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Los isleños no rematan la faena

  • El conjunto azulino desperdicia un penalti, estrella dos remates en los postes y cede un empate ante el Sevilla Atlético Los visitantes se quedan con diez por la expulsión por agresión de Beto a David Hernández

Árbitro: Ortiz Arias Carballo (madrileño). Aceptable. Acertó en el penalti, así como erró en la apreciación en determinadas jugadas de la ley de la ventaja.

tarjetas: Amarillas Jony (1'), Ernesto (3'), Joaquín (37'), Sambruno (54'), Álex Rubio (62'), Luismi (64'), Jorge Herrero (68'), Modesto (88') y Garrido (93'). Roja Beto (66').

momentos clave: 37' Penalti cometido sobre Ernesto que lanza Cristian y rechaza David Soria. 39' Remate de cabeza de Sambruno, a la salida de un córner que se estrella en el poste. 46' Remate de cabeza de Cristian a pase de Ernesto que se estrella en el poste.

incidencias: Iberoamericano. 1.300 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por Cantón, que fue jugador del Club Deportivo San Fernando.

Era el momento de llegar a planta. El San Fernando tuvo una inmejorable oportunidad para salir de la UVI, para terminar de cerrar el malestar y para dormir en una habitación con vistas al mar. Era la oportunidad deseada, porque con una victoria, con un poco de suerte de su lado, con un devenir algo más positivo, hubiese estado libre de peligro, saltándose de un empujón, incluso, la promoción.

Pero si algo hay claro y ayer quedó demostrado, es que nada va a ser este año tan fácil como lo fue lo anterior. Este año ni la suerte está de tu lado y, si un partido con menos oportunidades el pasado año quedaba rápidamente finiquitado, esta temporada al San Fernando no le vale ni un penalti a favor, ni dos testarazos con toda la intención del mundo, a los postes, de esos que en un noventa por ciento de ocasiones, golpean la madera y entran. Y ayer ni por esas.

Pero hay aspectos que invitan al optimismo, y otros no tanto. Se comienzan a recuperar efectivos y ayer ya volvió Antonio Ocaña, que se nos antoja fundamental en el devenir del equipo azulino. Ya pronto volverá Carlitos. Y de los que están, David Hernández dio síntomas, en los minutos que estuvo en el campo, de mejoría, al igual que Ñoño. Pronto, la convocatoria será un quebradero de cabeza para Masegosa y eso siempre es bueno, o al menos eso esperamos.

Pero vayamos al choque de ayer. Si algo tuvo en especial el encuentro fue la imperiosa necesidad de los dos equipos por sumar. San Fernando y Sevilla Atlético tienen, y deben, lo antes posible sumar un par de victorias consecutivas, porque sino, ésto se les puede complicar.

Masegosa sorprendió con Fuster en el centro del campo, con dos trabajadores por detrás, Germán y Jorge Herrero y con dos bandas, Sebas y Ernesto y, ante la ausencia de delantero centros, uno de los llamados falsos en la persona de Cristian, que conforme pasaban los minutos alternaba ésta posición con un poco afortunado Sebas.

Así, el ímpetu fue la nota predominante del comienzo del encuentro y éste pasó en un plis plas a ser temor, porque a los 12 minutos de juego el bisoño equipo filial hispalense dejó a las claras que no se iba únicamente a defender de los ataques locales.

Alex Rubio, isleño de nacimiento y sevillista de adopción, remató inexplicablemente fuera un rechace de David Valle a disparo lejano de Jony y Germán, 10 minutos después, quiso emular lo que ofreció hace quince días ante el Sanluqueño, un tanto de cabeza a la salida de un córner, pero en esta ocasión el hombro le jugó una mala pasada.

La clave principal del partido estuvo en el 37. Ernesto, a trancas y barrancas, sale de varios regates dentro del área para ser derribado claramente por Modesto. El único que puede fallar la pena máxima es aquel que lo lanza y Cristian creyó a pies juntillas en él cuando cogió la pelota para ponerla en los nueve metros. Lo que pasó es que David Soria, posiblemente, creerá mucho más en su persona que el coriano y lo ratifico con una tremenda y afortunada intervención.

La parada y el error no amilanaron a los isleños que, en los mejores momentos del partido, tuvieron otra gran oportunidad en el 39, como casi siempre a balón parado. Un nuevo córner era cabeceado por Sambruno a la cepa del poste. Ya se murmuraba, por aquellos entonces de la mala suerte en las gradas.

Masegosa se desgañitaba para ir alternando las posiciones de los medias puntas y, de vez en cuando, miraba al cielo pidiendo una ayuda divina en forma de fortuna que no llegaba.

Así, con un entusiasmado y dominador San Fernando y un ordenado y paciente Sevilla, con el peligro latente en el contragolpe, dio por concluido el primer acto de la función.

En la segunda los brios fueron patentes y, nada más que salir, con muchos aficionados intentado recuperar su posición en las gradas, una jugada de Ernesto por la banda, culminada con un centro era rematado por Cristian nuevamente a la cepa del poste. No era el día, ni lo parecía.

Con esa jugada, pareció diluirse el partido, porque si la segunda parte comenzó brillante, se fue apagando conforme pasaban los minutos y caía la noche.

Es cierto que había cositas, como el propio Masegosa comentaba en la rueda de prensa. Es cierto que el equipo ocupaba las bandas, que trataba con mimo el cuero y que tenía la posesión del balón. Pero no es menos cierto que si no se está acertado arriba, es imposible sacar provecho a todo ésto y el San Fernando naufraga, de manera estrepitosa en los metros finales. Quizás sea esa una de las claves del porqué está donde está.

La segunda parte no dio mucho de sí, y mucho menos tras la expulsión de Beto por una agresión a David Hernández. Entre el tumulto, el tiempo que se perdió y el frío reinante, los azulinos no se acomodaron a estar con un efectivo más y el Sevilla se volvió tremendamente peligroso en contras, igualmente sin culminación.

Lo que restaba de partido no fue bueno en cuanto a imagen se refiere. Ya las prisas se convirtieron en malas consejeras y el San Fernando con todos sus efectivos sobre el campo no encontraba la manera de crear peligro.

Por su parte, el Sevilla, insistimos, daba sustos, principalmente en la persona de Alex Rubio, que mostraba sus cualidades en la rapidez a la salida de las contras. No gustaba lo que se veía y, al final el pitido que daba por concluida la función fue hasta un pequeño alivio para unos y otros.

Era el día clave para salir definitivamente de la UVI, era el día para poder terminar de dar una tremenda alegría a la familia azulina, y era el día para pasar a planta, en una habitación con vistas al mar.

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