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BALONCESTO

La plata de todos los tiempos

  • España cae con todos los honores en su mejor partido · EEUU, obligado a ofrecer su mejor versión para recuperar el oro

Vibra España, caras pálidas en Estados Unidos. Ocho minutos por jugar y dos arriba los norteamericanos (89-91) tras un triple mayestático de Rudy Fernández. Es la final olímpica de todos los tiempos, un nivel de acierto brutal en las dos canastas y una intensidad superlativa. Tiempo después, el partido soñado finaliza con un despertar abrupto, pero dulce. Estados Unidos gana (107-118), cumple una misión casi militar encomendada a los mejores jugadores del planeta: el oro. Pero España firma el mejor encuentro de su historia, en el mejor escenario posible. Una plata gloriosa que cierra un trienio mágico (oro mundial y subcampeonatos europeo y olímpico) y que engrandece el palmarés de una generación sin par.

Estuvo en el partido España desde el salto al bocinazo. Dominó durante seis minutos del primer cuarto un encuentro quizá irrepetible (22-17 tras tiro libre de Navarro). Había, a priori, una mínima posibilidad de ganar, pero los de Aíto la exprimieron hasta el límite de sus posibilidades. Sin Calderón, con Ricky fastidiado en un dedo y un Raúl López superado por el exuberante físico rival, hubo que utilizar a Juan Carlos Navarro, el ave fénix español cuando se le requirió, como director de juego puntualmente. Dio igual, España contuvo el habitual vendaval ofensivo estadounidense con una respuesta del mismo nivel. De tú a tú, mirando a los ojos, pese al difuso criterio arbitral. Dos aspectos centran la diferencia de los jueces. Los manidos pasos de salida, que se ignoran cuando son realizados por los norteamericanos, y la permisividad hacia ellos en el uso de las manos en defensa. Dos facetas que en el baloncesto FIBA no dejan lugar a la interpretación, salvo cuando Estados Unidos es uno de los contendientes. Incluso para árbitros europeos que en las ligas domésticas o continentales aplican con celo estas reglas.

61-69 era el marcador al final del primer tiempo. Hubo encuentros en estos Juegos con menor tanteo tras 40 minutos. El sideral nivel de acierto estadounidense en el triple (8/12 al descanso, un más humano 13/28 al final) propició momentos de estampida estadounidense (33-46, 44-58), taponados por el colectivo español, en el que hasta seis hombres anotaron al menos 10 puntos. 46 puntos habían contabilizado Wade, 21 al descanso con un solo fallo en el tiro, Kobe y compañía en el minuto 12, un ritmo irresistible para el común del resto de equipos. No para España, asida a un Rudy Fernández extraordinario, al que las faltas personales lastraron, a él y a todo el equipo, en momentos determinantes. Sólo Argentina había contenido a los norteamericanos hasta tal límite.

La consigna de Aíto era estar siempre en margen de partido, es decir, por debajo de los 10 puntos de desventaja. España cumplió el plan tras el descanso. Felipe comprimió el duelo hasta el límite de los cuatro puntos (desde el 67-71 al 75-79). Minuto 25 y encuentro abierto de par en par, a pesar de las descargas continuas del equipo norteamericano (82-91 tras el primer cuarto), con sus particulares reglas de fútbol americano.

El momento español pareció llegar en ese minuto 32. Dos mates de Pau Gasol y un triple de Rudy Fernández llevaron el partido al límite (89-91). El miedo se veía en los rostros norteamericanos, pero ellos respondieron como los mejores jugadores del mundo que son, con un parcial de 0-8. No le perdió la cara España al encuentro, pese a todo. Un brutal mate de Rudy más tiro libre y cuatro puntos consecutivos del máximo anotador del torneo, Pau Gasol, dejaron en cinco el hueco (99-104), antes de que Kobe anotara un triple más adicional tras el que mandó callar al Wukesong. Era un rejón serio, porque llevó acarreada la eliminación del determinante Rudy. Había partido, no obstante. Jiménez, otra vez colosal en los intangibles, anotó un triple, pero erró otro que hubiera dejado el encuentro en tres puntos a falta de minuto y medio (105-111). Ahí se acabó, finalmente sí. 39 minutos después, España despertó de un sueño y EEUU escapó de una pesadilla que no contemplaba. Un par de técnicas para hacer sangre al banquillo español dejaron un marcador engañoso (107-118) que no refleja la igualdad.

Las lágrimas dieron paso a la alegría de subir a un podio olímpico, la cima del baloncesto patrio. Sólo falta subir un peldaño. Se desconoce si esta generación tendrá motor para llegar a Londres, pero tendrá complicado superar esta gesta de mañana española en Pekín. Fue la plata de todos los tiempos.

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