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"Me gritaban mono"

  • Las críticas por la presencia de las mujeres en la elite vuelven a abrir el debate sobre el machismo en la cita de Alemania

La historia del fútbol femenino es también la de la lucha contra prejuicios machistas. Y el Mundial que se celebra en Alemania no es una excepción. Los comentarios jocosos, provocadores o directamente despectivos sobre el torneo pintan un buen paisaje de la situación de la mujer en diversos países.

Desde los problemas que revelan las estrellas de México o Colombia hasta las bromas sexistas en una potencia del fútbol femenino como Alemania, el Mundial vuelve a dejar claro que, si la mujer ha ganado un enorme espacio en el fútbol, el deporte rey sigue siendo un reducto que muchos hombres no están dispuestos a compartir. "Me duele decirlo, porque es mi país, pero es cierto. México es una nación machista". El diagnóstico es de Maribel Domínguez, Marigol, la gran estrella mexicana.

"Me han dicho y gritado de todo, desde mono a piojosa, pero siempre lo he tomado como parte del show", contó alguna vez la futbolista, que hace siete años desató un fuerte debate al quedar a un paso de jugar con un club masculino de México. La FIFA lo impidió.

Su éxito en Europa -ahora juega en el Estartit de Barcelona- o el hecho de que sea una de las grandes estrellas del Mundial de Alemania no impiden que Marigol siga siendo virtualmente desconocida en su país, si se la compara con otros futbolistas varones.

La situación es similar en Colombia, que debuta este año en un Mundial femenino. "Para mí el principal obstáculo ha sido el machismo y, en segundo lugar, el poco apoyo que ha tenido el fútbol femenino", contó Catalina Usme, capitana del equipo. "No hay patrocinadores, nadie cree en nosotras, mucha gente piensa que el fútbol femenino no podrá llegar a ser tan importante como el masculino o no podrá llenar estadios".

Los expertos ven en Latinoamérica una pirámide recorrida por prejuicios machistas que van desde la base -el rechazo de algunas madres al ver que sus hijas se interesan por el fútbol- hasta la cima -la falta de fomento por parte de las autoridades-, pasando por diversos estamentos medios, como la escasez de mujeres comentaristas en las transmisiones deportivas.

Pero tampoco una potencia del fútbol femenino como la bicampeona Alemania, donde el Mundial bate récords de audiencia y donde las jugadoras de la selección se han convertido en verdaderas estrellas, se libra del machismo. El ex jugador de la selección Mario Basler protagonizó el escándalo más sonado al comienzo del torneo: "Voy a ser sincero: el fútbol no es para mujeres", disparó en el diario Bild. "Si las chicas quieren retozar en una cancha, que se pongan ante una red y jueguen al tenis", añadió. La razón: es más "sexy".

Basler se sumó así a una lista de figuras del fútbol germano que no mimaron precisamente la vertiente femenina del juego. "En la cama, una mujer puede ser maravillosa. En una cancha de fútbol me parece horrenda", dijo en los años 80 el entrenador Rudi Gutendorf.

El legendario bombardero Gerd Müller consideró alguna vez que el lugar de las mujeres "está entre las ollas", como recordó la web Spiegel Online. "Jamás permitiría a mi mujer que jugara al fútbol".

También el campeón mundial Lothar Matthäus dejó un sabor agridulce al intentar defender el fútbol femenino: "Hace 20 años, las mujeres todavía se tropezaban con la pelota", dijo a la revista Focus. Ahora la situación es diferente: "Juegan un fútbol técnica y tácticamente limpio. Además algunas me parecen muy bonitas".

La presidenta del comité organizador de Alemania 2011, Steffi Jones, analizó el tema del machismo desde una óptica particular. Para la ex internacional, las trabas al fútbol femenino no pasan por una cuestión exclusivamente masculina. "Hay muchos funcionarios, también mujeres, que frenan el fútbol femenino. Es un hecho", alertó. "El fútbol es más que ganar o perder. Es aprender respeto, fair play, integración. Son muchos mensajes que algunos no quieren ayudar a transmitir".

En este sentido, Jones destacó el poder del deporte como herramienta de integración y respeto. "Por ejemplo, en África damos a las mujeres la oportunidad de sentir que a través del fútbol pueden tener valor, confianza, autoestima, ayudar a otras mujeres".

Se trata de una particular partido que muchas mujeres, no sólo futbolistas, siguen librando a diario dentro y fuera de los terrenos de juego.

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