Sin goles no hay vida, no hay nada. Es el desierto, el abismo. Los tantos son el aliento vital, por eso el Cádiz se ahoga en su propio llanto, el que le aflora a los ojos pensando en la suerte que le espera si no es capaz de solventar en 90 minutos lo que lleva meses emponzoñando. Porque ayer el equipo amarillo mantuvo ese aspecto cadavérico que le acompaña en toda la segunda vuelta. Cuando faltaban 10 jornadas se hablaba de asegurar la permanencia cuanto antes para echarse la siesta; pero a estas alturas aún no se ha cumplido con lo mínimo que se le puede exigir a una plantilla como ésta. Ayer Julián Rubio recurrió a un 4-4-2 que no le dio resultado porque introdujo en su esquema a jugadores que no están para muchos trotes, como Natalio, Parri -menos aún si juegan como extremos- o Gastón Casas, mal vicio el suyo de patear al aire cada poco, que es otro ejemplo de futbolista potencialmente aceptable que ha naufragado estrepitosamente. Con este panorama, no era difícil acertar el resultado final: 0-0, o sea, nada a nada.

Defensa

Sin grandes problemas salvo por la banda de Gonzalo Vicente, un pésimo fichaje. Cualquiera que lo encaró salió airoso. En algunos momentos pareció que el Sevilla Atlético no quiso hacer más daño al vecino necesitado.

Ataque

Natalio, salvo en un buen disparo, pasó inadvertido, como Parri o Casas. Dani lo intentó a menudo pero le faltó acierto. Gustavo López fue un revulsivo y demostró que tiene cabida en el titular.

Virtudes

La actitud del equipo fue buena. No se le puede achacar falta de ganas ni desidia. El problema parece más simple y demoledor: no sabe hacerlo mejor. Eso es lo terrible, lo descorazonador.

DEFECTOS

Falta de calidad, de puntería, de personalidad, de empuje...