Deportes

De nuevo en la 'pomada'

  • El equipo azulino aparca los fantasmas de los empates y logra imponerse al filial sevillista con goles de Pedro Carrión y Carlitos

Árbitro: Cruz Quintero (tinerfeño). Mal. Excesivamente meticulo. No gustó.

tarjetas: Amarillas Adri Cuevas (6'), Iván Guerrero (31'), Manu (34'), Rabello (89') y Pallarés (93')

goles: 1-0 (57') Pedro Carrión. Álvaro se interna por su banda a pase de Adri Cuevas y cede al corazón del área donde el goleador la empuja. 2-0 (61') Carlitos Impresionante disparo del centrocampista casi sin ángulo. 2-1 (70') Álex Rubio El sevillista engancha un gran disparo con la zurda desde 30 metros que sorprende a David Valle.

incidencias: Encuentro disputado ante unos 2.000 seguidores en el Iberoamericano de Bahía Sur donde reinaba un fuerte viento de levante. El director deportivo del Sevilla, Ramón Rodríguez Verdejo Monchi, estuvo en el palco.

¡Vale! Ayer se mataron dos pájaros de un solo tiro. El San Fernando, de un plumazo, se quitó de enmedio el casi posible sanbenito de estropear todo el trabajo en los instantes finales. Ayer se aprendió, y mucho, a matar el partido y se confirmó que el equipo de Pepe Masegosa es el más aplicado de la clase, que aprende de los errores, que se supera casi por inercia y que le encanta, disfruta, se engrandece, haciendo soñar a su afición.

Ese fue el primer pájaro que se mató, y posiblemente, de cara al futuro más inmediato, el más importante, porque los azulinos se han quitado una losa que pesaba una enormidad con el triunfo ante el Sevilla. El segundo fue, si alguien lo dudaba, que este equipo sigue trabajando cuan hormiga, sorprendiendo a propios y extraños y haciéndose grande. Como muestra lo más claro, a falta de cinco jornadas, el San Fernando es cuarto con sus opciones intactas de jugar los play-offs de ascenso. Por favor, pellízquenme.

Y eso que lo de ayer, como es de costumbre, no fue fácil. Todo lo contrario. A los problemas que podía plantear el equipo de Ramón Tejada, deseoso de terminar de certificar su permanencia, apareció el viento de levante. El aire molestaba, si bien es cierto a ambos conjuntos, pero de manera especial a los locales que, sobre todo durante la primera mitad, no encontraron la fórmula adecuada.

Masegosa, no harto de cambiar, buscar, imaginar y crear, ayer ofreció algo nuevo. El de Sevilla, de otro plumazo, se quitó de encima el doble pivote ofrecido durante casi la totalidad de la temporada por delante de la defensa y, en su lugar, dejó en solitario tras la zaga a Carlitos que, a sus anchas tenía que tomar la batuta. Ahora el doble pivote lo ofrecían los isleños por delante del mismo Carlitos en las personas de Adri Cuevas y Ocaña que se asociaron hasta la extenuación, sin dejar de ofrecer, de presionar, de crear y de buscar pases a los dos hombres de banda, Álvaro y Cristian. Pedro Carrión, a lo suyo, a esperar que le llegase.

Con ésto, Ocaña se convertía en lo mejor en su debut en casa y si entre el 7' y el 12' Álvaro era un puñal que no terminaba de clavar y el filial sevillista avisaba con un disparo que repelía David Valle (en el 27'), los de La Isla reaccionaban con coraje y en dos minutos, 28 y 29, Álvaro y Adri Cuevas pudieron desequilibrar la balanza, sin suerte. La última de la primera parte llegó en el 36, en un disparo alto del propio Adri Cuevas.

Con esto llegó la segunda parte, esa que comenzó trepidante, donde los isleños ofrecieron lo mejor, y lo peor. En un visto y no visto el partido se puso dos a cero. Bastaron cinco minutos de ensueño, volcados sobre el rival, percutiendo hasta disparar, sublimes.

Tras los dos tantos nadie pudo evitar el recordar lo ocurrido hace 14 y 28 días en el mismo escenario, y mucho menos después de que Alex Rubio acortase distancias en el marcador.

El fantasma de la igualada absurda, injusta, dolorosa y sufrida aparecía como un ave por el Iberoamericano. Fue el momento de medir bien el encuentro, de cerrar el choque, de echar mano de la veteranía y, hasta para eso, ayudo la presencia de Ocaña y Antoñito en el equipo.

No había más cera que arder y, aún así, en el descuento, Rabello contó con una clara ocasión para terminar de ahogar las ilusiones, para que lo que han sido dos casualidades se convirtiese en una pesadilla. En esta ocasión su disparo a bocajarro se fue alto. Bendito sea.

Esta victoria, y así lo veíamos saber en la previa tiene una enorme importancia. Y la tiene porque sigue intacto el sueño, porque se sigue haciendo historia y porque las aspiraciones están intactas.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios