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La política juega

  • El Barça-Madrid de mañana, marcado por las reivindicaciones separatistas · Rosell no se desmarca de la línea de Laporta

La crisis económica y política de España contribuirá a que mañana se juegue en el Camp Nou un clásico entre el Barcelona y el Real Madrid politizado como pocas veces en la historia. El gran partido del fútbol español estará teñido por las reivindicaciones independentistas que ganaron fuerza en las últimas semanas en Cataluña. Una meta sumamente compleja. "Inde, inde, independencia", se escuchó en los últimos partidos del Camp Nou, espejo de una pretensión puesta encima de la mesa por su gobierno. "El Barça es un club catalán. Y tiene que hacer país. No puede mostrarse neutral cuando se encuentran en juego los intereses de Cataluña", escribió esta semana el diario Sport.

El Barcelona decidió desplegar un mosaico que cubrirá todo el estadio con una inmensa bandera catalana, de franjas amarillas y rojas. Una decisión que no es gratuita, porque el clásico es el mejor escaparate para proyectar internacionalmente las reivindicaciones independentistas. Como miles de catalanes en las calles de Barcelona en la reciente manifestación del 11 de septiembre, parte de la hinchada del Barcelona viene dando su parecer en los últimos partidos en el Camp Nou al expresar ese grito de "inde, inde, independencia" en el minuto 17 y 14 segundos de cada encuentro. Las instituciones de gobierno catalanas fueron abolidas el 11 de septiembre de 1714, fecha en la que Barcelona cayó en manos de las tropas borbónicas que libraban la Guerra de Sucesión Española. Hoy, no hay ninguna institución catalana con más potencia mediática internacional que el Barcelona, que está ejerciendo de altavoz de las reivindicaciones políticas de parte de su masa social.

Tanto es así que la imagen de Pep Guardiola, ex técnico azulgrana, manifestándose en Nueva York a favor de un referéndum de independencia dio la vuelta al mundo. Y le granjeó algunas críticas entre algunos de sus ex compañeros de la selección española.

"Dejemos que Pep se exprese libremente, no hace daño a nadie. Tenemos derecho a expresarnos como queramos", le defendió su amigo y sucesor en el banquillo del Barcelona, Tito Vilanova.

Mientras los jugadores se reservan sus posicionamientos políticos, el actual entrenador del Barcelona se muestra cercano a las posturas de su predecesor. "Si un millón y medio de personas salen a la calle, algo habrá detrás por lo que no están contentos. Es para tenerlo en cuenta", dijo Vilanova tras la manifestación del 11 de septiembre.

La dirección del club, presidido por Sandro Rosell, también ha movido ficha, aunque sin la contundencia de aquel Barcelona que en los estertores de la dictadura de Franco se proclamó "más que un club". "El Barça siempre defenderá el derecho de los pueblos a decidir su futuro", afirmó Rosell recientemente. Los aires soberanistas que soplan en Cataluña han casi obligado a pronunciarse al presidente azulgrana, que tanto criticó a su predecesor, Joan Laporta, por la utilización política del club.

Pero Rosell tiene claro que una eventual independencia no suprimiría los clásicos contra su máximo rival de Madrid. "Si Cataluña alcanzara la independencia, el Barça seguiría jugando en la Liga", zanjó.

Los futbolistas, mientras, se mantienen al margen de la disputa política. "Por nuestra parte no creo que se esté politizando el clásico. Sabemos la situación que está viviendo Cataluña en estos momentos, pero nosotros nos dedicamos a jugar al fútbol", dijo ayer Xavi Hernández, referente del Barcelona pero también de la selección española campeona de Europa y del mundo y repleta de jugadores catalanes.

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