malaguistas, sigue siendo un equipo muy fiable. Por momentos irritante cuando abusa del pelotazo y que necesita demasiadas ocasiones para hacer un gol, pero competitivo al máximo, constante y con mucho oficio. En el Sánchez-Pizjuán ofreció la imagen de equipo serio, ambicioso e inasequible al desaliento. Terminó ganando por agotamiento gracias a su empeño y gracias a esa pareja que forman Dani y Gastón Casas, denostada en algunos momentos por los más impacientes, pero que ya ha logrado nueve tantos entre ambas. Se necesitan más efectivos en ataque y puede ser que estos pierdan minutos de juego, pero su rendimiento va a más y tienen mucho que ver en la reacción del cuadro cadista.

Tuvo un final feliz un partido que comenzó como se esperaba. El Sevilla, henchido de tranquilidad por su cómoda posición en la tabla, tomó el mando desde el inicio. Jonathan circulaba con criterio, Alfaro hacía daño entre líneas y los cadistas corrían tras el balón en demasiadas ocasiones. Tuvieron que pasar 20 minutos para que los de Calderón dieran señales de vida, pero en muchas ocasiones abusaban del pase en largo. Sin embargo, en la primera llegada quedó claro que el conjunto local echaba de menos a David Prieto porque Dani estuvo muy cerca de marcar, pero Javi Varas estuvo acertado y César Caneda careció de fortuna para completar la acción.

A los locales les entró un poco de canguelo y las oportunidades fueron cayendo en cascada para los cadistas. De nuevo Dani, Parri, una clamorosa de Enrique... Aunque también estuvo cerca el conjunto de Galeote de irse con ventaja al descanso con un cabezazo al larguero de Alfaro.

Se estaba comprobando que el Sevilla no podía contener los ataques amarillos y eso que no se puede decir que el conjunto de Calderón rozara ayer la perfección. Los nervios se iban apoderando de un conjunto que no estaba cómodo con la presión del rival, algo que se notó en la acción del 0-1. Dani puso nerviosa a la zaga local y fue objeto de penalti por parte de Gallardo. Parri lo transformó como sólo lo hacen los jugadores de calidad, aunque el valenciano está lejos de ser el futbolista dinámico que debe acompañar al punta, según el sistema que emplea Calderón.

El tanto, lejos de animar al Cádiz, parece que lo aplatanó y de eso se aprovechó el Sevilla, que incluso con uno menos sacó fuerzas de flaqueza para dar una alegría a su gente. Galeote movió el banquillo, dio entrada al delantero Juan Pablo y también a Ismael y llegó el empate en una extraña acción en la que ni los zagueros ni los medios centros lograron despejar un balón que acabó en gol de Juan Pablo tras un buen centro de Pablo Sánchez. Era un mazazo, pero también el justo castigo a la relajación cadista.

No quedaba otra que apretar al máximo. La buena noticia es que el Cádiz no se apresuraba a colgar balones al área local. Se abría el juego a las bandas y ahí destacaba la figura de Gustavo López, un constante peligro con sus centros e internadas. Si había dudas sobre el estado físico del argentino, quedaron despejadas. La mala noticia es que el criterio que se seguía para poner el balón en el área no fructificaba en goles porque siempre fallaba el último remate. Dani tuvo el gol a falta de un cuarto de hora y el portero local se lució a remates de Parri y de Gustavo López.

La sensación general es que el partido no se podía escapar, pero pasaban los minutos y no parecía posible. Calderón dio entrada a Fran y a Casas y el acoso se convirtió en absoluto. Dani falló clamorosamente un remate en la boca del gol a cuatro minutos del final y cundía el desánimo. Sin embargo, el trianero firmó una gran jugada y Casas acertó en el descuento. Como más gusto da.

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