La pelota de papel

¿A qué juega Carletto?

  • La segunda victoria agónica ante el Levante alienta las sospechas sobre el indefinido proyecto de Ancelotti.

Morata y Cristiano Ronaldo aflojaron el nudo de la corbata a Carletto, al que muchas veces, en las fotos, parece que le falta el aire. Una derrota en el Ciutat de Valencia hubiera dejado al Real Madrid a 8 puntos de Barcelona y Atlético de Madrid con sólo ocho jornadas consumidas. Curiosamente, la situación hubiera sido idéntica a la de la campaña pasada a estas alturas. Entonces, culés y colchoneros comandaban la tabla con 22 puntos de 24 posibles, mientras que el Madrid de Mourinho vagaba ya descolgado, con 14 y a nada menos que 8 de la cabeza. La sensación, entonces, era que el campeón de Liga había entregado la defensa de su título en pleno octubre. Y este fin de semana, sin esa reacción a la heroica ante el Levante, esa sensación se hubiera repetido, tal cual, en la opinión pública del fútbol español.

Ancelotti salvó el match ball, pero los agrios debates, alguno que otro con el nombre de Mourinho a escena, perturban el día a día del italiano, que además no cuenta con el respaldo social y el quórum del portugués entre la mayoría de la parroquia madridista.

¿A qué juega este Real Madrid? El trazo aún es muy difuso. Y eso, con los puntos en juego y con las urgencias del coloso blanco, equivale a un campo de minas. Ancelotti ha jugado con ocho líneas defensivas distintas en diez partidos oficiales (8 de Liga y 2 de Liga de Campeones). Carvajal y Arbeloa en el lateral derecho, Marcelo, Coentrao y Nacho en el izquierdo, Pepe, Sergio Ramos y Varane en el eje, entran en un mareante carrusel que arroja, por el momento, 9 goles encajados en las primeras ocho jornadas, un bagaje defensivo que sólo empeora, en los cursos recientes, aquel Madrid de Schuster que acabó con Juande Ramos en el banquillo (2008-98), que acumulaba 12 tantos en contra.

Por delante de la zaga también se explica la vulnerabilidad del colectivo. Los pivotes no terminan de cuajar y la ausencia de Xabi Alonso aparece como un agujero cada vez mayor. El sacrificio del medio vasco siempre ha quedado en un segundo plano por su labor de distribución, por su capacidad para unir las líneas y soportar la transición defensa-ataque, pero la labor destructiva del ex jugador de Real Sociedad y Liverpool también ha sido fundamental para que por delante jugaran cuatro piezas ofensivas con tibia responsabilidad sin el balón: Di María, Özil, Cristiano y Benzema, por citar un ejemplo. Por cierto, que su empecinamiento en mantener al ariete francés -Morata pide paso- es otro caballo de batalla que puede acabar pisoteando al entrenador.

Khedira ha sido un eficaz escudero de Xabi Alonso, pero sin éste, al alemán se le cae el armazón del equipo encima. Modric no ayuda a soportarlo e Illarramendi aún debe ser un actor de reparto. Y si persisten las cuatro piezas ofensivas, todo desemboca en desequilibrio.

Al margen de la pizarra, en un club de la dimensión del Real Madrid, la estabilidad del entorno se antoja vital para que el mecano funcione. Y dos nombres que apenas han aportado minutos suscitan debates y polémicas que poco ayudan a Ancelotti a gozar de la necesaria serenidad para hallar la luz que se le niega: Casillas y Bale. El primero es un legado directo de Mourinho; el segundo es el último engendro megalómano de Florentino Pérez, cuya visión mercantilista ha llegado a un punto en que todo puede saltar por los aires.

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