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La pelota de papel

¿Qué hiciste mientras, profesor?

  • La afición del Deportivo recibe eufórica al equipo de Fernando Vázquez, que ve ya la salvación a cuatro puntos. Tras seis años, el fútbol dio otra oportunidad a este descubridor de jugadores.

Dicen que iba para cura, y algo habrá porque él nunca lo desmiente. Lo que sí es cierto es que Dios vistió con una mente preclara para el fútbol a este licenciado en Filología Germánica, de 58 años, que daba clases de inglés en Bachillerato. "Ver el fútbol es un don. Se tiene o no se tiene", defiende este gallego de Castrofeito al que el fútbol, que en su día lo maltrató con las más enrevesadas destituciones, otorgó a principios de febrero una segunda oportunidad.

La tarea encomendada a Fernando Vázquez era dar vida a un cadáver. Sabedor de que no le quedaba otra, aceptó el desesperado envite de Lendoiro y, siete semanas después, justo el Domingo de Resurrección, logró sacar al Deportivo del marasmo y que los coruñeses, que ayer recibieron a su equipo como si fuese campeón, recuperen al menos el orgullo perdido con los desmanes de su presidente y con la espantá de su predecesor en el banquillo: Domingos Paciencia, quien no hizo honor a su apellido.

"Hemos ganado en Palma, pero no hemos conseguido nada", declaró el técnico deportivista tras clavar un rejón de castigo a un rival directo y haber logrado lo propio en la jornada anterior con el Celta. Si el triunfo en el derbi lo saboreó la afición con un regusto algo cainita, el conseguido a costa del Mallorca ha satisfecho la vanidad de quienes se veían ya jugando la temporada venidera en Segunda División.

Empero, lleva razón Vázquez. Queda muchísimo y el equipo continúa siendo el último clasificado. Pero quién le niega hoy a los herculinos que miren la tabla y vean el partido del sábado en Riazor frente al Zaragoza como la gran final del curso... Una victoria los colocaría a un solo punto de los maños y, por extensión, de la salvación.

Admirador del talento

En el veterano y redivivo técnico de Castrofeito han visto los futbolistas del equipo coruñés una persona sin humos, humilde como ellos, y que ha llegado a remangarse en pos de un imposible que va dejando de serlo. Con ese poso de normalidad y aire tranquilo, el hombre que en su día consideraba a Valerón mejor que Zidane y que hoy, a su lado, admira profundamente al ya veterano canario y muere con Iniesta, ha ido tocando los resortes tácticos hasta hacer del Deportivo lo que no era, un equipo. No es bueno porque salvo Valerón los mimbres son escasos, pero es un equipo.

La faena que va cuajando el menudo entrenador picheleiro es aún más meritoria por cuanto a su equipo le falta lo que él mejor moldea y más aprecia: el talento. Porque Vázquez, más allá de su impoluto trabajo táctico y psicológico, siempre quedará como el padre de Diego Tristán, Güiza, Eto'o, Joaquín, Capi, Rubén Castro, Silva... A no ser que salve al Dépor. En ese caso sería estudiado por la mística.

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