Pau Gasol está de regreso en su querida Barcelona para jugar hoy un amistoso en el que Los Angeles Lakers, actuales campeones de la NBA, probarán si el equipo azulgrana tiene derecho a soñar con jugar algún día en la mejor liga del mundo. Más de 17.000 espectadores llenarán el Palau Sant Jordi (20:30) para saludar de nuevo al hijo pródigo, Pau Gasol, el mejor jugador español de todos los tiempos.

Gasol dejó Barcelona en 2001, jugó un amistoso con los Memphis Grizzlies en 2003, cuando comenzaba a despuntar, y ahora vuelve de visita convertido en una de las grandes estrellas de la NBA y del baloncesto mundial.

Pero la cita de esta noche tiene muchos más alicientes. Por ejemplo, se puede decir que está en juego algo así como el título honorífico de campeón intercontinental, puesto que se mide el campeón de la NBA contra el campeón de Europa.

Será la segunda vez que el campeón de Europa se mida al campeón de la liga profesional estadounidense. El único precedente es del 18 de octubre de 1997, en París, cuando el Olympiakos cayó por un contundente 104-78 ante los Chicago Bulls que por entonces lideraba el legendario Michael Jordan.

Sin embargo, todo parece indicar que esta vez no se presenciará un duelo tan desigual, por cuanto durante la última década las distancias entre Europa y la NBA se han acortado indisimuladamente. Y, además, el Barcelona es ahora uno de los mejores equipos jamás vistos en el continente, algo similar a su hermano del fútbol.

El encuentro proporcionará una excelente oportunidad de comprobar si este Barcelona podría ser un equipo serio en la NBA, y más cuando en los últimos años se habla de la posibilidad -o quizá el sueño- de ver equipos de todo el mundo jugando en la NBA.

Los Lakers acuden a la cita con la incertidumbre del estado físico de Kobe Bryant, su gran estrella y uno de los mejores jugadores de la última década. El escolta se sometió a una artroscopia en la rodilla derecha al término de la temporada pasada y está lejos de su mejor forma.

Su equipo nota tal debilidad, como quedó demostrado el pasado lunes, cuando los Lakers cayeron por 111-92 en el amistoso jugado ante los Minnesota Timberwolves, que no son precisamente un equipo puntero de la NBA.